Zarw(1) también era el lugar en donde se encontraba un templo egipcio de Atón. Atón, una forma del dios solar Ra, era conocido desde las dinastías egipcias más tempranas y se había convertido en el favorito de Amenhotep III. Atón también era el origen del apodo más popular de Amenhotep ("el Disco-Solar-Resplandeciente").
Debido a que el alcalde de Zarw, Heby, también ostentaba el título de "Mayordomo del Harén de la Esposa Real" de Thutmosis IV, es probable que Amenhotep III hubiese pasado en Zarw al menos parte de su propia juventud y recibido una preparación religiosa bajo la influencia del templo de Atón.
El culto del dios sin forma Amón (que significa "oculto" o "invisible" y que es el origen del final de las oraciones cristianas, judías y musulmanas - Amén)(8) era el defensor de los faraones de la XVII Dinastía que expulsaron a los Hyksos y reunificaron Egipto. Amón fue establecido como el dios supremo del estado y fue dotado gradualmente de las naturalezas de otras importantes deidades de los egipcios Durante el principio de la XVIII Dinastía, los rasgos del dios solar Ra (también escrito como Re) también habían sido asimilados.( Amón-Ra se había convertido en el "Rey de los Dioses" sin igual, y poseedor de un templo con una administración de miles de personas.
A pesar de los esfuerzos del sacerdocio para exaltar a Amón-Ra sobre todos los demás dioses, cada sucesivo faraón de la XVIII Dinastía egipcia se involucraba cada vez más en cultos separados y distintos de Ra, Atón, Ptah y otras deidades veneradas desde tiempos aún más antiguos que el reinado de la Esfinge y de las Pirámides del Bajo Egipto. Thutmosis I construyó una nueva residencia real en Menfis, y desde los tiempos en que era príncipe ostentó los títulos de Gobernador de Menfis y Sumo Sacerdote de su dios Ptah.
Mientras todavía era un joven príncipe en Menfis, Thutmosis IV (conocido como el "Rey Soñador" y el faraón que más probablemente elevó a Yuya/José, Gen. 41:1-37)estaba montando en su carro y se detuvo para descansar al lado de la Esfinge. Thutmosis se durmió bajo la sombra de la Esfinge y tuvo una visión de su dios patrón Re-Herakhty. Le dijo que despejara la arena de la base de la Esfinge, y le prometió que le recompensaría convirtiéndole en el siguiente faraón (aunque no fuese el hijo mayor de su padre Amenhotep II).
Cuando Thutmosis IV se convirtió en faraón, despejó la arena de la Esfinge y colocó una estela entre sus patas (manteniéndose todavía en nuestros días) que describía la visión. Thutmosis IV disgustó a los sacerdotes de Amón erigiendo y dedicando un obelisco a Re-Herakhty al lado del templo de Amón en Tebas. (¡Los sacerdotes tendrían el gusto de saber que este obelisco se levanta ahora al lado de la catedral de San Juan de Letrán en Roma!) También menospreció al clero estableciendo como Sumo Sacerdote de Amón a un sacerdote de bajo rango. El hijo y sucesor de Thutmosis IV, Amenhotep III, construyó un templo a Atón en Tebas y se reveló en favor de todos los antiguos dioses, de origen tanto egipcio como extranjero.
Moisés
En la última mitad de la tercera década de su reinado, Amenhotep III proclamó su decisión de nombrar sucesor a su hijo Amenhotep IV y le dio el cargo de corregente.(13) Amenhotep IV se casó con la presunta heredera Nefertiti,(14) y con la bendición y protección de su padre construyó tres templos más a Atón en Tebas, al lado del templo del dios estatal Amón en Karnak.(15) Probablemente, en un intento por imponerse a los sacerdotes de Amón, Nefertiti (cuyo nombre es una variante familiar de Nefertari) tomó un papel destacado en el ejercicio y ritual de los templos de Atón en Karnak.Sin embargo, la construcción de templos adicionales a Atón en Karnak fue percibida por los sacerdotes de Amón como una afrenta intolerable más. (En la XVIII Dinastía, estos templos fueron desmantelados y usados como relleno para otros proyectos de construcción).
Si Nefertiti hubiera sido una hija/nieta de Yuya y Tuya, y no completamente de sangre egipcia, esto habría encolerizado aún más a los sacerdotes de Amón. Sin tener en cuenta su linaje, la enemistad entre Amenhotep IV y la autoridad religiosa se había convertido en extrema y posiblemente sería ahora irreconciliable. Tras cinco años en la corregencia, Amenhotep IV cambió su nombre por el de Akhenaton, y dejó Tebas para establecer una nueva capital egipcia, a la que llamó Akhet-Atón (que significa el lugar de descanso u horizonte de Atón). El cambio de su nombre indicaba que ya no se consideraba el hijo del dios Amón, sino el de Atón. En los monumentos que marcaban las cuatro esquinas de la nueva ciudad, Akhenaton se refirió a las odiosas palabras dichas sobre él y sus antepasados por parte de los sacerdotes de Amón. Obviamente, había esperado que la ciudad de Akhet-Atón también fuera su lugar de descanso.
