sábado, 30 de mayo de 2009

Una historia algo familiar, APOLONIO DE TIANA

A que te suena esta historia sera a la de un personaje de medio oriente de Yisrael

Apolonio de Tiana

Fue un hombre famoso en su tiempo en todo Oriente Próximo, promulgó la paz entre los hombres, tuvo un gran número de seguidores, realizó milagros inexplicables desde la razón, luchó contra los poderosos que oprimían al pueblo, curó enfermos y devolvió la vida a los muertos. Finalmente, fue juzgado por un tribunal romano y nada se sabe de su cadáver.

El protagonista de estos hechos podría perfectamente ser Jesucristo, base fundamental de algunas de las religiones más importantes del planeta. Sin embargo, la persona que se corresponde a lo anteriormente citado es Apolonio de Tiana, un misterioso personaje cuya vida es tan apasionante como desconocida es su figura en la actualidad.

Apolonio nació en Tiana el año 4 a.C., en la región de la Capadocia turca. Su nacimiento es extraño, como el de Jesús. Su madre tuvo un sueño durante el cual quedó embarazada de él. Fue discípulo de Pitágoras, era vegetariano, iba siempre descalzo, fue atraído por el ascetismo y durante 15 años no pronunció una sola palabra. Cuando murió su padre donó toda su herencia, mostrando su rechazo a los bienes materiales.

Recorrió buena parte de oriente y el mediterráneo. En Éfeso acabó con una plaga, en Corinto realizó exorcismos, más tarde se dice que profetizó el futuro de los emperadores en Babilonia; y en Roma resucitó a una mujer muerta. Más tarde viajó a Egipto, Etiopía… siempre rodeado de sus numerosos seguidores. Tuvo una vida muy similar a la de Jesucristo, como hombre capaz de mover masas que le seguían dirigidas por su fe en él como salvador.

Finalmente en Italia fue detenido acusado de conspirar contra el emperador Domiciano y de cometer sacrilegio. Le ofrecieron proclamarse culpable pero no accedió por no creerse culpable de tal delito. Cuando lo condenaron dijo lo siguiente: ‘no podéis detener a mi alma, ni siquiera a mi cuerpo’. Y allí mismo, ante el tribunal romano, se desvaneció, desapareciendo antes los ojos de los aturdidos miembros del tribunal.

Después de la inexplicable huida de Roma, su pista reaparece en Dicearquia y más tarde en Creta, lugar donde falleció. Tras su muerte se apareció a un joven que tiempo atrás no creyó en sus palabras sobre la inmortalidad del alma. Nunca se ha encontrado su cuerpo.

Apolonio debe su nombre a su nacimiento en Tiana, en la Capadocia turca, por el año 4 d.C. según la mayoría de las fuentes. Aunque su figura está rodeada de misterio y ha tenido poca difusión en relación a su importancia, se lo considera uno de los “grandes” del período, habiéndoselo comparado incluso con Jesús, por haber predicado la paz y las costumbres correctas a los hombres y por haber catalizado hechos inexplicables (milagros) entre los que se cuenta incluso la resurrección de una joven. En su época tuvo gran celebridad, innumerables seguidores y discípulos y su nombre surge en escritos de los cronistas de su tiempo. La mayor parte de los datos de primera mano existentes acerca de sus viajes, sus enseñanzas y las pruebas que tuvo que superar en su larga vida fueron recogidas por su fiel discípulo y compañero Damis, a quien conoció en un viaje por Nínive y quien le diría: “Vayamos juntos; tú debes seguir a Dios, y yo a ti”. Alrededor de cien años después, en el siglo III d.C., Filóstrato elabora una biografía basándose en los escritos de Damis. El único escrito original de Apolonio de Tiana, conservado por Filóstrato, es la Apología.

