domingo, 24 de agosto de 2008

Los preceptos gnósticos sobre la naturaleza de Jesús el Cristo

Los preceptos gnósticos sobre la naturaleza de Jesús el Cristo

Los preceptos gnósticos sobre la naturaleza de Jesús el Cristo, distan mucho de las enseñanzas sionistas que imperan en la mayoría de la iglesias de gran envergadura. En primer lugar, es importante destacar que es falsa la mentira judía de que en Palestina, en tiempos de Jesús, la casi totalidad de la población palestina (salvo por los ocupantes romanos) era judía. Palestina estaba habitada por un gigantesco y muy variado vergel de muy diversos pueblos y naciones. Siendo los judíos sólo una pequeña minoría, que además, estaba recluida en específicos puntos geográficos por el suelo palestino.

Jesús nace en Galilea, el nombre de esta tierra deriva de la palabra Galia, la más conocida nación celta. Así, los galileos eran colonos galos, celtas, de raza aria, en su mayor parte. Además, Jesús era llamado “el Nazareno”, que no es un término toponímico, como creen muchos. Nazareth es una ciudad que no existía en tiempos de Cristo (se fundó unos dos siglos después como establecen muchos cronistas de la época). Nazareno era el término que los judíos daban a las personas extranjeras dentro de su sociedad. Significa en hebreo algo así como “de nariz recta”, es decir, con rasgos europeos y no semíticos.

El mismo término nazareno se aplicaba al valeroso guerrero Sansón, seguramente de origen ario.

De los doce apóstoles de Jesucristo, once eran galileos (arios) y uno sólo provenía de Judea. Se trataba de Judas Iscariote, el único que era judío (ó judío puro), el único proveniente de la zona donde los judíos eran mayoritarios. Así, Jesús tenía once discípulos arios, y uno judío; Judas, el codicioso traidor.

Además, otro mito falso que nos han hecho creer en la propaganda sionista, es que los esenios eran judíos, una secta del judaísmo. Esto es falso, pues los mismos esenios sentían un profundo desprecio y temor por los judíos. Los esenios eran muy espirituales, místicos, con disciplinarias estructuras monásticas en las cavernas y campamentos donde vivían. Y eran estudiosos de la Gnosis. Contantemente atacados y asediados por los judíos. Las comunidades autónomas esenias se cerraron en si mismas. Esta información la podemos extraer de los Pergaminos del Mar Muerto, los cuales describen bien lo arriba descrito. Lamentablemente, los Pergaminos del Mar Muerto, ó de Qumran, están en manos de la Universidad Hebrea de Israel, de la Iglesia Católica y de los masónicos Estados Unidos. Estas tres fuerzas totalmente dominadas por el judaísmo, impiden la publicación de los pergaminos, los cuales demostrarían, no sólo la estirpe gnóstica de los esenios, sino además, el que Jesús era esenio y gnóstico.

Las teorías de los años perdidos de Jesús, que no han sido comprobadas, aseguran que el futuro Cristo pasó sus años perdidos en India, Egipto y Gran Bretaña, donde fue iniciado en los conocimientos esotéricos del hinduismo, del druidismo y del misticismo egipcio. Es decir, Jesús se iniciaba en los más profundos secretos mágicos del paganismo ario. De la enseñanza espiritual indoeuropea.

Pero, otros estudiosos de evangelios apócrifos, creen que Jesús fue esenio y estuvo conviviendo con ellos la mayor parte, ó la totalidad de sus años perdidos. Juan el Bautista también era esenio. Quizás el último remanente que queda actualmente de los esenios son los mandeos, un colectivo religioso compuesto por 44.000 personas que habitan entre Iraq e Irán.

Jesús era un mago, el término carpintero en arameo (la lengua hablada por Cristo) es kadash, idéntico al término mago. El Sanedrín, conformado por los más crueles y sedientos de sangre sacerdotes judíos fundamentalistas, no podía permitir que un nuevo mago, un maestro cósmico, un avatar, predicara una doctrina a todas luces antisemita.

Jesús dijo a los judíos “su Dios es el Diablo”. Y los trató como usureros en el Templo. Los criticaba en todas las formas posibles (acusándolos de discriminar a las clases bajas, discapacitados y demás, que debían sentarse “en la parte externa del Templo”). Jesús, al igual que Mahoma, declararon usureros a los judíos y se manifestaron totalmente contrarios a sus valores y cultura.

Así, el Sanedrín, selló el fin de Jesús, y lo compró con uno de su calaña. Con Judas, que lo vendió por 30 monedas de plata. No les bastó con darle muerte, tenían que torturarlo y humillarlo.

Pero Jesús era un avatar ario. Una encarnación de la divinidad. Jesús era como Hércules, el cual fue forzado a pasar sus duras doce pruebas antes de ser un dios divino en el Olimpo. Así como Zarathustra, Mitra, y Krishna, e incluso Buda. Todos ellos semidioses arios. Como el Thor nórdico, el Cuchulain celta, el Perun eslavo. Incluso Mahoma, el avatar de los blancos árabes. Todos, a su manera, contrarios al judaísmo.

Jesús, como avatar ario, pasó las duras pruebas iniciáticas (como el ascetismo que casi mata de hambre a Buda, ó como el martirio de Odín en el Ygdrassil), resucitó y logró la Iniciación, la transfiguración en el monte de Siló. Allí, al lado de Pedro y otros discípulos, Jesús se unió con Dios. Con el Absoluto de la doctrina hermética.



Jesús es un Cristo Cósmico (incluso la palabra Cristo es aria, viene del griego y significa iluminado, como Buda en sánscrito). Así, Cristo nos muestra, como todos los avatares arriba mencionados, el camino del humano al dios. El paso de los mundano a los divino. La Evolución Cósmica.



Las diversas agrupaciones que surgieron durante la Edad Media, cuando la Iglesia Católica judaizada dominaba, eran llamadas herejías, especialmente cuando acercaban la doctrina cristiana a las enseñanzas arias gnósticas. Así, por ejemplo, los Caballeros Templarios, los Caballeros Teutones, los Cátaros y los Antiguos Rosacruces (todos los anteriores eran judeofóbicos), mostraban un desarrollo sorprendente de arquetipos arios y de cristianismo gnóstico. La Iglesia los persiguió como si fueran producto del mismo demonio, y las destruyó por todos los medios posibles (particularmente con el genocidio de Templarios y Cátaros). En el caso de los rosacruces, que no pudo perseguir porque las condiciones sociales de la época no lo permitían, se infiltró la Masonería, y hoy, la mayoría de los grupos rosacruces son filomasónicos y estudian la Cábala judía (el judío Newton fue rosacruz).

Incluso la Reforma Protestante, en sus orígenes, fue un movimiento antisemita y anticatólico, que parecía ser un deseo subconsciente de europeizar y arianizar el cristianismo. Pero hoy, las mayoría de los protestantes son sionistas.

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