En la ciudad de Akhet-Atón, la antigua religión del Atón recibió una renovación. El diseño del templo de Atón, su ritual, y su simbolismo (representado por un halcón con cabeza de hombre y un disco solar denominado Re-Herakhty) provenían originalmente del dios solar tradicional Ra, cuyo centro de culto había estado desde tiempos muy antiguos en Menfis y On (Heliópolis). A finales de la corregencia, el hombre-halcón fue eliminado del simbolismo de Atón. El Atón se había convertido esencialmente en un dios sin imagen humana o animal.Se consideraba ahora que el disco solar era la única representación física del dios invisible y eterno, Ra, y una deidad en su propio derecho. (El disco solar fue usado después por los reyes de Judá como un sello real "lamelek"). Los cartuchos del dios y padre celestial de Akhenaton, Atón, originaron el nombre de Imram. En la Biblia, Moisés es llamado el hijo de Amram, su equivalente hebreo.
El nombre de la deidad egipcia Atón se transcribe al hebreo como el término Adón.Adón, que se traduce en las biblias como "el Señor" (y también Adonai, traducido como "mi Señor"), se utiliza junto con Yahvé (Yhwh) en la Biblia como los nombres personales exclusivos de Dios. Es más, en tiempos antiguos, el nombre de Yahvé (Yhwh) era escrito, pero nunca pronunciado. Siempre que el nombre escrito de Yahvé (Yhwh) tenía que ser leído en voz alta, se decía en cambio Adón (Atón). La forma escrita de Adón es poco frecuente, sin embargo, su limitado uso es significativo, especialmente en los primeros seis libros de la Biblia (Véase "SEÑOR" en la Concordancia Exhaustiva Strong), en donde se reserva exclusivamente para las aplicaciones siguientes: Moisés se dirige a Dios usando el título de Adón/Atón (Éxodo 4:10,13; 5:22; 34:9; Números 14:17; Deuteronomio 3:23; 7:26; 10:17); a Moisés se le dirigen Aarón (Éx.32:22; Núm.12:11) y Josué (Números 11:28) usando el título de Adón/Atón; y Josué también se dirige a Dios usando el título de Adón/Atón (Josué 5:14 b; 7:7). Como se menciona arriba, hay una relación establecida entre la literatura de la XVIII Dinastía egipcia y la Biblia. El Salmo 104 es un embellecimiento del Himno de Atón, el cual fue encontrado por los arqueólogos en la ciudad de Akhet-Atón.
Las reformas religiosas de Akhenaton incluían el rechazo de la magia egipcia tradicional y la astrología asociadas al culto de Amón, y el rechazo del culto de Osiris con su versión de creencia en el juicio eterno y también la vida después de la muerte. El lugar elegido para la nueva capital de Egipto demostraba el deseo de Akhenaton de establecer un nuevo equilibrio que localizó en el centro geográfico exacto del país. La inhóspitamente caliente y árida meseta olvidada por el Nilo y en la que fue construida la ciudad de Akhet-Atón no estaba ocupada en ese momento, ni lo sería de nuevo después del final de la XVIII Dinastía. La austeridad del emplazamiento no era ningún impedimento para Akhenaton, y construyó rápidamente allí una magnífica ciudad. La construcción de piedra acabada de la antigua ciudad fue sustraída para ser utilizada en otros proyectos de construcción poco después del final de la XVIII Dinastía, sin embargo el sitio nunca fue reocupado otra vez y permaneció en su mayor parte tranquilo hasta el momento de su excavación hace aproximadamente 100 años. Los archivos que contenían la correspondencia política de Akhenaton, conocidos como las cartas de Amarna, no fueron sustraídos y han proporcionado una gran cantidad de información sobre los reinados de Akhenaton y de su padre Amenhotep III.
Las cartas de Amarna generalmente han sido utilizadas para describir a Akhenaton como un gobernante impasible hacia el imperio egipcio, y preocupado exclusivamente por las reformas religiosas locales. Un escrutinio más detallado de las cartas de Amarna, por ejemplo la EA 256 de Mutbaal discutida en la introducción, indica que conocía personalmente a los proponentes de los Habiru y, o estaba perdonando sus acciones, o simplemente no estaba dispuesto a eliminarlos. Otro investigador ha concluido que Akhenaton estaba de hecho dirigiendo el movimiento. Una carta del gobernador cananeo de Jerusalén, también entre las cartas de Amarna, expresa su indignación después de que un oficial egipcio fuera asesinado en Sile por hebreos, y Akhenaton no había hecho nada por ello (Éxodo 2:11-14). A principios del reinado de Akhenaton, una carta al vasallo sirio de Egipto, Aziru, dice, "... el rey no decepciona cuando se enfurece contra toda Canaán." En un momento posterior del reinado de Akhenaton, y probablemente después de que los Habiru capturaran Jerusalén, una carta a Aziru dice, "sabes que el rey no desea ser duro con la tierra de Canaán."
En 1989 fue descubierta la tumba de un antes desconocido visir de Akhenaton. El nombre de este visir, Aper-el, es decididamente semítico/hebreo. No es entonces sorprendente que las repetidas y lastimosas súplicas de los vasallos cananeos y filisteos de Akhenaton en Jerusalén y otras ciudades de Palestina para pedir ayuda contra la turbulenta marea de los Habiru no tuvieran ninguna respuesta por parte de Aper-el, o de otro ministro de Akhenaton, Ay, el hijo de Yuya.