Es difícil a estas alturas separar la biografía real del mito, que comienza con el sueño que habría tenido su madre anunciándole la llegada de este hijo, sueño tras el cual se habría iniciado el embarazo. Tempranamente habría adoptado las enseñanzas de la escuela pitagórica – el Neopitagorismo con sede en Alejandría, parcialmente incluido luego en el Neoplatonismo - y habría decidido llevar una vida simple, vegetariana, casi ascética, andando siempre descalzo y durmiendo en los templos que encontraba en su peregrinar. Al iniciarse en la enseñanza pitagórica, habría mantenido un voto de silencio por cinco años como una prueba autoimpuesta de sobriedad y control. La escuela Neoplatónica alejandrina impulsaba la captación de la verdad a través de las experiencias místicas y el acceso intuitivo a la sabiduría esencial. Muchos ocultistas y hermetistas se reunieron en Alejandría a lo largo de aproximadamente 500 años, y buena parte de las doctrinas herméticas y místicas de hoy día han sido inspiradas por la enseñanzas de estos Gnósticos, Neoplatónicos, Pitagóricos, Alquimistas y Cabalistas que trabajaron para la preservación y extensión de las tradiciones metafísicas de la antigüedad.

Se dice que a los 14 años – edad en la que ya era tan conocido por su buena memoria como por su belleza - habría convencido a su padre que lo cambiara a otra ciudad por considerar que Tarso, donde había ido a estudiar retórica con Eutidemo, adolecía de demasiada relajación de costumbres, lo que le resultaba en extremo chocante. Superando a sus maestros, pronto se habría reunido con los sacerdotes del templo de Esculapio en Egea donde habría comenzado con sus estudios filosóficos y curaciones milagrosas, adoptando la escuela pitagórica a los 16 años, para el resto de su vida. Luego habría ido a Antioquia, a enseñar al Templo de Apolo. Viajó por casi todo el mundo conocido de entonces (Babilonia, India, Grecia, Roma, Etiopía, Egipto, España), siempre acompañado de sus seguidores. Se cuenta que habría llegado hasta los Himalayas, donde lo habrían estado esperando desde hacía tiempo.

De su viaje a la India, un destino extraño y considerado al menos incierto en la época y acerca del cual había numerosos rumores y leyendas, acompañado sólo de Damis, Apolonio habría dicho: “He visto a los Brahmines indios que viven en la Tierra y sin embargo no sobre ella; en una ciudadela, sin fortificaciones, sin propiedades, y sin embargo en posesión de todas las cosas”. En Egipto logró, tras mucha espera, ser aceptado en los santuarios de Heliópolis, donde se cree que permaneció alrededor de 25 años. De vuelta de la India, escribió a quienes fueran sus anfitriones: "Vine a vosotros por tierra y me habéis dado el mar; no, mejor, compartiendo conmigo vuestra sabiduría me habéis dado poder para viajar por el cielo. Estas cosas llevaré de vuelta a las mentes de los griegos, y mantendré conversaciones con vosotros como si estuvierais presentes."

A la muerte de su padre, Apolonio, de 20 años, tuvo que regresar a Tiana para ocuparse de los trámites, pero renunció a su considerable herencia, entregándosela a un hermano – a quien rescató de una vida decadente - y otros parientes, a quienes aseguró que él se bastaba con muy poco y que nunca se casaría. Siempre mostró rechazo a las posesiones materiales, así como a cualquier privilegio material, o como retribución por sus enseñanzas.

El Tianeo tenía una forma de hablar que atraía a la gente aunque no comprendieran completamente lo que decía, y de este modo fue reuniendo numerosos discípulos. Se cuenta que los trabajadores abandonaban sus tareas para oírle, que le eran enviados embajadores desde diversas regiones, que fue admirado por magos persas, brahmanes indios y sacerdotes egipcios. Fue famoso como ‘hacedor de milagros’, pero la mayor parte del tiempo predicaba la justicia y las buenas costumbres, corregía los abusos y visitaba los templos de todas las ciudades que visitaba. En Roma, condenó algunas costumbres imperantes, entre ellas los deportes crueles, la vida disipada y el uso de los baños públicos. A su vez, fue criticado por su forma de vestir y por sus largos cabellos, que desafiaban las costumbres romanas.

