Algunas personas realmente creen que sólo porque tantas palabras y tinta se han empleado para diseminar la palabra de un personaje a través de la historia, que esto debe querer decir que él realmente vivió. Este argumento no es válido. El número de personas que creen o escriben sobre algo o los títulos profesionales que tienen no dicen nada en absoluto sobre los hechos. Los hechos se derivan de la evidencia, no de las habladurías, no de deseos y ciertamente no de fieles creyentes. Independientemente de la posición o admiración que mantenga un estudioso, creyente o sacerdote, si él o ella no puede respalda su hipótesis con buena evidencia, entonces sólo puede quedarse como hipótesis.
Mientras existe la posibilidad de que un Jesús vivió, una posibilidad más probable es que una mitología se pudo haber generado de mitologías más antiguas. Aunque no tenemos evidencia para un Jesús histórico, ciertamente tenemos muchos recuentos de las mitologías del Medio Oriente y Egipto durante el primero silgo y antes. Muchas de estas historias son muy similares a la historia de Cristo el salvador.
Justo antes y durante el primer siglo, los Judíos habían profetizado sobre la llegada de un Mesías basándose en las escrituras Judías. Sus creencias influenciaban a muchos de sus seguidores. Sabemos que creencias poderosas pueden crear profesías auto-complacientes, y segurante esto se probó verdad en tiempos antiguos. Sirvió como un sueño popular expresado en Escrituras Hebreas para la promesa del “fin de los tiempos” con un salvador que los llevaría a la tierra prometida. De hecho, los registros Romanos muestran las ejecuciones de varias personas proclamadas “Mesías” (pero ni uno solo muestra un registro de un Jesús). Muchas de las personas en la antiguedad, creían que vendría una guerra final contra los “Hijos de la Oscuridad” — los Romanos.
Esto bien pudo haber servido como el inicio del futuro crecimiento del Cristianismo. Sabemos que los antiguos Cristianos vivían dentro de comunidades paganas. Las creencias de las escrituras Judías unidas a los mitos paganos de la época dan suficiente información sobre como dicha religión se pudo haber formado. Muchos de los mitos Helenísticos y paganos se asemejan tanto al supuesto Jesús que ignorar esas similitudes significa ignorar las creencias mitológicas de la historia. Decenas de historias de salvadores similares se han propagado por las mentes de humanos mucho antes de la supuesta vida de Jesús. Virtualmente nada sobre Jesús “el Cristo” llegó a los Cristianos como original o nuevo.
Por ejemplo, la religión de Zoroaster, fundada alrededor del 628-551 A.E.C. en la antigua Persia, enseñaba a hacer enemigos del espiritu del mal angra maniyu "diablo", la creencia en un paraíso, el juicio final y la resurección de los muertos. El Mitraísmo probablemente influenció al Cristianismo inicial. Los Sabios que se describen en el Nuevo Testamento aparecen como sacerdotes Zoroastrianos. Nótese la que la palabra “paraíso” viene del Persa pairidaeza.
El dios mítico egipcio Horus, dios de la luz y la bondad tiene muchos paralelos con Jesús (Leedom, Massey). Algunos ejemplos:
* Horus y el Padre son uno mismo.
* Horus el Padre se manifiesta en el hijo.
* Horus, luz del mundo, representado un por ojo simbólico, la señal de la salvación.
* Horus dictó el camino, la verdad y la vida en nombre y en persona.
* Horus fue bautizado con agua por Anup (Jesús fue bautizado con agua por Juan).
* Horus, se le conoció como el Buen Pastor.
* Horus, representado como el Cordero.
* Horus, representado como León.
* Horus, se le identificaba con la Cruz de Tat (Jesús con la Cruz).
* La trinidad: Atum el Padre, Horus el hijo, Ra el Espíritu Santo.
* Horus el vengador (Jesús quien traía la espada).
* Horus el afligido.
* Horus representaba la vida eterna.
* Horus tenía 12 seguidores (Jesús tenía 12 discípulos).
Según Massey, “El Mesías mítico es Horus en la mitología Osiriana; Har-Khuti en el Sut-Tifoniano; Khunsu en el de Amen-Ra; lu en el culto de Atum-Ra; y el Cristo en los Evangelios es una amalgama de todos estos personajes”.