Aunque la ciudad de Akhet-Atón nunca fue reconstruida, ¡hay un pueblo en el lado opuesto del Nilo que ha conservado el nombre de Mal-lawi (o Mallevi, que significa la "ciudad de los Levitas") hasta el presente día! Los levitas son identificados por Osman como ese grupo selecto de nobles y parientes cercanos de Akhenaton y Yuya que constituyeron el sacerdocio de Atón recientemente formado y que sirvieron en los templos de Atón en Tebas y en la nueva capital Akhet-Atón.(37) (En el Sinaí, los levitas eran los partidarios dominantes de Moisés cuando el problema se manifestó.) Mientras Akhenaton todavía estaba en el poder, la mayoría de los hebreos/israelitas o habría permanecido a Zarw,(38) en el delta de Nilo, o en Akhmin, y habría continuado rindiendo culto a su(s) propio(s) dios(es) en su propia lengua nativa. Esto le produjo después a Akhenaton (Moisés) un desánimo (Éxodo 4:10).(39)
En el duodécimo año de la corregencia murió Amenhotep III, y Akhenaton estuvo presente en una lujosa ceremonia en la ciudad de Akhet-Atón, coronado como único gobernante de Egipto.
Tras la muerte de Amenhotep III, Akhenaton tenía el poder total para tratar con el clero de Amón, y este poder fue ejercido en su completa magnitud. Los templos de Amón fueron cerrados y el mismo nombre de Amón fue borrado en todo Egipto.
También se atacaron los nombres de otros dioses, sin embargo con una magnitud algo menor. Este acto de supresión fue precipitado por un número de factores, incluyendo el aislamiento voluntario de Akhenaton, la influencia de sus parientes asiáticos/semíticos, una crisis nacional alimentada por una creciente epidemia, y el veneno de la política sacerdotal de Amón. Está claro que lo que empezó como una reacción a los excesos del reinado de Amenhotep III y un esfuerzo para reformar y simplificar la religión de Egipto, se había convertido ahora en un movimiento caracterizado por el extremismo. Este edicto de Akhenaton tiene un eco en el versículo de la Biblia, "yo ejecutaré mi juicio contra todos los dioses de Egipto (Éxodo 12:12)."
Las reformas de Akhenaton pudieron haber tenido éxito si no hubieran coincidido con una terrible plaga que estaba extendiéndose a lo largo de todo el Oriente Medio. El rápido crecimiento del comercio y el intercambio entre las naciones del Oriente Medio, posible gracias a la estabilidad política de la época, también favoreció la propagación de la enfermedad. Amenhotep III se había fabricado 700 ídolos de Sekhmet, la diosa de la pestilencia, para mantener alejada a la plaga, la cual debió de haber empezado a adueñarse de Egipto a finales de su reinado. Se hacían dos estatuas por día durante todos los días del año proporcionando un "hechizo doble" contra la propagación de la enfermedad.
El autor y especialista en la vida de Akhenaton, Cyril Aldred, sugirió que el entusiasmo con el cual Akhenaton erradicó el nombre de Amón era más similar, sin embargo, a un desesperado intento por detener la devastación de esta misma plaga, la cual se había convertido durante su reinado en una terrible epidemia en Egipto. Como la plaga no cedía, los miles de sacerdotes desempleados y sirvientes de los templos de Amón tuvieron todas las razones para reprochar las reformas de Akhenaton y su rechazo al dios que le había traído a Egipto tanta prosperidad en el pasado. En la antigüedad se atribuían invariablemente tales plagas a la ira de los dioses. Un ídolo personal de Amón encontrado en la ciudad de Akhet-Atón es un indicio de la repugnancia que debió de haber existido al abandonar la seguridad de las antiguas formas de religión.
Contrariamente al cuadro descrito por la Biblia, los egipcios de este periodo se apegaron a un sistema bien definido de moralidad y justicia.Los baños regulares, una buena higiene y una dieta variada también fueron la norma. Una pintura mural encontrada en la ciudad de Akhet-Atón describe el primer cuarto de baño del mundo, y refleja una comprensión de la necesidad de tratar apropiadamente los desperdicios humanos.La plaga indujo una histeria que indudablemente levantó la conciencia de dieta y sanidad a niveles aún mayores, como reflejan las Leyes de Moisés en la Biblia. Según la Biblia, Moisés les dijo a los israelitas que si observaban todos sus mandamientos entonces estarían libres de las enfermedades que los habían afligido en Egipto (Deuteronomio 7:15; 28:60).
Más aún, la práctica de la medicina no era tan primitiva en Egipto como se creyó una vez, especialmente durante los tiempos antiguos. Haciendo uso de siglos de investigación, los médicos egipcios podían diagnosticar hábilmente muchos tipos de heridas, enfermedades y afecciones, y eran completamente pragmáticos con respecto a la probabilidad con la que un paciente podía curarse. Se prescribían los tratamientos físicos y psicológicos para promover la curación. La práctica de la circuncisión es de origen completamente egipcio y africano, y fue adoptada después por los seguidores semíticos de Moisés. Una visión general del conocimiento de los antiguos egipcios en medicina y ciencia se encuentra en las referencias.
En su tercer año de reinado en solitario, Akhenaton nombró a un hermano más joven (o hermanastro), Smenkhara, como su corregente.Esto ocurrió después de lo que parece haber sido un intento desesperado y fallido de engendrar a un hijo regio propio. Se sabe que Akhenaton había tenido seis hijas de su esposa Nefertiti. Como la mayoría de edad de Smenkhara se acercada, Akhenaton se casó con sus tres hijas mayores y tuvo hijos de ellas. Estas uniones engendraron a tres hijas adicionales, y acabó con la vida de su segunda hija mayor en el nacimiento de su hijo. En este respeto también Akhenaton parecía estar maldito.
