martes, 23 de junio de 2009

Einstein no era judio

Einstein: la religión es “superstición infantil”
También dice que no ve nada que pueda definir a los judíos como pueblo elegido. Dirigida al filósofo Eric Gutkind, la misiva será subastada el jueves en Londres.

La ciencia sin religión está coja, la religión sin ciencia está ciega”. Lo dijo Albert Einstein,y su célebre aforismo ha sido fuente de interminables debates entre creyentes y no creyentes deseosos de reclamar como suyo al más grande científico del siglo XX.

Pero una carta apenas conocida que él escribió podría ayudar a zanjar la discusión... o por lo menos a provocar más controversia sobre sus puntos de vista.

A subasta esta semana en Londres después de estar en una colección privada por más de 50 años, el documento no deja duda de que el físico teórico no apoyaba las creencias religiosas, a las que veía como “supersticiones infantiles”.

Einstein escribió la carta el 3 de enero de 1954 al filósofo Eric Gutkind, quien le había enviado una copia de su libro Elegir la vida: el llamado bíblico a rebelarse. La carta se vendió públicamente un año después y ha estado desde entonces en manos privadas.

En la carta, Einstein declara: “La palabra dios para mí no es más que la expresión y producto de la debilidad humana, la Biblia una colección de honorables pero así y todo primitivas leyendas que son, no obstante, muy infantiles. Ninguna interpretación, por sutil que sea, puede (para mí) cambiar esto”.

“Para mí la religión judía, como todas las demás, es una encarnación de las supersticiones más infantiles. Y el pueblo judío, al que de buen grado pertenezco y con cuya mentalidad tengo una profunda afinidad, no tiene para mí una calidad distinta a la de todos los demás pueblos. Hasta donde llega mi experiencia, no son mejores que otros grupos humanos, aunque están protegidos de los peores cánceres por una falta de poder. Fuera de eso no puedo ver en ellos nada de ‘elegidos’”.

La carta será subastada por Bloomsbury Auctions, en Londres, el jueves, y se espera que recaude 16 mil dólares. La pieza manuscrita, en alemán, no está listada en el material base del texto académico más autorizado sobre el tema, el libro Einstein y la religión, de Max Jammer.

Uno de los principales expertos del país sobre el científico, John Brooke, de la Universidad de Oxford, admitió no haber escuchado sobre la carta.

• El pasaporte del pensador decía que su cabello era negro... en 1923. Foto: Archivo

Einstein es mejor conocido por sus teorías de la relatividad y por la famosa ecuación E=mc2 que describe la equivalencia de masa y energía, pero sus pensamientos sobre la religión han atraído conjeturas desde hace tiempo.

Sus padres no eran religiosos, pero él asistió a una primaria católica y a la vez recibió instrucción privada en el judaísmo. Esto indujo a lo que luego llamaría su “paraíso religioso de juventud”, durante el cual observó reglas religiosas como la de no comer puerco. Esto sin embargo no duró, y a los 12 ya estaba cuestionando la verdad de muchos relatos bíblicos.

“La consecuencia fue una [orgía de] pensamiento libre positivamente fanático acoplada con la impresión de que la juventud está siendo engañada por el Estado a través de mentiras; fue una impresión aplastante”, escribiría después.

En sus años tardíos, se refirió a un “sentimiento religioso cósmico” que permeaba y sostenía su obra científica. En 1954, un año antes de morir, habló de querer “experimentar el universo como un solo todo cósmico”. También gustaba de usar florituras religiosas, declarando en 1926 que “Él [Dios] no juega a los dados” al referirse a la aleatoriedad revelada por la teoría cuántica.

Su posición sobre Dios ha sido ampliamente mal interpretada por personas en ambos lados de la brecha ateísmo/religión, pero siempre se resistió a ser fácilmente estereotipado sobre la cuestión.

“Como otros grandes científicos, no llena las cajas en las que a los polemistas populares les gusta encasillarlo”, dijo Brooke. “Está claro por ejemplo que respetaba los valores religiosos incorporados a las tradiciones judaica y cristiana... pero lo que entendía por religión era algo mucho más sutil de lo que se quiere decir comúnmente en las discusiones populares”.