Los Poderes

Además de su elocuencia capaz de mover a grandes masas humanas, se dice que Apolonio de Tiana leía las estrellas, y tenía la capacidad de hacer que los cuatro elementos de la naturaleza le obedecieran. Podía ver el futuro, y profetizó muchos hechos que efectivamente ocurrieron con posterioridad, como la muerte del gobernador de Cilicia, una epidemia que amenazaba a Éfeso, el destino de Tito, el surgimiento de una isla entre Tera y Creta, la próxima muerte de Nerva, etc. Se cuenta que, en medio de un eclipse de sol, Apolonio habría dicho a la multitud: “Algo grande sucederá y no sucederá”. A los tres días un rayo caería sobre la copa que Nerón se llevaba a los labios, lo que fue interpretado como el cumplimiento de la sentencia de Apolonio.

Además del don de profecía, el que le confería más fama entre sus seguidores y el asombro del pueblo eran las sanaciones de cojos, ciegos y paralíticos, técnicas que habría aprendido con los brahmanes de la India. También realizaba exorcismos, y se dice que podía leer en el alma de las personas, ver su pasado y curarlas con sólo un toque de sus manos o palabras de consuelo. En Roma, al ver pasar el féretro de una joven, habría dicho algunas palabras en voz baja junto al cadáver, y la doncella se habría puesto en pie para irse caminando a su casa.

Apolonio de Tiana era capaz de desmaterializarse físicamente a voluntad, apareciendo y desapareciendo en forma súbita en medio de la multitud. Esto ocurrió incluso frente a los ojos del emperador Domiciano, en el juicio que se seguía en su contra. Además, poseía la capacidad de la locación múltiple, siendo visto en ciudades muy alejadas entre sí por diversas personas, el mismo día.

También era capaz de ver a través del tiempo y el espacio, por ejemplo, cuando anunció la muerte de Domiciano, quien tanto lo perseguiera mientras ésta ocurría.

Se le consideraba un ser capaz de entender todos los lenguajes, incluidos los de los animales. Por más lejanos o exóticos que fueran sus destinos de viaje, jamás necesitó intérprete: “Conozco todas esas lenguas y no debes maravillarte porque las conozca todas sino porque conozca lo que ellos no saben decir con sus propios labios”.


Enemigos y Detractores

Muchos hombre públicos y poderosos pedían consejo a Apolonio, y algunos de ellos lo consideraban prácticamente como un ser divino, como el emperador Vespasiano, a quien había conocido previamente en Alejandría. Pero no todos lo miraban con buenos ojos; se ha referido que Apolonio intentó ingresar a los misterios de Eleusis, en Grecia, pero que le fue prohibido por considerárselo un hechicero, y que no se le habría levantado esta interdicción sino hasta los últimos días de su vida. Cuando el hierofante le cerró la admisión, el Tianeo habría respondido: “Tú has omitido el cargo más serio que podías haber tenido mi contra: saber que aunque yo sé más acerca del rito místico de lo que sabe su hierofante, sólo he venido aquí pretendiendo el deseo de iniciación de hombres que saben más que yo”.

Por otra parte, acaso la misma atracción que ejercía sobre la gente – siempre temible para los gobernantes - junto a sus constantes diatribas contra los dictadores como Nerón, le generaron poderosos enemigos, que lograron, durante el reinado de Domiciano, acusarlo de hechicería, blasfemia, sacrilegio (sacrificios humanos) y conspiración contra el emperador, con lo que fue encarcelado por traidor, cortada sus barbas y cabelleras, y mantenido con grilletes y cadenas. Aunque le ofrecieron declararse culpable para rebajar la pena, nunca lo aceptó, pues se consideraba inocente de los cargos, además de sostener que el derramamiento de sangre de cualquier ser vivo era un ultraje a la divinidad, y que el único sacrificio que debía ofrecérsele era el razonamiento. Concluido el juicio y antes de leer la sentencia, Apolonio habría dicho, para cerrar su defensa: “no podéis detener mi alma, ni siquiera mi cuerpo”, según algunos, o “no me matarás, pues no soy mortal”, según otros, tras lo cual se habría desvanecido ante los atónitos ojos de todo el tribunal, incluido el propio Domiciano, que se encontraba presente.