Después de su nombramiento como corregente, Smenkhara fue enviado a Tebas para volver a abrir el templo de Amón, pero esta concesión a Amón y a sus sacerdotes demostró ser infructuosa. Finalmente, hay pruebas de que el mismo Akhenaton se puso seriamente enfermo.Dos años después del nombramiento de Smenkhara, el reinado de Akhenaton llegó a su fin. Se supone normalmente que Akhenaton murió en este momento, pero esto no puede demostrarse. Por el contrarió, hay fuertes indicios de que Akhenaton no murió, sino que en cambio escogió escapar de la muerte por plaga o asesinato abdicando y buscando el exilio en el Sinaí.
La momia de Akhenaton es la única de la XVIII Dinastía thutmósida (desde Thutmosis I hasta Tutankhamon) que no se ha encontrado. No hay ninguna prueba concluyente de que alguien fuera enterrado en la cámara de la tumba que estaba siendo preparada para él en las colinas situadas detrás de la ciudad de Akhet-Atón. Artículos funerarios originalmente hechos para el entierro de Akhenaton allí fueron modificados y utilizados en cambio en los entierros en el Valle de los Reyes de los dos siguientes faraones. Hay también pruebas de que algunos oficiales continuaron fechando artículos y eventos del principio de su reinado incluso después de que claramente no estuviera durante más tiempo en el poder. Es más, documentos e inscripciones de tumbas fechados en la XIX Dinastía describen a Akhenaton como "el rebelde," "el hereje," y "el caído de Amarna (Akhet-Atón)," proporcionando la prueba adicional de que su gobierno acabó con su caída del poder, y no con su muerte.
La descripción de la vara de Moisés que encontramos en la Biblia es otro indicio de que Akhenaton estaba viviendo desterrado en el desierto del Sinaí. Los faraones poseían muchos tipos de cetros que representaban varios aspectos de su soberanía. La vara coronada por una serpiente de bronce era el cetro que simbolizaba la autoridad faraónica.(62) Se nos dice que este cetro fue destruido después por Ezequías porque se había convertido en un fetiche de culto (2 Reyes XVIII:4).
El Talmud cuenta que Moisés, de hecho, había sido un rey (de Etiopía) durante un tiempo, pero había abdicado a favor de un hijo que engendró una envejecida Reina Madre Adonit (en egipcio Aton-it) de su esposo, el anterior rey. También se consideraba que los faraones de la XVIII Dinastía eran los gobernantes de Etiopía (Cus). Una, y posiblemente la única, acción militar de Akhenaton tuvo lugar en Etiopía (Cus), en donde confirmó su soberanía sobre la región.
Las citas supervivientes de dos historias egipcias proporcionan todavía más pistas con respecto a la verdadera identidad de Moisés. La Historia de Egipto (Aegyptiaka) escrita en griego en el siglo III a. C. por el Sumo Sacerdote egipcio de Heliópolis conocido como Manetón, registró detalles sobre Moisés y el Éxodo. También, los cinco volúmenes de la Historia de Egipto escrita por Apión en la primera mitad del siglo I d. C. contenían un pasaje sobre Moisés que fue citado por el historiador judío Josefo.(66) Josefo (hacia 70 d. C.) transmitió del trabajo de Apión que Moisés había construido templos en Egipto, los cuales estaban orientados hacia el este, tenían los techos abiertos al sol, y utilizaban un obelisco modificado. Éstas fueron todas las características distintivas de muchos templos de Akhenaton.
Los extractos de la historia de Manetón citados por Josefo y el historiador cristiano Eusebio (cronista de Constantino) sitúan específicamente el Éxodo bajo Moisés durante el reinado de Amenhotep IV (Akhenaton) después de un periodo de 13 años marcado por la pestilencia, la rebelión y la violación de los templos egipcios y sus dioses. Ésta es una descripción exacta del traumático periodo de 13 años durante el cual Akhenaton gobernó Egipto desde la nueva ciudad de Akhet-Atón.Josefo, que también era judío, se tomó los relatos de Manetón y Apión como una gran ofensa. Careciendo de cualquier evidencia sólida para contradecir estas fuentes, Josefo simplemente recurrió a denunciar los relatos como "ridículos" y "absurdos." ¡Afortunadamente, citó bastante literalmente de Manetón y Apión para demostrar ahora que no
La tradición judía nos dice de Moisés que fue encontrado en las aguas del Nilo por una hija del Faraón; que creció en la corte egipcia, destacando por su talento y valor; que finalmente reconoció su origen judío y que se enfrentó al propio Faraón, enviando las famosas nueve plagas y huyendo de Egipto con todo su pueblo; que atravesó las aguas del Mar Rojo, sepultando al ejército faraónico bajo ellas; que bajo su guía, los judíos vagaron por el desierto portando la misteriosa Arca de la Alianza hasta encontrar la Tierra Prometida de Canáan; que subió al Sinaí donde Yahvéh le reveló las Tablas de la Ley... y que, finalmente, condujo a los judíos hasta su nuevo hogar, aunque a él se le vetó la entrada, muriendo solo en el desierto.
Para muchos exégetas del Génesis, Moisés, por contra, ni siquiera existió realmente, sino que fue un personaje mítico inventado para corroborar el origen divino del pueblo judío.
Otro asunto oscuro lo representa el propio Éxodo del pueblo judío, encabezado por Moisés, pues según el parecer mayoritario de los especialistas en temas bíblicos, tuvo lugar durante el reinado del faraón Merneptah, cuarto rey de la XIX Dinastía, hijo de Ramsés II el Grande. Pero, tal como se pregunta Vicente Vaquero en su artículo ¿Existió Moisés realmente?, verdades y mentiras del Libro del Éxodo, ¿hubo alguna vez un Éxodo? Porque lo cierto es que en todo lo descubierto hasta ahora por los egiptólogos no hay nada que demuestre que tal hecho tuviese lugar.
