jueves, 11 de junio de 2009

El Diluvio

El Diluvio de Deucalión fue causado por la ira de Zeus contra los hijos de Licaón. Licaón fue el primero que civilizó Arcadia e instituyó el culto de Zeus Licio, pero enojó a Zeus al sacrificarle un niño. En consecuencia, fue transformado en lobo y su casa destruida por el rayo. Sus hijos reprodujeron el episodio del padre. La noticia de los crímenes cometidos por los hijos de Licaón llegó al Olimpo y Zeus fue personalmente a visitarlos, disfrazado de viajero pobre. Ellos tuvieron la desvergüenza de servirle una copa de menudos con la que habían mezclado las entrañas de su hermano Níctimo con las de ovejas y cabras. Zeus al darse cuenta, los convirtió a todos en lobos, en tanto que a Níctimo, le devolvió la vida. A su regreso al Olimpo, Zeus, disgustado con el propósito de destruir a toda la raza humana; desencadenó un gran Diluvio sobre la tierra. Deucalión, rey de Ptia, fue advirtido por su padre, el Titán Prometeo, a quien había visitado en el Caúcaso, de que construyera un arca, la abasteciera y se instalase en ella con su esposa Pirra, hija de Epitemeo.

Luego sopló el Viento Sur y comenzó a llover y los ríos corrieron con el estruendo del mar, que creció con asombrosa rapidez, arrasando con todo. El mundo entero quedó inundado, con excepción de unas pocas cimas de montañas. Todas las criaturas mortales parecían haber muerto, salvo Deucalión y Pirra. El arca se mantuvo a flote durante nueve días, hasta que en el Monte Parnaso, una paloma le confirmó a Deucalión el cese del Diluvio. Después del desembarco a salvo, Deucalión y Pirra ofrecieron un sacrificio a Zeus y suplicaron en el Templo de Temis, que la humanidad fuese renovada. Temis se les presentó personalmente y les dijo: “Cubríos la cabeza y arrojad hacia atrás los huesos de vuestra madre”. Los sobrevivientes interpretaron que la Diosa hacía referencia a la Madre Tierra, cuyos huesos eran las rocas que había en la orilla del río. Por lo tanto, levantaron las rocas cercanas al río y las arrojaron por encima del hombro. Las rocas se conviertieron en hombres y mujeres, según las hubiesen arrojado Deucalión o Pirra. Así, se renovó la humanidad y desde entonces “un pueblo” (laos) y “una piedra” (laas) han significado casi lo mismo en muchos idiomas.

El mito del Diluvio de Deucalión, al parecer llevado por los hélades desde el Asia, tiene el mismo origen que la leyenda bíblica de Noé. Posiblemente los griegos lo hayan tomado de los fenicios. En la versión primitiva del mito, Temis renueva la raza humana sin haber obtenido consentimiento previo de Zeus, por lo que que es lógico que se le atribuya a ella y no a él el diluvio, como en Babilonia.

El mito del diluvio universal, difundido con posterioridad a través del Antiguo Testamento (Génesis 6-8), es en realidad un antiguo mito sumerio, conocido en su versión más antigua por una tablilla hallada en Nippur. En ella, los dioses castigan a los «cabezas negras» enviando una catástrofe natural, de la que se salva un hombre, Ziusudra, constructor de una embarcación en la que se refugiarán las diferentes especies animales. El tema está también presente en la literatura asiria, en donde el héroe es Atrahasis. El proceso de reelaboración posterior que sufren algunos mitos sumerios hace que la historia del diluvio se incorpore al poema de Gilgamesh, provocando que éste se entreviste con el supreviviente de la catástrofe.
Los restos de un desastre natural han sido buscados en la baja Mesopotamia, para probar la historicidad del episodio, aunque sin resultados aparentes. Lo cierto es que el diluvio sirvió de referente temporal entre las comunidades sumerias, cuya más antigua historia dinástica se hace entroncar con él. Así por ejemplo, «...después del diluvio, la realeza bajó del cielo por segunda vez a la ciudad de Kish...». El mito transmite la existencia de la ciudad y de la monarquía como procesos anteriores al período en el que los sumerios sitúan el diluvio.

Muchos arqueologos e historiadores coinciden en que la versión del diluvio recogida en el Génesis, así como la versión griega, se basarían directamente en los textos de la literatura de la Mesopotamia. Básicamente el texto mesopotámico relata lo siguiente: los dioses deciden destruir a la humanidad a causa de sus muchas faltas. Ea advierte a Uta-na-pistim para que construya un barco. El barco se deberá llenar de animales y semillas. Llega el día del diluvio y toda la humanidad, excepto Uta-na-pistim y sus acompañantes, perece. Uta-na-pistim se da cuenta de que las aguas bajan y suelta un ave (no se sabe si una paloma, un cuervo o una golondrina). Uta-na-pistim hace una ofrenda a los dioses y éstos quedan satisfechos por el sacrificio.