Osiris, Hércules, Mitra, Hermes, Prometeo, Persus y otros se comparan al mito Cristiano. Segun Patrick Campbell de El Jesús Mítico, todos estos sirvieron como dioses del sol pre-Cristianos, sin embargo todos tenían supuestos dioses como padres, todos tenían vírgenes como madres; su nacimiento fue anunciado por estrellas; todos nacieron durante el solsticio de invierno alrededor del 25 de Diciembre; tuvieron tiranos que quisieron matarlos en su infancia; tuvieron muertes violentas; todos se levantaron de entre los muertos; y casi todos fueron adorados por “hombres sabios” y habían supuestamente ayunado por cuarenta días (McKinsey, Capítulo 5).
El culto pre-Cristiano de Mitra tenía una deidad de luz y verdad, hijo del Altísimo, luchaba contra el mal, presentó la idea del Logos. Los misterios del Mitraísmo pagano incluían el entierro en una tumba de piedra, la resurección, sacramentos de agua y pan (eucaristía), la marca en la frente, el símbolo de la Piedra, los Siete Espíritus y site estrellas, todo esto antes del inicio del Cristianismo.
Inclusive Justino Mártir reconoció las analogías entre el Cristianismo y el Paganismo. A los Paganos, él escribió: “Cuando decimos que la Palabra, nacida de Dios, fue producida sin unión sexual, y que él, Jesucristo, nuestro maestro, fue crucificado en la cruz y murió, y resucitó, y ascendió al cielo; no decimos nada distinto de lo que ustedes creen respecto a esos quienes ustedes consideran hijos de Júpiter (Zeus) (Primera Disculpa, ch. xxi).
Virtualmente todos los recuentos míticos del salvador Jesús tienen paralelos a mitologías paganas anteriores que existieron mucho antes que el Cristianismo y que las escrituras Judías que hoy llamamos el Antiguo Testamento. Los recuentos de estos mitos no dicen nada sobre la realidad histórica, pero sí dicen mucho sobre los creyentes, cómo creyeron, y cómo se esparcieron sus creencias.
En el libro El Acertijo de Jesús, el estudioso bíblico, Earl Doherty, presenta no solo un reto a la existencia de un Jesús histórico sino que también revela que los documentos Cristianos pre-evangélicos muestran que el concepto de Jesús nació de creencias espirituales no-históricas de un Cristo derivado de la escritura Judía y mitos Helenisados de dioses salvadores. En ninguna parte de las epístolas del Nuevo Testamento los escritores describen a un Jesús humano, incluyendo a Pablo. Ninguna de las epístolas mencionan a Jesús de Nazaret, un antiguo maestro, o como un milagroso humano. En ninguna parte encontramos que estos escritores citen a Jesús. En ningún lado encontramos descripciones de algun detalle de la vida de Jesús en la tierra o sus seguidores. Ni si quiera encontramos que los escritores de las epístolas usen la palabra “discípulos” (sin embargo usan el término “apóstol” pero la palabra simplemente quiere decir mensajero, como se vió Pablo a sí mismo). A excepción de dos interpolaciones bien conocidas, Jesús siempre es presentado como un ser espiritual que existió antes de todos los tiempos con Dios, y que el conocimiento de Cristo vino directamente de Dios o como una revelación de la palabra de las escrituras. Doherty escribe, “Los documentos Cristianos fuera de los Evangelios, inclusive a finales del primero siglo y después, no muestran ninguna evidencia de alguna tradición sobre una vida terrenal y ministerio de Jesús haya circulado”.
Más aún, la epístola a los Hebreos (8:4), deja explícitamente claro que el escritor de la epístola no creía en un Jesús histórico: “Si él (Jesús) hubiera estado sobre la tierra, él no sería un sacerdote”.
Estos antiguos documentos históricas no pueden probar nada sobre un Jesús real pero sí nos muestran una evolución de creencias derivadas de variados y diversos conceptos del Cristianismo, iniciando de una forma puramente espiritual de Cristo a una figura humana que representaba ese espíritu, a la representación de los Evangelios. Las historias del Nuevo Testamento aparecen como una mezcla ecléctica de hisotiras Judías, Helenisadas y paganas recopiladas por creyentes exagerados para ser atractivas a una audiencia en sus particulares épocas religiosas.
Lo más revelador de todo, no viene de lo que las personas escribieron más tarde sobre Jesús sino lo que la gente no escribió sobre él. Considere que ni un solo historiador, filósofo, escribiente o seguidor que vivió antes o durante la supuesta vida de Jesús jamás lo menciona!