Vaquero hace mención, eso si, a la famosa Estela de Israel, descubierta en 1896 en el templo funerario de Merneptah, en Tebas. La estela de granito, cuyas inscripciones tenían como objetivo principal ensalzar la figura del faraón y su victoria sobre los libios en la batalla de Pi-ire, contiene en sus últimas frases unas interesantes referencias a la situación existente en aquel tiempo en Asia, en las que de pasada, se menciona a Israel: "Los reyes enemigos están vencidos, gritan Salam (paz). Ni uno de los Nueve Pueblos del Arco (los beduinos) levanta la cabeza. Arrasado está el país de los Tehenú (los libios). Los hititas están pacificados. Canaán está saqueado. Conquistadas están Gezer y Ascalón. Yenoán ya no existe. Israel está derribado y yermo, no tiene semilla. Palestina es una viuda. Todas las tierras están unidas y pacíficas. Los que eran turbulentos están sujetos por el rey Merneptah, ¡que viva muchos años!".
"El hecho de que los especialistas en el Antiguo Testamento pensaran que el Éxodo tuvo lugar bajo la égida de Merneptah ha originado que esta inscripción se haya hecho famosa y tome una importancia que de otro modo no hubiera tenido nunca, por lo que ha pasado a la historia como "la estela de Israel".
No obstante -apunta Vaquero-, parece olvidarse que, según la Biblia, el faraón que reinaba murió ahogado al intentar atravesar el Mar Rojo en persecución de Moisés y su pueblo, y que Merneptah -cuya momia fue hallada y sometida a diversos reconocimientos- murió como consecuencia de una calcificación de las arterias.
Por otro lado, Luis A. Lázaro, en su artículo Moisés, el mago de Dios, expone otras hipótesis de trabajo existentes sobre la figura de Moisés, como la que nos dice que pudo no ser judío sino egipcio, probablemente un príncipe o sacerdote; siendo él el fundador de la religión hebraica bajo la influencia del culto solar del dios único egipcio Atón.
Algunas cuestiones significativas al respecto: De todas las tribus que acompañaban a Moisés destaca la de Leví, que probablemente serían parientes y el séquito de procedencia egipcia que le acompañó en su aventura, a juzgar por la cantidad de raices egipcias que todavía quedan en los apellidos de los descendientes de aquellos primitivos levitas. Esta tribu operaba como el cuerpo de seguridad personal de Moisés y como casta sacerdotal ostentaba el monopolio del ejercicio de los ritos y la custodia del Tabernáculo (el templo móvil de los judíos durante su éxodo por el desierto) y el Arca de la Alianza.
Además de iniciar personal y oralmente a los sacerdotes del Tabérnaculo -setenta- Moisés transmite la Ley por escrito y se guarda en el Arca de la Alianza, otra influencia clara de los cultos iniciáticos egipcios, donde se guardaban los libros sagrados también en un arca.
Moisés joven en la corte faraónica
En el relato bíblico se exponen las continúas rebeliones que los Hijos de Israel mantienen frente a Yahvéh y a Moisés. El mismo Dios se muestra más intolerante y soberbio que Moisés, cuando intenta en varias ocasiones exterminar a todo el pueblo en masa y los consejos de Moisés le detienen. pudiera haber ocurrido que en una de estas sublevaciones Moisés fuera asesinado por el propio pueblo elegido para transmitirle su iniciación; y que dicho pueblo, tras generaciones de evolución, logró redimir su profundo sentimiento de culpa por tal magnicidio al incorporarle como pieza angular de su Tradición Sagrada.
Otto Rank, uno de los padres del psicoanálisis escribió una obra titulada El mito del nacimiento del héroe, donde descubre cómo todos los pueblos de la Antigüedad revistieron sus orígenes con las míticas vidas de sus héroes. Y en muchas de ellas se dan asombrosas circunstancias comunes: "El héroe es hijo de ilustrísimos padres, casi siempre hijo de reyes. El niño recién nacido es condenado, casi siempre por el padre, a ser muerto o abandonado; de ordinario se le abandona a las aguas en una caja. Luego es salvado por animales o pastores... y tras azarosos avatares termina alcanzando grandeza y gloria..."
Otto Rank recoge los nombres de Sargón, Moisés, Ciro, Rómulo, Edipo, Paris, Perseo, Gilgamesh y otros muchos héroes fundadores de pueblos más desconocidos. Pero el personaje antiguo más conocido que ejemplifica esta leyenda-tipo es Sargón, el fundador de Babilonia hacia el 2800 a.C., tal como recogen textos en escritura cuneiforme, en los que explica, entre otras cosas, el abandono en el río por parte de su madre sacerdotisa dentro de una cesta de juncos...
Habría que recordar que Abraham, considerado el padre dinástico del pueblo judío, fue rey de Ur, ciudad-estado de la antigua Caldea, aunque la Biblia nos lo presente como pastor de ovejas que emigró a las tierras de Canaán. Otro patriarca, Isaac, revela en su ascendencia orígenes egipcios. Jacob y José dejan entrever su origen fenicio. Probablemente serían líderes de pueblos distintos, que siglos después que Moisés la leyenda enlazó en una misma cadena genealógica, para dar cierta fuerza a sus ancestros y confianza a sus descendientes.
El sacerdote egipcio Manathón, que compiló los datos más exactos de las dinastías faraónicas, afirma que Moisés era un sacerdote de Osiris. La propia Biblia reconoce que Moisés fue educado en los templos egipcios y que ostentaba un alto cargo político, como inspector del Imperio en las tierras de Gosen, donde se asentaba una parte importante del pueblo judío.