La sentencia fue absolutoria (otros mencionan que se decretaba el destierro), pero tras la misteriosa desaparición es visto el mismo día en Puteoli en compañía de Damis, una localidad a tres días de camino de Roma. Luego se le pierde la pista hasta que surge en Dicearquía, luego en Creta, lugar donde se cree que murió al poco tiempo (‘si es que murió’, dice Filóstrato), aunque nunca ha sido encontrado su cuerpo. Antes de partir logró reencontrarse en secreto con sus discípulos, y les anunció que le quedaba poco tiempo, a la vez que les insinuó que tal vez volviese luego de abandonar su cuerpo para probar de este modo la inmortalidad del alma. De Damis se despidió – al tiempo que lo enviaba lejos con un mensaje para Roma - con las palabras: "Damis, cuando pienses en temas elevados en meditación solitaria, me verás." Se dice que luego de su muerte se habría aparecido a un joven que no había creído en sus palabras. Según la leyenda, Apolonio murió a los cien años, manteniendo hasta el fin un cuerpo saludable y hermoso. Otros dicen que desapareció y voló al cielo, reencarnándose en el siglo XII bajo la forma del gran alquimista Artephius.

Otro relato refiere que también Nerón lo habría enjuiciado, por conspiración en su contra y en relación a su prohibición de la permanencia de filósofos en Roma, y que en la lectura de la larga lista de acusaciones, las letras de la misma habrían desaparecido misteriosamente.

Tanto Éfeso como Rodas y la isla de Creta pretenden poseer su tumba. Su ciudad natal Tiana le dedicó un templo y logró obtener en su memoria el título de ciudad sagrada. A pesar del juicio y el descrédito, a su muerte, por los alrededores del año 97 de nuestra era y durante el reinado de Nerón, se le realizan numerosos honores y se erigen estatuas y templos conmemorativos en su memoria.

El legado

Apolonio de Tiana consideraba como parte de su deber contribuir con su ejemplo – la práctica espiritual disciplinada y la abstención de todo acto licencioso - tanto a edificar al pueblo como a los gobernantes para establecer políticas correctas y justicia. Combatió la opresión, habló sobre la necesidad de compartir los bienes y ayudar a los necesitados. Abogó mucho por la moral pública, corregía las costumbres, y entendía que la principal misión de la política era desarrollar pueblos virtuosos, con sentencias como: "La ley nos obliga a morir por la libertad, la naturaleza nos ordena morir por nuestros padres, nuestros amigos y nuestros hijos. Todos los hombres están atados a estos deberes. Pero un deber mayor descansa en el sabio, él debe morir por sus principios y por la verdad que él ama más que a su vida".

En todos los confines y ciudades que visitaba recorría los templos e intentaba depurarlos en cuanto a sus prácticas y liturgia, buscando el retorno a la disciplina y pureza de los rituales en sus sentidos originales. El Tianeo ofreció su orientación y apoyo a sanadores, esenios, terapeutas y otros buscadores de la verdad más esotéricos reunidos en pequeñas comunidades apartadas, instruyendo a sus sacerdotes o instructores en las formas de iniciación y otras disciplinas, y a llevar una vida simple, moderada en las costumbres y en la que imperara la consideración y apoyo mutuo entre los miembros.

Considerando su longevidad, pudo ejercer vasta influencia en su entorno, en particular en el Imperio romano, donde conoció a cinco de sus emperadores: Tito, Domiciano, Nerva, Vespasiano y Nerón. Se le atribuyen numerosas sentencias dichas ante el pueblo o los gobernantes, pero su principal legado fue su ejemplo vivo entre los ciudadanos de las regiones y ciudades que visitaba.

Cuando resucitó a la joven romana, los adinerados padres le habrían otorgado una cuantiosa suma, que Apolonio le habría entregado a la misma doncella como dote. En otra ocasión, en la que se había encontrado a un esclavo con una concubina del emperador, le habrían preguntado a Apolonio cuál era el castigo justo para el culpable: “Dejándole la vida” –había contestado éste-. “Si vive, su amor será el mayor de los suplicios”. Una vez, el rey de Babilonia le habría pedido consejo para reinar con tranquilidad: “Ten muchos amigos y pocos confidentes”, le habría respondido el Tianeo.