Aunque rechazaba categórico la religión convencional, Brooke dijo que Einstein se enojaba cuando evangelistas del ateísmo se apropiaban de sus perspectivas. Le ofendía su falta de humildad y una vez escribió: “El eterno misterio del mundo es que sea comprensible”

- Claves
Verbatim

• “La ciencia sólo puede ser creada por aquellos que poseen la aspiración a la verdad y la comprensión. Pero esta fuente de sentimiento deriva de la esfera de la religión”.

• “A esto pertenece también la fe en la posibilidad de que las regulaciones válidas para el mundo de la existencia son racionales, es decir, comprensibles para la razón”.

• “No puedo concebir a un científico genuino sin esa fe profunda. La situación puede expresarse con una imagen: la ciencia sin religión está coja; la religión sin ciencia está ciega”.
Londres•James Randerson/The Guardian

"No puedo imaginarme a un dios que premia y castiga a los objetos de su creación, cuyos propósitos han sido modelados bajo el suyo propio; un dios que no es más que el reflejo de la debilidad humana. Tampoco creo que el individuo sobreviva a la muerte de su cuerpo: esos no son más que pensamientos de miedo o egoísmo de lo mas ridículo".
Albert Einstein

En su juventud, Einstein no se sintió integrante de la comunidad judía acaso porque en su familia, salvo un tío suyo, no vivían la condición de judíos como quienes realmente la ejercían. Sus inquietudes religiosas iban por otro camino, porque su formación escolar había sido en una escuela católica. Fue a partir de su establecimiento como profesor en Praga, con 32 años, cuando vio de cerca la situación en que muchos judíos se veían obligados a vivir: en la marginalidad. A partir de entonces fue asumiendo cada vez más que era judío y que además quería serlo, alineándose con el movimiento sionista que reivindicaba un Estado israelí en tierras palestinas. Buena parte de la fama adquirida por Einstein a partir de los años 20, sin duda generada por sus contribuciones científicas, fue debida a su participación por distintos países apoyando el sionismo, y más concretamente participando en actos públicos, a veces multitudinarios, para captar fondos de las comunidades judías de todo el mundo que permitieran la construcción en Jerusalén de una Universidad Hebrea. En algunos momentos en que Einstein dudaba si el movimiento sionista cumpliría las expectativas de establecimiento pacífico e integrado con el pueblo árabe - fracaso del que diariamente tenemos noticias - llegaba a dudar incluso si estaría mereciendo el esfuerzo que hacía por la creación de aquella universidad: temía que se convirtiera en un seminario teológico judío.

Einstein distingue tres estilos que suelen entremezclarse en la práctica de la religión. El primero está motivado por el miedo y la mala comprensión de la causalidad y, por tanto, tiende a inventar seres sobrenaturales. El segundo es social y moral, motivado por el deseo de apoyo y amor. Ambos tienen un concepto antropomórfico de Dios. El tercero –que Einstein considera el más maduro–, está motivado por un profundo sentido de asombro y misterio.[19]

Einstein creía en «un Dios que se revela en la armonía de todo lo que existe, no en un Dios que se interesa en el destino y las acciones del hombre». Deseaba conocer «cómo Dios había creado el mundo». En algún momento resumió sus creencias religiosas de la manera siguiente: «Mi religión consiste en una humilde admiración del ilimitado espíritu superior que se revela en los más pequeños detalles que podemos percibir con nuestra frágil y débil mente».
La más bella y profunda emoción que nos es dado sentir es la sensación de lo místico. Ella es la que genera toda verdadera ciencia. El hombre que desconoce esa emoción, que es incapaz de maravillarse y sentir el encanto y el asombro, está prácticamente muerto. Saber que aquello que para nosotros es impenetrable realmente existe, que se manifiesta como la más alta sabiduría y la más radiante belleza, sobre la cual nuestras embotadas facultades sólo pueden comprender en sus formas más primitivas. Ese conocimiento, esa sensación, es la verdadera religión.