En la crónica de Flavio Josefo se dice que Moisés era un jefe militar egipcio, que había conducido una victoriosa campaña militar en Etiopía, justo en el lugar donde se retira refugiado, se casa con la hija del sumo sacerdote y descubre por primera vez a Yahvéh en una zarza ardiente.
Moisés en el Mar Rojo
En otro pasaje bíblico (Éxodo, IV) se menciona a Moisés como "torpe de lengua", de tal forma que necesitaba a su hermano Aarón para comunicarse con los judíos. Tal vez esto fuera debido a que Moisés no hablaba hebreo y por tanto necesitaba de la ayuda de algún intérprete, al menos al principio del viaje.
Si Moisés era egipcio, ¿Qué pudo hacerle abandonar su tierra y sus nobles funciones para adentrarse en el desierto con una horda de inmigrantes e incultos judíos?. Conocido es el desprecio histórico que sentían los egipcios por los pueblos extranjeros. Por otro lado, los judíos eran herméticos en sus costumbres y endogámicos en sus relaciones. ¿Cuál fue el motivo que les impulsó a elegir a un egipcio como su jefe, legislador y profeta de una nueva religión?.
Existen numerosas contradicciones históricas en el relato bíblico del Éxodo, probablemente destinadas a dar coherencia forzosa al orígen mítico del pueblo de Israel, como el único de toda la Tierra elegido por Dios para consolidar una Alianza Cósmica.
Significativo es que Herodoto cite a los fenicios y asirios de Palestina (los judíos) como practicantes de la circuncisión, costumbre que confesaban haber heredado de Egipto.
Según Freud, "conceder que la circuncisión era una costumbre egipcia introducida por Moisés, casi equivaldría a aceptar que la religión mosaica también había sido de origen egipcio". Esta posibilidad es también contemplada por historiadores como Melle Sellin. Para argumentar esta hipótesis nos remontaremos a la gloriosa XVIII Dinastía, cuando Egipto se transformó en potencia mundial.
Hacia el 1375 a.C. sube al trono el joven faraón que pasaría a la Historia con el nombre de Akenatón. Durante los diecisiete años que duró su reinado impuso a todo el imperio una nueva religión monoteista de adoración al Dios Supremo -Atón- cuyo símbolo visible era el disco solar, como fuente de radiación de la energía y de la luz. Encontramos versos áureos de Akenatón a su Dios Universal que nos recuerdan a los salmos de los profetas judíos y, más tarde, al Corán de Mahoma. Y dice el Faraón: "¡Oh Tú, Dios Único! ¡No hay otro Dios sino Tú!" Y es curiosa esta línea genealógica que geográfica y religiosamente entronca tres grandes culturas en el tiempo: El Atón de Akenatón, el Yahvéh de Moisés y el Allah de Mahoma. Las similitudes de esta sucesión religiosa semítica son fascinantes y demasiado extenso sería desarrollarlas aquí.
¿No pudo ser que Moisés fuera un sacerdote de la Escuela de On, templo dedicado a Atón, y coetáneo seguidor del faraón iluminado?.
Las fechas coinciden. Podría ser que Moisés, viendo destrozado el culto al Dios Único a la muerte de Akenatón y siendo gobernador militar de la provincia limítrofe de Gosen, decidiera llevar a cabo el experimento social más arriesgado de la Historia: crear "casi de la nada" un pueblo, una religión y una nación.
Para el autor angloegipcio Ahmed Osman, célebre por haber identificado al abuelo de Akenatón, Yuya, con la figura del José del Génesis, atacó en 1990 con otra nueva hipótesis. Osman consiguió extender lazos bastante verosímiles para argumentar que Moisés y Akenatón habrían sido la misma persona.
Akenatón"
Akenatón, faraón de la XVIII Dinastía que instauró el culto al Dios Único Atón.
Las Tablas de la Ley estaban escritas con signos jeroglíficos, probablemente egipcios, pero ¿decían lo mismo que nos cuenta la Biblia?
Elohim, Adonai... El Dios Único ancestral de los judíos antes de la revelación de Yahvéh ante Moisés.
En el Pentateuco se mencionan a los nombres de Yahvéh, Elohim y Adonai para referirse a Dios. Según Gressmann: "Los nombres distintos son el índice evidente de dioses primitivamente distintos. Pudiera ser que en un principio, todos aquellos nombres fueran índices del choque de fuerzas entre las primitivas tribus hebreas, y que al final prevaleciera la más poderosa y cruel de ellas. Moisés se acoplaría a esta tradición semántica de su pueblo elegido y utilizaría sagazmente sus costumbres religiosas ancestrales para conducirles por donde sólo él sabía".
Históricamente, Yahvéh era un dios primitivo, volcánico, cruel, patriarcal, celoso y vengativo, adorado por las tribus medianitas de Qadesh, un oasis situado al sur de Palestina, entre la península del Sinaí y Arabia, a quien las enseñanzas egipcias de Moisés y después los profetas intentarían dulcificar y darle un sentido universal. Y para ello Moisés no dudó en emplear una alta magia que es signo inequívoco de que había bebido en los Misterios Egipcios, por lo que sabía preservar los secretos, como el referido al hecho ya citado de guardar los libros sagrados en un arca (como Moisés hizo con las Tablas depositadas en el Arca de la Alianza) llevado a cabo por los cultos iniciáticos egipcios, Tradición ésta que no salió nunca del Templo.
