Teologia al 5 nivel
Blog dedicado a estudiar la religion judeo,cristiana e islamica
sábado, 16 de abril de 2011
Hipatia una mujer adelantada a su epoca
Hypatia, fue la primera matemática de cuya vida y obra se tiene un conocimiento razonable y es uno de esos personajes de la historia que rompe con todos nuestros esquemas.
En todos los tiempos han existido personas que han sostenido la luz de la racionalidad como una antorcha brillante en medio del oscurantismo propio del misticismo y el fanatismo. En los primeros años del cristianismo hubo una valiente mujer que fue una inspiración para las gentes de sus días y un ejemplo para nosotros. Ella vivió en Alejandría en el siglo V, era matemática, filósofa, científica, una Galileo mil años atrás. Amada por unos y odiada por muchos que predicaban una religión de paz. Se trata de Hypatia. Esta insigne mujer trabajaba como docente e investigadora científica en el Museo adjunto a la biblioteca de Alejandría, aquel maravilloso faro de la Humanidad que iluminó a Occidente por tanto tiempo, que alguna vez tradujo las escrituras hebreas al griego (así se hayan cometido errores pequeños como traducir doncella por virgen y de allí justificar una historia fantástica), que albergó sabios de todo el mundo, que mantenía los saberes de tantos tiempos y lugares.
Era investigadora, científica, filósofa, nunca había sido bautizada como cristiana y a su edad no le había interesado adoptar ese credo, sí, seguramente por un interés ambicioso y egoísta: le gustaba la ciencia y en esa época las mujeres cristianas no hacían ciencia, bueno, tampoco los hombres. Esa era su inmoralidad. Hypatia era admirada por su elegancia, según algunas fuentes por su belleza, pero especialmente por su sabiduría y ecuanimidad. Tal vez por eso era odiada por Cirilo, el obispo cristiano de la ciudad, un pendenciero que le hizo la vida imposible a quienes se le atravesaron por su camino, incluso a cristianos como Nestorio, el patriarca de Constantinopla (la capital del Imperio). Cirilo había heredado el cargo de su tío el obispo Teófilo quien ya había ocasionado muchas persecuciones y destrucciones a los templos de religiones no cristianas. De lo poco no cristiano que quedaba en Alejandría, era el templo al dios Serapis que albergaba al Museo con su Biblioteca, y una comunidad judía pujante.
Nació alrededor del año 370 d.C. en Alejandría, entonces parte de Roma. Hija del matemático Teón, quien fuera profesor y último rector del célebre Museion, lo que podría considerarse la Universidad de Alejandría de entonces. Su padre se propuso hacer de Hypatia un perfecto ser humano, en el más puro sentido clásico griego y parece ser que desde su infancia la rodeó de una atmósfera que estimulara su disposición a explorar, cuestionar y aprender. Al parecer la educación de Teón consiguió su objetivo pues a decir de Sócrates Escolástico, historiador de Hypatia, 120 años después de su muerte: "la belleza, inteligencia y talento de esta gran mujer fueron legendarios y superó a su padre en todos los campos del saber, especialmente en la observación de los astros".
Como parte de su educación Hypatia hizo varios viajes al extranjero por un periodo de alrededor de diez años; al menos en uno de esos viajes estuvo en Atenas y fue discípula de Plutarco y de Temisteo, filósofos griegos fundadores de la escuela neoplatónica. Cuando volvió a Alejandría las autoridades del Museion la invitaron a formar parte del cuerpo de profesores y allí pasó gran parte de su vida dedicada a investigar y enseñar Matemáticas, Geometría, Astronomía, Lógica, Filosofía y Mecánica, ocupaba la cátedra de Filosofía platónica por lo que sus amigos y compañeros la llamaban "la filósofa". Ganó tal reputación que al Museion asistían estudiantes de todo el mundo conocido a escuchar sus enseñanzas sobre "la Aritmética de Diofanto" y su casa se convirtió en un gran centro intelectual. Citando nuevamente a Sócrates Escolástico: "consiguió un grado tal de cultura que superó con mucho a todos los filósofos contemporáneos. Heredera de la escuela neoplatónica de Plotinio, explicaba todas las ciencias filosóficas a quien lo deseara. Con este motivo, quien deseaba pensar filosóficamente iba desde cualquier lugar hasta donde ella se encontraba... pero a más de saber filosofía era también una incansable trabajadora de las ciencias matemáticas".
A pesar de su inteligencia y su belleza nunca se casó ni tuvo descendencia aunque se le atribuyeron varios romances, entre ellos con el prefecto de Roma, Orestes.
A finales del siglo IV el imperio romano, del cual formaba parte Alejandría, estaba muy dividido, tanto en el aspecto religioso como en la lucha por el poder político y social. Aunque la religión oficial era el cristianismo, la Iglesia se había visto en la necesidad de convivir con otras religiones. Los pueblos, que a su paso hacia el oriente, había conquistado Alejandro Magno, profesaban desde el judaísmo hasta una buena cantidad de religiones paganas y sectas consideradas herejes por los cristianos.
Hasta el año 412, a pesar de la situación de efervescencia que se vivía en el Imperio Romano, Hypatia se había mantenido al margen de esta lucha por el poder. Tal vez gracias a que su interpretación del neoplatonismo, más intelectual que mística, podía conciliarse con ciertas tendencias liberales del cristianismo. Además, estaba muy bien relacionada con la iglesia y con el estado. La percepción favorable de la Iglesia se debía a que uno de sus discípulos, Sinecio de Cirene (sobrino del hasta entonces obispo de Alejandría, Teófilo) tenía una posición muy importante dentro de la misma. Convertido al cristianismo, contribuyó a formular la doctrina de la trinidad, utilizando los principios de la filosofía neoplatónica aprendida de Hypatia. Sinecio tenía una gran admiración y un afecto especial por su maestra y la protegió mientras vivió. Además a Hypatia la amparaba su amigo Orestes, prefecto de Roma que había permanecido leal al paganismo.