En cierta ocasión, en una reunión, se le preguntó a Einstein si creía o no en un Dios a lo que respondió: «Creo en el Dios de Spinoza, que es idéntico al orden matemático del Universo».

Una cita más larga de Einstein aparece en Science, Philosophy, and Religion, A Symposium (Simposio de ciencia, filosofía y religión), publicado por la Conferencia de Ciencia, Filosofía y Religión en su Relación con la Forma de Vida Democrática:
Cuanto más imbuido esté un hombre en la ordenada regularidad de los eventos, más firme será su convicción de que no hay lugar —del lado de esta ordenada regularidad— para una causa de naturaleza distinta. Para ese hombre, ni las reglas humanas ni las "reglas divinas" existirán como causas independientes de los eventos naturales. De seguro, la ciencia nunca podrá refutar la doctrina de un Dios que interfiere en eventos naturales, porque esa doctrina puede siempre refugiarse en que el conocimiento científico no puede posar el pie en ese tema. Pero estoy convencido de que tal comportamiento de parte de las personas religiosas no solamente es inadecuado sino también fatal. Una doctrina que se mantiene no en la luz clara sino en la oscuridad, que ya ha causado un daño incalculable al progreso humano, necesariamente perderá su efecto en la humanidad. En su lucha por el bien ético, las personas religiosas deberían renunciar a la doctrina de la existencia de Dios, esto es, renunciar a la fuente del miedo y la esperanza, que en el pasado puso un gran poder en manos de los sacerdotes. En su labor, deben apoyarse en aquellas fuerzas que son capaces de cultivar el bien, la verdad y la belleza en la misma humanidad. Esto es de seguro, una tarea más difícil pero incomparablemente más meritoria y admirable.

En una carta fechada en marzo de 1954, que fue incluida en el libro Albert Einstein: su lado humano (en inglés), editado por Helen Dukas y Banesh Hoffman y publicada por Princeton University Press, Einstein dice:
Por supuesto era una mentira lo que se ha leído acerca de mis convicciones religiosas; una mentira que es repetida sistemáticamente. No creo en un Dios personal y no lo he negado nunca sino que lo he expresado claramente. Si hay algo en mí que pueda ser llamado religioso es la ilimitada admiración por la estructura del mundo, hasta donde nuestra ciencia puede revelarla.

Una carta recientemente hecha pública, en donde Einstein le escribe al filósofo Eric Gutkind en 1954, ha dejado comprobado de una vez y por todas, que el hombre considerado como la mente mas brillante de la humanidad, era sin la menor duda un ateo.

La noticia, reportada por el prestigioso periódico The New York Times, dice además que la carta se acaba de subastar por la suma de US$404,000 dólares.

Según escribe Einstein en su propia letra, ¨La palabra Dios para mi no es nada mas que la expresión y el producto de la debilidad humana, [y] la Biblia es una colección de honorables pero aun así primitivas leyendas que sea como se las vea son bastantes infantiles."

Einstein (quien era judío de nacimiento) además menciona que no cree en que el pueblo judío sea ningún tipo de "pueblo elegido", ya que para él esa es tan solo otra leyenda.

Lo controversial de esto es que por décadas diferentes movimientos religiosos han tratado de colocar a Einstein en un pedestal religioso, citando su "espiritualidad" en sus propias escrituras, pero fallando de entender que Einstein solo utilizaba el concepto de Dios como una analogía, o de manera figurativa, para explicar muchos conceptos.

Uno de sus frases célebres por ejemplo fue cuando dijo que "Dios no juega a los dados", refiriéndose a las extrañas propiedades de la Mecánica Cuántica. Sin embargo años después se descubrió que efectivamente, en la Mecánica Cuántica todo está basado en el azar de las posibilidades.

Esta carta sin dudas dejó bien claro para toda la posteridad de la humanidad la posición de esta genial mente en cuanto a creencias religiosas se refiere...

Einstein... ¿Creyente?

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