Son diversas, además, las coincidencias entre Atón y el Dios de los judíos, un "pueblo elegido" que terminó asesinando a su libertador Moisés... Y fue gracias a su inmolación, al igual que después ocurriría con Jesús, que su religión se implantó en el inconsciente del pueblo judío, terminando por transformarse con el tiempo. Por eso tiene sentido como expiación del tremendo pecado cometido, el epitafio final de la obra de Moisés a modo de terrible maldición sobre su propio pueblo, que en castigo a su rebeldía lo condena a dispersarse por el mundo y a sufrir sin consuelo los males más terribles. Y todo esto ocurre antes de la conquista de Canaán.
Pero debemos tener en cuenta, antes de crearnos una imagen ya demasiado definida sobre lo que representa Yahvéh en el Antiguo Testamento, las palabras de Félix Gracia en su artículo Yahvéh, el Señor de las fromas. "Algunos comentaristas bíblicos y escritores -dice Gracia- han contribuido con sus opiniones a difundir una imagen de Yahvéh como Dios severo, sanguinario y cruel"; Y se pregunta: "¿es ésta, en realidad, su esencia profunda?". A este respecto, el escritor español añade: "el hombre no puede juzgar la acción divina como algo que está fuera de él mismo, ya que Hombre y Dios pertenecen a una unidad irrompible. Cuando esta unidad se quiebra, el mundo cae, y toda la Craeción lo refleja". Y continúa: "el estado normal de las cosas contempla al binomio Dios-Hombre como una realidad inseparable, no disociada. El problema del mundo nace cuando esa entidad se rompe". "La Creación es un proceso en marcha, donde el Hombre, fiel a su dignidad de origen divino, llega a ser el instrumento de la potencialidad creadora".
Luis A. Lázaro finaliza su disertación sobre Moisés con estas palabras: "No queremos complicar más las cosas, añadiendo nuevas piezas y especulaciones a este trabajo. Muchas cosas más podrían ser dichas, pero... Lo cierto es que Moisés fue sin duda el fundador del monoteísmo, de la idea de un Dios Único y de una religión universal, que a través de la maldición del pueblo judío, dispersado entre las naciones por siglos, se ha mantenido y ampliando, alcanzando todos los rincones de la Tierra.
Una de las cosas que cabría añadirse, y que tal vez Lázaro no haga por pudor o por mera cuestión de espacio editorial, si la detalla sin el menor escrúpulo, y hasta con desenfado e ironía (irreverencia seguro que para algunos), Joaquín Grau, creador de la técnica regresiva Anatheóresis, en su artículo Moisés, ¿realidad o mito?, redactado para un monográfico sobre los Grandes enigmas del Antiguo Testamento publicado por la revista Más Allá de la Ciencia.
En él, tras una jocosa exposición de los pormenores del éxodo, así como de las figuras y hechos de Moisés y Yahvéh, pone el dedo en la llaga al referirse al pasaje del Mar Rojo, en que va conduciendo a los judíos una nube desde la que Yahvéh habla a unos cuantos elegidos. Y, al parecer, lo hace a través del Arca de la Alianza. De esta forma la narración bíblica encaja perfectamente en la versión ufológica del éxodo, en la que Yahvéh no sería otra cosa que una especie de comandante de una "escuadrilla de OVNIs".
También a los defensores de un Arca de la Alianza, cuya naturaleza es la de un artilugio tecnológico radiotransmisor para comunicarse con "Dios", se les abren nuevas perspectivas para razonar sus posturas.
Dice Grau: "A estas alturas nadie puede creer ya que Dios sea algo tan patológicamente humano como Yahvéh. Por el contrario, si podemos entender que unos simples extraterrestres con alta tecnología puedan encerrarse en un gas-nube, comunicarse a través del Arca, facilitar el paso por el Mar Rojo u originar las terribles plagas que asolaron Egipto... Y también está la existencia de otro artilugio que acompañó y alimentó a los judíos durante los cuarenta años que duró su éxodo (¿por qué tantos?); nos estamos refiriendo a la "máquina del Maná" de la que hablan diversas tradiciones cabalísticas y zoháricas, y que según esas mismas tradiciones custodiaron y se hicieron cargo de su mantenimiento los sacerdotes de Leví. Pero esa es ya otra historia...
Si las teorías de los ingenieros Sassoon y Dale se corroboran mediante el descubrimiento arqueológico del "Anciano de los Días", también conocido como "máquina del Maná", se confirmaría que un "Dios" tecnológico proveyó al "pueblo elegido" de herramientas de diseño.
Y otro tanto de lo mismo sucedería si se encontrase el Arca de la Alianza, o si los que dicen guardarla decidiesen mostrarla al mundo.
En el caso de Abraham, de este personaje solo existen referencias en la biblia en un tono mas bien mítico, seria como preguntar como sabriamos si Hércules existio realmente. Es un personaje al que se le atribuyen determinados rasgos y cualidades con el fin de transmitir algun determinado mensaje o enseñanza (Abraham significa padre de errantes en hebreo, tuvo 12 hijos que fundaron las doce tribus de israel, etc) . Esto ocurre en el judaismo pero tambien en otras religiones orientales de pueblos semitas, como el Gilgamesh de los acadios, en cuya epopeya esta basado en gran parte el Noe de la tora, por ejemplo. No existe ningun documento historico de la época ni ninguna fuente arqueologica que nos haga pensar que su historia este basada en una persona real. Respecto a lo de las tablas de Ebla, decir que para empezar NO HACEN REFERENCIA A NINGUN PROFETA, tan solo aparece algun nombre semita, como is-ma-il, por supuesto no como el profeta biblico, y ni siquiera Abraham sale mencionado, repito, el nombre de Abraham no sale mencionado en las tablas de Ebla, aunque hay muchas paginas de internet que mienten al respecto. Encima de todo las invasiones de nomadas amorreos conquistan mesopotamia sobre el año 1900-1800 a.c. , en el caso de que Abrahan, (que recuerdo, era un amorreo de la ciudad mesopotamica de Ur) sea un personaje real este seria uno de ellos, lo cual lo situa en una epoca posterior a la datacion de las tablas, aunque como ya he dicho dos veces mas, no aparece. Bueno tambien aparecen referencias a nombres de ciudades a las cuales tambien se les cita en la biblia, lo cual es normal ya que es muy probable que esas ciudades existieran realmente, lo cual no me parece una prueba de nada, nose.