Si en efecto, los Evangelios muestran una mirada histórica a la vida de Jesús, entonces si algo queda claro de manera prominente dentro de esas historias es que las personas aseguraban que Jesús era conocido ampliamente, no solo por una gran multitud de seguidores, sino también por grandes sacerdotes, el gobernador romano Pilato, y Herodes quien dice haber oído de “la fama de Jesús” (Mateo 14:1). Sólo hay que leer Mateo 4:25 donde se afirma que “Lo siguió mucha gente de Galilea, de Decápolis, de Jerusalén, de Judea y del otro lado del Jordán”.
Los evangelios mencionan, incontables veces, la gran multitud que seguía a Jesús y los montones de gente que se congregaban a escucharlo. Tanta era la gente que se congregaba a escucharlo que Lucas 12:1 dice que “millares de personas se habían juntado, hasta el punto que unos a otros se atropellaban”. Lucas 5:15 dice que “su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírlo”. La persecución de Jesús en Jerusalén llamó tanto la atención que todos los sacerdotes y escribas, incluyendo el sumo sacerdote Caifás, no solo lo conocían sino que ayudaron en su supuesta crucificción (ver Mateo 21:15-23, 26:3, Lucas 19:47, 23:13). La multitud de personas veía a Jesús no solo como un maestro y un curador milagroso, sino como un profeta (Mateo 14:5).
Entonces tenemos los evangelios que describen a Jesús como famoso ampliamente, un profeta y sanador, con grandes multitudes de personas que lo conocían, incluyendo a los más grandes sumos sacerdotes Judíos y a las autoridades Romanas de esa área, ¿y ni una sola persona registra su existencia durante su vida? Si los pobres, los ricos, los políticos, los sumos sacerdotes, y los escribas sabían sobre Jesús, ¿quién no sabría de él?
Luego tenemos un evento astronómico muy particular que hubiera atraído la atención de cualquiera interesado en los “cielos”. Según Lucas 23:44-45, ocurrió que “Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. El sol se oscureció y el velo del templo se rasgó por la mitad”. Sin embargo ni una sola mención de dicho evento eclíptico de 3 horas fue jamás registrado por alguien, incluyendo a los astrónomos y astrólogos, en cualquier parte del mundo, incluyendo a Plinio El Viejo y Séneca quienes registraron eclipses de otras fechas. Nótese también que, por razones obvias, los eclipses no pueden ocurrir durante una luna llena (las pascuas siempre se celebran durante lunas llenas). Tampoco una sola persona contemporánea escribe sobre el terremoto descrito en Mateo 27:51-54 cuando la tierra tembló, las rocas se partieron y las tumbas se abrieron.
Mateo 2 describe a Herodes y a todo Jerusalén como preocupados por la adoración del niño Jesús. Entonces lo que hizo Herodes fue asesinar a todos los niños de Belén. Si hubiera ocurrido un infanticidio de dicha magnitud, ¿por qué nadie escribió sobre ello?
Algunos defensores intentan escaparse de esta problemático asegurando que no vivían historiadores capaces durante ese periodo, o por la falta de educación de las personas que podían escribir, o aun más tonto, la escacés de papel fue la razón por la que nadie hizo registro alguno de su “salvador”. Pero el área y los alrededores de Jerusalén de hecho sirvieron como centro educativo y de registro histórico para los Judíos. Los Romanos, claro, mantenían también muchos registros.
Más aún, los evangelios mencionan escribas muchas veces, no solo como seguidores de Jesús sino que los escribas estaban conectados con los sumos sacerdotes. Y en cuanto a historiadores, vivían muchos durante ese tiempo que tenían la capacidad de registrar, no solo rumores insignificantes, sino eventos significativos, especialmente de una secta religiosa que llamó tanto la atención popular mediante un supuesto famoso y criticado Jesús.
Tomen, por ejemplo, las obras de Filo Judeo cuyo nacimiento ocurrión en el 20 A.E.C. y murió en el 50 E.C. El vivió como el más grande filósofo e historiador Judío-Helenístico de la época y vivió en un área de Jerusalén durante la supuesta vida de Jesús. Escribió recuentos detallados de los eventos Judíos que ocurrieron en las áreas circundantes. Sin embargo ni una vez, en todos sus volúmenes de escritos, leemos un solo recuento de un Jesús “el Cristo”. Ni tampoco encontramos ninguna mención de Jesús en los escritos de Séneca (4? A.E.C. – 65 E.C.), ni del historiador Plinio El viejo (23? – 79 E.C.).
Si en realidad existió un Jesús tan conocido como los evangelios aseguran, ¿algún lector aquí piensa que es razonable que, como mínimo, la fama de Jesús no hubiera llegado a los oídos de uno de estos hombres?