Su principal tema con la multitud era el de la inmortalidad del alma. A Valerio, un cónsul romano que acababa de perder un hijo, le escribe: “No hay muerte de nadie, sino sólo en apariencia, así como no hay nacimiento de ninguno, salvo en lo exterior. El cambio de ser a devenir parece ser nacimiento. El cambio de devenir a ser, parece ser muerte, mas en realidad ninguno realmente nace, así como ninguno realmente muere. Es simplemente el hacerse visible y luego invisible; la primera por la densidad de la materia, y la última por la sutileza del Ser, Ser que es siempre el mismo, siendo su único cambio el movimiento y el reposo”.

En Babilonia, además de los sabios, visitó al rey-sacerdote Fraotes, un gobernante humilde que "amaba la paz sobre todas las cosas," y que recibió a Apolonio con estas palabras: "Yo te veo como superior en virtud, porque de todos los dones que un príncipe puede poseer, yo considero la sabiduría el más brillante." Las discusiones sobre filosofía llenaron sus días. Cuando partieron, Fraotes le dio una tropa de camellos blancos y leche para el viaje.

Se sabe que el gran Emperador Adriano, en el siglo II, mantenía una colección de las cartas del Tianeo, las que, como sus otros escritos originales, se han perdido.

Lampridio, un historiador del siglo IV, asegura que el emperador del siglo III Alejandro Severo mantenía retratos de Cristo, Orfeo, Apolonio y Abraham en su oratorio personal. Flavio Vopisco, un historiador romano del mismo siglo III, alababa a Apolonio de Tiana como un ser superior de la humanidad acerca de quien esperaba escribir una biografía, la que finalmente fue realizada por Filóstrato según se ha dicho, basado en las notas de Damis, a petición de Julia Domna, esposa del Emperador Septimio Severo. Considerado en las primeras centurias de nuestra era como el filósofo más grande del siglo I, hay referencias directas y comentarios acerca de Apolonio hasta el siglo V, aún entre cristianos, a pesar de que desde el punto de vista estricto de la religión organizada, el filósofo místico se mantuvo como un “pagano”. Se cree que durante los primeros siglos de nuestra era Apolonio tenía más seguidores que Jesucristo, con quien siempre se le ha comparado. No son pocos, como el ocultista contemporáneo Benjamín Creme, los que aseveran que el Tianeo nació en el año 16 de nuestra era y que sería la reencarnación de Jesús – adquiriendo la Quinta Iniciación durante su vida como Apolonio; (incluso entrega la estructura de sus Rayos: 6-1-1-2-7).

En el siglo V, Sidonio Apolinar, obispo de Auvernia, luego de leer la biografía de Filóstrato, y muy impresionado, comenta que “sólo le habría faltado ser cristiano para ser perfecto”. Pero ya en el siglo IV el cristianismo había comenzado una campaña de descrédito de Apolonio de Tiana, calificándolo de charlatán, mago negro y anti-Cristo. La historia podría haber sido muy distinta, quizás, de no mediar la conversión de Constantino y su adopción del cristianismo como religión oficial del Imperio en el siglo IV.

Apolonio de Tiana siempre mantenía una división regular del día. En las mañanas, ejercicios religiosos y enseñanza de sacerdotes e iniciados en los Misterios Sagrados. En las tardes con el pueblo, haciendo curaciones e instruyéndoles en la ética de la vida práctica. Tres veces al día meditaba al Sol o al “Señor del Mundo”. Insistía mucho en las prácticas y rituales.