Yo quiero la destrucción de mi raza humana,
para Nintu quiero atajar la destrucción de mis criaturas.
Haré retornar a las gentes a sus establecimientos.
Construirán ciudades en todos los lugares
y haré que su sombra sea apacible.
Colocarán de nuevo los ladrillos de nuestros templos en los santos lugares,
(y) los lugares de nuestras decisiones los restablecerán en los lugares consagrados.
Yo prepararé convenientemente allí el agua santa que apaga el fuego,
completaré las divinas reglas y los sublimes decretos,
la tierra estará regada y estableceré allí la paz.
Después que An, Enlil, Enki y Ninhursag
hubieon creado el (pueblo) de los cabezas negras,
la vegetación se desarrolló, lujuriante, sobre la tierra,
los animales, de todos los tamaños, los cuadrúpedos, fueron colocados como adecuado onamento de las llanuras
yo quiero tener en cuenta (sus afanosos esfuerzos).
(Después que) el constructor del país hubo fijado los fundamentos,
(cuando el cetro) de la realeza hubo descendido del cielo,
después que la sublime tiara (y) el trono de la realeza hubieron descendido del cielo,
él completó (las divinas reglas y los sublimes destinos).
Fundó (las cinco) ciudades en (lugares puros);
pronunció sus nombres y las designó como centros de culto.
La primera de estas ciudades, Eridú, la dio al jefe Nudimmud,
la segunda, Baltibira, la dio al nugig,
la tercera, Larak, la dio a Pabilsag,
la cuarta, Sippar, la dio al héroe Utu,
la quinta, Shuruppak, la dio a Sud.
Él proclamó los nombres de aquellas ciudades y las designó como centros de culto;
no detuvo el (anual) diluvio, (sino que) excavó la tierra y trajo el agua,
y estableció la limpieza de los pequeños canales y las zanjas de irrigación.
el diluvio
así fue convencido
Entonces Nintu lloró (por sus criaturas) como un ;
la divina Inanna entonó un lamento por su pueblo;
Enki tomó consejo de sí mismo.
An, Enlil, Enki (y) Ninhursag,
los dioses del universo prestaron juramento por los nombres de An y Enlil.
Entonces el rey Ziusudra, el pashishu de
construyó
Humildemente, obediente, con reverencia él;
ocupado cada día, constantemente él .
Aquello no era un sueño; saliendo y hablando ,
invocando al cielo (y) al mundo subterráneo, él .
En el ki-ur, los dioses, un muro .
Ziusudra oyó a su lado,
estando de pie en el lado izquierdo del muro :
«Junto al muro, yo te diré una palabra, (escucha) mi palabra,
presta oído a mis instrucciones:
Un diluvio va a inundar todas las moradas, todos los centros de culto,
para destruir la simiente de la Humanidad .
(Tal) es la decisión, el decreto de la Asamblea (de los dioses).
(Tal) es la palabra de An, Enlil (y Ninhursag).
la destrucción de la realeza.
Ahora
Todas las tempestades y los vientos se desencadenaron;
(en un mismo instante) el diluvio invadió los centros de culto.
Después que el diluvio hubo barrido la tierra durante siete días y siete noches,
y la enorme barca hubo sido bamboleada sobre las vastas aguas por las tempestades
Utu salió, iluminando el cielo y la tierra.
Ziusudra abrió entonces una ventana de su enorme barca,
y Utu hizo penetrar sus rayos dentro de la gigantesca barca.
El rey Ziusudra
se prosternó (entonces) ante Utu;
el rey le inmoló gran número de bueyes y carneros.
«Invocaréis por el cielo y por la tierra (...)»
An (y) Enlil invocaron por el cielo y por la tierra (...),
e hicieron aparecer los animales que surgieron de la tierra.
El rey Ziusudra
se prosternó ante An (y) Enlil.
An (y) Enlil cuidaron de Ziusudra,
le dieron vida como (la de) un dios,
hicieron descender para él un eterno soplo como (el de ) un dios.
Entonces al rey Ziusudra,
que salvó de la destrucción la simiente de la humanidad en aquel tiempo,
allende los mares, en el Oriente, en Dilmun, (le) hicieron vivir.

El Diluvio Universal en la Tradición Hindú.

En las Escrituras védicas de la India encontramos a un rey llamado Svayambhuva Manu, que fue avisado del diluvio por una encarnación de Visnú en forma de un gigantesco pez (Matsya Avatar). Matsya arrastró el barco de Manu y lo salvó de la destrucción. La historia del diluvio hindú fue mucho más devastador, ya que el agua no provenía de las nubes de este planeta, sino que se trataba de una creciente del océano que se encuentra en el fondo del universo. Matsya arrastró el barco de Manu y lo salvó de la destrucción. La historia del diluvio hindú fue mucho más devastador, ya que el agua no provenía de las nubes de este planeta, sino que se trataba de una creciente del océano que se encuentra en el fondo del universo.
Los hindús llaman a su país Bhárat, en honor a Manu Bharata. En la mitología hindú, Manu es el nombre del primer ser humano, el primer rey que reinó sobre la Tierra, y que fue salvado del diluvio universal. Es llamado Vaivaswata, porque su padre fue Vivaswat (el dios del Sol Vivaswān o Sūrya) y su madre Saranyu. También es llamado Satyavrata (en sánscrito satia: ‘verdad’, y vrata: ‘voto, promesa’).

En sánscrito, manu proviene de manas: ‘mente’, y significaría ‘pensante, sabio, inteligente’ (según el Vājasaneyi Samhitā y el Śatapatha Brāhmana) y ‘la criatura pensante: el ser humano, la humanidad’ (según el Rig Veda). También se cree que proviene de un vocablo indoeuropeo que habría dado lugar al término inglés man (hombre varón) y al término español «humano» y «humanidad».
Y Manu fue dotado con una gran sabiduría, y dedicado a la virtud. Y fue progenitor de una dinastía. Todos los de la raza de Manu son llamados humanos (manavá). De él nacieron los brāhmanas, kshatriyas, y otros, que por lo tanto son llamados humanos (manavás).

Los diez hijos de Manu fueron: Vena [el malvado rey], Dhrishnu, Narishyan, Nabhaga, Ikshvaku, Karusha, Saryati, Ila [la octava, una hija], Prishadhru [el noveno] y Nabhagarishta [el décimo]. Todos se dedicaron a las prácticas de los kshatriyas [políticos-militares]. Aparte de estos, Manu tuvo otros cincuenta hijos. Pero hemos oído que todos perecieron, peleando unos contra otros.

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