Sorprendentemente, no tenemos ni un solo escritor Judío, Griego o Romano, incluyendo aquellos que vivieron en el Medio Oriente, mucho menos en otras partes del mundo, que jamás mencione a Jesús durante su supuesta vida. Esto parece bastante extraordinario, y encontrarás pocos defensores Cristianos que se atrevan a mencionar este vergonzoso hecho.
Para ilustrar esta extraordinaria ausencia de literatura sobre Jesucristo, imagina revisar literatura del siglo 19 buscando a un Abraham Lincoln pero incapaz de encontrar una sola mención de él en algún escrito en la tierra hasta el siglo 20. Sin embargo, los defensores Cristianos e “historiadores” Cristianos quieren que creas un Jesús verídico sin tener la más mínima evidencia y quieren que confíes en habladurías escritas mucho después de su supuesta vida.
Considerando que la mayoría de los Cristianos creen que Jesús vivió como Dios sobre la tierra, el Todopoderoso ofrece un vergonzoso ejemplo en explicar su existencia. Pensarías que un Creador pudiera al menos tener la habilidad de dejar un poco de evidencia sólida.
Los relatos más “fidedignos” de un Jesús histórico vienen de los 4 Evangelios canónicos de la Biblia. Nótese que estos Evangelios no llegaron a la Biblia como originales y fidedignos de los autores mismos, sino de la influencia de los primeros padres de la iglesia, especialmente el más influyente de todos: Irenaeus de Lyon quien vivió a mitad del segundo siglo. Muchos evangelios heréticos ya existían para esa época, pero Irenaeus consideró solo algunos de ellos por razones místicas. Él proclamaba solo cuatro de ellos; segun Romer, “como las cuatro zonas del mundo, los cuatro vientos, las cuatro divisiones del estado del hombre, y las cuatro formas de las primeras creaturas vivientes — el león de Marcos, el cordero de Lucas, el hombre de Mateo, el águila de Juan (ver Against The Heresies). Los cuatro evangélios se convirtieron entonces en el cánon de la Iglesia para la fe ortodoxa. La mayoría de los otros escritos evangélicos fueron quemados, destruidos o perdidos”. (Romer).
Elaine Pagels escribe: “Aunque los evangelios del Nuevo Testamento — como los descubiertos en Nag Hammadi — se le atribuyen a los seguidores de Jesús, nadie sabe quién escribió realmente alguno de ellos”. (Pagels, 1995).
No solo no sabemos quién los escribió, considérese que ninguno de los Evangelios existía durante la supuesta vida de Jesús, y ninguno de los autores dice haber conocido personalmente a un Jesús terrenal. Súmese a esto que ninguno de los manuscritos originales de los evangelios existe; solo tenemos copias de copias.
El consenso de muchos historiadores bíblicos le pone la fecha al Evangelio más antiguo, el de Marcos, alrededor del 70 E.C., y el último de los Evangelios, el de Juan, alrededor del 90 E.C. (Pagels, 1995; Helms). Esto querría decir que pasaron alrededor de 40 años desde la supuesta crucificción de Jesús hasta el primer Evangelio que lo menciona! Elaine Pagels escribe que “el primer evangelio Cristiano fue probablemente escrito durante el último año de la guerra, o el año en que terminó. Dónde se escribió y por quién no lo sabemos; es una obra anónima, aunque la tradición se lo atribuye a Marcos…” (Pagels, 1995).
La Iglesia tradicional ha mostrado a los autores como los apóstoles Marcos, Lucas, Mateo y Juan, pero los estudiosos saben por investigación de textos crítica que simplemente no hay evidencia de que los autores evangélicos pudieran ser lo mismos que fungieron como apóstoles en la historias de los Evangelios. Sin embargo aún hoy, oímos a los sacerdotes y ministros describir a estos autores como los discípulos reales de Cristo. Muchas Biblias continúan etiquetando las historias como “El Evangelio según San Mateo”, “San Marcos”, “San Lucas”, “San Juan”. Ningún apóstol hubiera declarado su propia santidad antes del establecimiento de la Iglesia de dicho estatus.
Pero uno no tiene que referirse a los estudiosos para determinar la falta de evidencia de su autoría. Como experimento, imagina los Evangelios sin sus títulos. Ahora observa si puedes descubrir quién los escribió leyendo esos mismos textos; intenta encontrar su nombres.