Respecto a Moises, pues se podria decir lo mismo. No existen referencias de la época que se le atribuye, ni hebreas ni egipcias ni de ningun tipo, sino que estas siempre son muy posteriores siendo la posibilidad de que estas referencias se basen en la tradicion judia. En definitiva, no hay informacion concluyente al respecto y la que hay nos apunta por otros derroteros. Haz tus propias conclusiones.
Bueno y por la fe puedes creer firmemente que estos son personajes historicos cuya realidad es similar a la que es narrada en la Biblia, eso si.
Claro esta que la relatividad de la existencia de los personajes seudo-históricos esta en entredicho por las leyendas que se tejen a su alrededor. Mas aun los personajes bíblicos. Estimemos entonces, que la leyenda es un volatizador histórico. Refiriéndome a su pregunta, sepa usted que la Biblia no es un libro de historia, la Biblia es un código de conducta para una sociedad, por lo tanto, cada hombre o mujer que aparece en la Biblia se tiende a idealizar como un aglutinador de conductas cívicas. Sin embargo, siempre tendremos la duda hasta que no se pruebe con certeza si existieron o no. Ahora, la existencia es una duda que no podemos descartar, pero ¿sus aventuras? Es tema distinto. Sepa usted que uno de los lugares mas venerados por el cristianismo, el judaísmo y el Islam es LA TUMBA DE LOS PATRIARCAS, ubicadas en la localidad de Hebron, al lado de Cisjordania, en pleno corazón de Judea. La tradición religiosa dice que ahí están enterrados, en pares, los padres de la religión, partiendo por Adán y Eva, Abraham y Sara, Isaac y Rebeca y por ultimo, Jacob y Lia. ¿Serán ellos? No lo sabremos hasta que las pruebas arqueológicas se hagan, pero no se han hecho por respeto a la transpersonalidad social, que vaya que pesa en un pueblo. Desde mi parecer, considero que no.
Por lo de Moisés, en el siglo XIX, el egiptólogo Víctor Loret, encontró la tumba de un tal Meses, y por los jeroglíficos en su tumba se sabe que fue un personaje en el Egipto de su tiempo, que se fue de allí y estuvo mucho tiempo vagando. Se especula que fue en el tiempo que el faraón cambio el culto de Amon por el de Akenaton. Ante ello, Meses como buen monoteísta, se fue hasta que la calma regreso. Se especula que puede ser el mismo Moisés bíblico, pero siempre esta la duda.
Fué moisés, realmente, el primer monoteísta, dentro de la atradición de Abrahám? No existió acaso un Farón rebelde , Akhenatón,
que trastornó el sistema religioso de Egipto durante la XVIII dinastía, instaurando el culto a un dios único e universal . el Atón? Cuál puede ser la relación entre estos dos personajes? En este libro, el autor, un egiptólogo juicioso, recoge la hipótesis que en el año 1938 sostuviera Sigmund Freud, en su libro, MOISÉS, EL PRIMER MONOTEÍSTA, en el sentido de que los dos personajes sean en realidad el mismo. Mediante un examen ehaustivo de pruebas documentales tanto históricas, litararias, como lingüuísticas, el autor nos lleva a un viaje fascinante hasta el Egipto de los tiempos anteriores al éxodo judío, finales de la ínastía XVIII e inicios de la XIX, haciendo algunas precisiones en cuanto a las fechas de los sucesos, de los reinados de los faraones, y lanzando hipótesis sugestivas acerca de la naturaleza misma de la religión Hebrea en sus inicios. Tema importantísimo, por cuanto la figura de Moisés, de primer orden para los tres grandes cuerpos religiosos monoteístas del Medio Oriente, merece todas las precisiones respecto de su realidad histórica y de sus fundamentos Teológicos.
Junto a una monumental base documental e histórica, busca un punto de encuentro entre las dos culturas, la Hebrea y la Egipcia, encontrándola en el personaje de José, el hijo de Jacob, quien en virtud de su posición privilegiada en la administración del Imperio a raíz de la interpretación correcta de los sueños del Faraón, posiblemente Tuthmosis IV, trajo a su padre y su tribu a vivir en Egipto bajo su protección. Este personaje, ha sido identificado por los Egitólogos como Yuya, cuya tumba ya ha sido descubierta y sus características definidas. A partir de aquí, desu unión con la casa real Egipcia, por medio de su hija , casada con el posterior Faraón Amnehotep III, se podría seguir la línea estirpe Hebrea de Amnhotep IV, posterior Akhenatón.
Un libro apasionante y fácil de leer, escrito en 1989, que trae a la palestra un tema bien interesante, hoy en día que los temas bíblicos han vuelto al primer lugar en el interés de todos los lectores del mundo.
El Evangelio Según Egipto
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