La orientación del Templo de Jerusallén hacia el Este llevó a teorías especulativas respecto al carácter solar de Yahvé. El sol evocaba la dimensión luminosa de la presencia divina. Otras metáforas para Yahvé que incluyen en su descripción la raiz verbal *zrh, “ascender”, en Deuteronomio 33:2, Isaias 60:1. Oseas 6:3... Los nombres Bíblicos y extra Bíblicoa con los elementos *shr, “amanecer”, zrh, “elevarse-ascender”, y *n(w)r, “luz” pueden señalar a un Yahvismo solar.
Ezquiel 8:16 y 2 Reyes 23:5, critica el culto solar en el templo de Jerusalén en las últimas décadas de la monarquía en Judá. Algunos estudiosos dicen que la cita apunta a la adoración del sol, sea en tanto que práctica indígena o como resultado de la influencia Mesopotamica o Aramea. Ezequiel 8:16 pertenece a una sección que detalla un número de práticas cultuales (incluyendo culto a los idolos y mujeres llorando a Tammuz) llevadas a cabo dentro del recinto del Templo.
La denuncia de varias prácticas en el Templo, 2 Reyes 23:11 incluye “el carro del sol”. El cuadro es aparentemente un carro llevando al sol en su recorrido, tirado por caballos. Figuras de caballos con un disco solar sobre sus cabezas han sido descubiertas en niveles de la Edad de Hierro en Laquis, Hazor, y Jerusalén. Dos sellos pertenecientes al periodo Persa muestran a un toro con el disco solar entres sus cuernos. Parece según Ezequiel 8:16 y 2 Reyes 23:11 que sea una adoración del sol o de un Yahvé solar tuvo lugar en el Templo durante los años finales de la monarquía en Judá.
Job 31:26-28 se refiere a un rito astral, aunque su precisa realización no está clara. Como en 2 Reyes 23:5, esta cita conecta el culto al sol con el culto a la luna. Sea un desarrollo indígena, sea una importación extranjera, estas prácticas eran permitidas por la dinastía Judía a veces junto al culto de su dios nacional.
Siguiendo la tradición del cercano Oriente, la procesión de la gloria “divina” (kabod) descrita en Ezequiel 43:1-5 quizás combina un lenguaje de diferentes ambitos naturales. El retorno del dios guerrero Ningirsu a su templo es descrito en lenguaje tanto solar como de la tormenta. Un azulejo del reinado del monarca Asirio Tukuli-Ninurta del siglo noveno también provee una descripción análoga a la de Ezequiel 43:1-5. El azulejo describe al dios Asur montado en el disco solar alado con un arco apuntando a los enemigos del rey. A cada lado hay nubes de tormenta con lluvia cayendo. El Enuma Elish 1:101-2, 157 y 11:128-29 aplica cualidades solares a Marduk, aunque el lenguaje de la tormenta es más característico de él. La combinación de imágenes solares y de la tormenta e iconografía en fuentes Mesopotámicas y textos bíblicos da lugar a un tema importante. Combinando los dos tipos de fenómenos naturales , los Salmos 50:1-3 y Ezequiel 43:1-5 sugieren que la naturaleza divina está más allá de la identificación con un solo fenómeno natural, pero también se ha demostrado estar sobre y trascendiendo esos fenómenos naturales. Como Ningirsu y Marduk, Yahvé es “sobrenatural”.
Esta perspectiva puede explicar la crítica del culto solar en el Templo por parte de Ezequiel 8:16. De acuerdo con esta cita, convertir a Yahvé en el sol reducía lo divino a una forma de idolatría natural, quizá identificada con una deidad extrajera. No hay, no obstante, evidencia de un culto separado al sol, y la explicación de influencia extrajera es demasiado especulativa.
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