Inclusive si los textos respaldaran la noción de que los apóstoles los escribieron, considera que la vida humana en promedio en el primer siglo era de alrededor de 30 años, muy pocos vivían hasta los 70. Si el nacimiento de los apóstoles ocurrió alrededor del mismo tiempo que el nacimiento del supuesto Jesús, y escribieron los evangelios en su vejez, eso querría decir que Marcos tenía al menos 70 años cuando lo hizo, y Juan más de 90.
El evangelio de Marcos describe el primer evangelio Bíblico escrito. Y aunque Marcos aparece engañosamente después del evangelio de Mateo, el evangelio de Marcos fue escrito al menos una generación antes que el de Mateo. De sus propias palabras, podemos deducir que el autor de Marcos no había escuchado hablar de Jesús ni había servido como su seguidor personal. Quien quiera que haya escrito el evangelio, simplemente aceptó la mitología de Jesús sin cuestionarlo y escribió un recuento crudo y poco gramático de los cuentos populares de la época.
Cualquier lectura cuidadosa de los tres Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) revelará que Marcos servía como el elemento en común entre Mateo y Lucas y era la fuente principal para ambos de ellos. De los 666* versos de Marcos, unos 600 aparecen en Mateo, unos 300 en Lucas.
*La mayoría de las biblias muestran 678 versos para Marcos, no 666, pero muchos estudiosos Bíblicos creen que los últimos 12 versos vinieron después por interpolación. Los manuscritos más antiguos y otras fuentes antiguas no contienen Marcos 16:9-20. Más aun, el estilo de los textos no concuerda y la transición entre el verso 8 y el 9 aparece extraña. Inclusive algunas de las Biblias de hoy, como la NVI excluyen los últimos 12 versos.
El autor de Mateo obviamente había obtenido su información del evangelio de Marcos y la había usado para sus propias necesidades. Él construyó su narrativa para que fuese atractiva a la tradición Judía y la Escritura. Él mejoró la gramática del evangelio de Marcos, corrigió lo que él sintió como teológicamente importante, y aumentó y exageró los milagros y la magia.
El autor de Lucas se admite como un intérprete de material anterior y no como un testigo presencial (Lucas 1:1-4). Muchos estudiosos creen que el autor de Lucas vivió como un gentíl, o al menos, un Judío helenizado e inclusive posiblemente una mujer. Él (o ella) escribió en una época de tensión en el imperio Romano y de su ardua persecución.
Muchos estudiosos modernos creen que el Evangelio de Mateo y Lucas se derivó del evangelio de Marcos y un documento hipotético llamado “Q” (Quelle Alemana, que quiere decir “fuente”). (Helms; Wilson). Sin embargo, ya que no tenemos un manuscrito de Q, nadie puede determinar de ninguna manera su autor o dónde y cómo él obtuvo esta información o la fecha de su autoría. Una vez más, nos enfrentamos a metodología poco confiable y fuentes oscuras.
Juan, el último en aparecer en el Evangelio Bíblico, nos presenta largos discursos teológicos de Jesús, pero no pudieron haber venido como palabras literales de un Jesús histórico. El Evangelio de Juan está en desacuerdo con los eventos descritos en Marcos, Mateo y Lucas. Además el autor (o autores) desconocido de este evangelio, lo escribió en Griego cerca del final del primer siglo, y según Bishop Shelby Spong, el libro “traía dentro de sí una muy obvia referencia a la muerte de Juan Zebedee (Juan 21:23)”. (Spong).
Porfavor entiéndase que las historias por sí mismas no pueden servir como ejemplos de relatos de testigos presenciales ya que vinieron como productos de las mentes de autores desconocidos, y no de los personajes mismos. Los Evangelios describen historias narrativas, escritas casi virtualmente en tercera persona. Además, muchos de los pasajes atribuídos a Jesús pudieron haber venido sólo como invento de sus autores. Por ejemplo, muchas de las declaraciones de Jesús dicen venir de Jesús mismo mientras estaba él supuestamente sólo. De ser así, ¿quién lo escuchó? Se hace mucho más evidente cuando los evangelistas describen sobre lo que Jesús pensaba. ¿A quién le confesó Jesús sus pensamientos? Claramente, los Evangelios utilizan técnicas usadas por escritores de ficción.
De cualquier manera, los Evangelios solo pueden servir, en el mejor de los casos, como habladurías, y en el peor, como ficción, mitología o historias falsificadas.
http://www.diosesimaginario.com/index.php/2009/existio-jesus-otros-escritos-del-nuevo-testamento-parte-4-de-17/
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