De su obra Núctameron, referida por Filóstrato, y en la que cada hora está presidida por un genio, existe el siguiente extracto:

Primera hora: en la unidad, los demonios cantan los méritos de Dios y pierden su malicia y su cólera.
Segunda hora: por el binario los peces del zodíaco cantan los méritos de Dios, las serpientes de fuego se enlazan en torno al caduceo y se tornan armoniosas.
Tercera hora: la serpiente del caduceo de Hermes se entrelazan tres veces, el cancerbero abre su triple boca y el fuego canta los méritos de Dios con las tres lenguas de rayos.
Cuarta hora: el altar vuelve a visitar las tumbas. Es entonces cuando se encienden las mágicas lámparas en los cuatro rincones de los círculos, es la hora de los encantamientos y los prodigios.
Quinta hora: el espíritu permanece inmóvil, ve que los monstruos infernales marchan contra él pero no les teme.
Sexta hora: la voz de las grandes aguas cantan al Dios de las esferas celestes.
Séptima hora: un fuego que da vida a todos los seres animados es dirigido por la voluntad de los hombres puros. El iniciado extiende la mano y los sufrimientos se apaciguan.
Octava hora: las estrellas hablan; el alma de los soles corresponden al suspiro de las flores, cadenas de armonía que hacen que todos los seres de la naturaleza se correspondan.
Novena hora: el número que no debe ser revelado.
Décima hora: es la llave del ciclo astronómico y del movimiento circular de la vida de los hombres.
Décima primera hora: las almas de los grandes genios se agitan con un ruido misterioso, vuelan de una esfera a otra y llevan de mundo en mundo a los mensajeros de Dios.
Décima segunda hora: aquí se consumen por el fuego de las obras de la luz eterna.



el emperador Alejandro Severo tenía en su oratorio entre los retratos de Cristo, Abraham y Orfeo, el de Apolonio, y Vopisco (Vida de Aurelio), que hace de él grandes elogios, dice que debe honrársele como ser superior a la humanidad, y promete, si el tiempo no le falta, escribir la vida del hombre que hizo cosas que sobrepujan el límite de las facultades humanas.

Hasta el siglo V, la reputación de Apolonio se mantuvo viva aun entre los cristianos. Prueba de ello es que León, ministro del rey de los visigodos, invitó a Sidonio Apolinar, obispo de Auvernia, a que le tradujera la vida del filósofo escrita por Filóstrato. El obispo escogió el ejemplar más correcto y sobre él hizo su traducción, que remitió al ministro con una carta en que ensalza las virtudes del filósofo; diciendo que sólo le faltaba para ser perfecto haber sido cristiano. A lo que parece, a lo que debe su descrédito es a sus mismos discípulos, que queriendo realzar su mérito le han presentado como un impostor, atribuyéndole milagros y profecías que le colocan a la altura de los embaucadores vulgares. La vida que posteriormente escribió Filóstrato está tomada de otra debida a uno de los compañeros de Apolonio, llamado Damis. De sus escritos auténticos el único que nos queda es la Apología, conservada por Filóstrtao (VII, 7).



No hay muerte de nadie, sino sólo en apariencia, así como no hay nacimiento de ninguno, salvo en lo exterior. El cambio de ser a devenir parece ser nacimiento. El cambio de devenir a ser, parece ser muerte, mas en realidad ninguno realmente nace, así como ninguno realmente muere. Es simplemente el hacerse visible y luego invisible; la primera por la densidad de la materia, y la última por la sutileza del Ser, Ser que es siempre el mismo, siendo su único cambio el movimiento y el reposo.”

Apolonio de Tiana




Resumen:

Apolonio de Tiana, un gran desconocido en la actualidad, vivió para la enseñanza y la práctica espiritual, viajó y compartió con todos los grupos y sectas tanto religiosas como políticas de su época, desde los más poderosos hasta los más humildes, apoyando las buenas prácticas y combatiendo aquellas contraproducentes a la vida del espíritu. Llevó una vida de extrema simplicidad, basada en la austeridad, la disciplina y las prácticas rituales, y renunciando a toda posesión material. A pesar de que reunió numerosos seguidores en todo el mundo conocido, nunca formó organización alguna ni dejó sucesores más que las almas individuales y colectivas a las que tocó, lo que habla por sí solo de su nivel como sabio y maestro.

"Cuando os diga por ejemplo que el divino Apolonio de Triana fue concebido sin operación de hombre alguno, y que una de las más altas Salamandras descendió para inmortalizarse con su madre, diréis que esta Salamandra era un demonio (...). Apolonius no nació de un hombre, conoce el lenguaje de los pájaros (...) resucita a una muchacha con la virtud de la onomancia (...)" Conde de Gabalais.

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