Toda esta situación cambió cuando después de la muerte de Sinecio y de su tío Teófilo, nombraron a Cirilo obispo de la ciudad de Alejandría. Para ese entonces la iglesia cristiana había declarado una lucha frontal lo mismo contra las otras religiones como contra el estado laico representado por Orestes.
Se dice que Cirilo era enemigo de esta mujer científica, a la que temía y admiraba a la vez. Pero siguiendo la tónica general de la época, no le era posible comprender ni tampoco consentir que una mujer se dedicase a la ciencia y menos aún a esa clase de ciencia que difícilmente podían comprender las personas que no eran eruditas en el tema. Por lo tanto creó un clima y un ambiente de odio y fanatismo hacia ella, tachándola de hechicera y bruja pagana.
Además, la filosofía neoplatónica de la cual Hypatia era su estandarte, fue declarada hereje por Cirilo. En esta atmósfera explosiva surgieron una serie de desavenencias entre Orestes y Cirilo que dieron origen a revueltas y violentos motines.
Hypatia había sido señalada como hereje y como muy influyente sobre Orestes por el nuevo obispo Cirilo. Así pues, un día del mes de marzo del año 415, Hypatia fue asesinada de la manera más cruel por un grupo de monjes fanáticos. Los hechos están recogidos por un obispo de Egipto del siglo VII llamado Juan de Nikio. En sus escritos justifica la masacre que se hizo durante aquel año contra los judíos de Alejandría y también la muerte de Hypatia. Cuenta cómo un grupo de cristianos atolondrados, impetuosos y violentos, seguidores de un lictor llamado Pedro fueron en su busca, la golpearon, la desnudaron y la arrastraron por toda la ciudad hasta llegar a un templo llamado Cesareo; allí continuaron con la tortura cortando su piel y su cuerpo con conchas afiladas hasta que murió; a continuación descuartizaron su cuerpo y lo llevaron a un lugar llamado Cinaron donde finalmente lo quemaron.
De esta manera creyeron dar muerte a lo que ellos llamaban idolatría y herejía. La biblioteca de Alejandría unida al Museion fue incendiada poco después de la muerte de Hypatia. Desaparecieron miles de ejemplares de una de las más grandes bibliotecas que jamás hayan existido, desaparecieron también los animales vivos y disecados, los aparatos, los instrumentos de medición, los instrumentos musicales, los grandes salones, las fuentes, los patios. Los académicos que allí trabajaban e investigaban fueron perseguidos y en algunos casos asesinados.
Orestes, el prefecto romano amigo de Hypatia informó de los hechos y pidió a Roma una investigación. Pero por "falta de testigos", se fue retrasando, hasta que llegó un momento en que el propio Cirilo aseguró que Hypatia estaba viva y que habitaba en la ciudad de Atenas. Orestes tuvo que huir de Alejandría y abandonar su cargo. Con la muerte de Hypatia se terminó también la enseñanza del pensamiento de Platón no sólo en Alejandría sino en el resto del Imperio. El interés por las ciencias fue debilitándose, pudo sobrevivir en Bizancio y poco después empezó de nuevo a florecer en el mundo árabe.
El obispo Cirilo fue después canonizado por la Iglesia y es conocido como San Cirilo.
uchos siglos después, el pintor Rafael presentó en Roma su obra "La Escuela de Atenas" y algunos obispos y sacerdotes preguntaron:
-¿Quién es esa mujer que está en centro?
- Hypatia, la estudiante más famosa de la Escuela de Atenas. -respondió Rafael.
- Quitadla de ahí. Sus conocimientos y su ciencia iban en contra de la fe. -le amonestó uno de los sacerdotes-, por lo demás el cuadro es aceptable.
- Como ordeneis, -le contestó el artista que no tenía elección.
Pero Rafael se salió con la suya, utilizando a Francesco Maria della Rovere como modelo, que por sus suaves facciones podía pasar por una mujer.
Hipatia (/y.pa.'ti.a/; Griego: Ὑπατία; Alejandría, 355 ó 370 - Ibidem, marzo de 415 ó 416[1] ) fue una filósofa y maestra neoplatónica romana, natural de Egipto,[2] que destacó en los campos de las Matemáticas y la Astronomía miembro y líder de la Escuela neoplatónica de Alejandría a comienzos del siglo V. Seguidora de Plotino, desdeñaba el misticismo y se centró en estudios lógicos y ciencias exactas, llevando una vida ascética. Educó a una selecta escuela de aristócratas cristianos y paganos que ocuparon altos cargos, destacándose el obispo de Ptolemaida, Sinesio de Cirene, que mantuvo una importante correspondencia con su maestra, Hesiquio el Hebreo y Orestes, que llegaría a ser prefecto romano de Egipto.
Hija del astrónomo Teón, Hipatia es la primera mujer matemática de la historia de humanidad de la que tenemos un conocimiento razonablemente seguro y detallado. Escribió libros sobre geometría, álgebra y astronomía y mejoró el diseño de los primitivos astrolabios, dispositivos mecánicos que simulaban el movimiento de los planetas, e inventó un hidrómetro.
Hipatia murió a una edad avanzada, 45 ó 60 años (dependiendo de cuál sea su fecha correcta de nacimiento), horrendamente linchada por una turba de cristianos enfervorecidos, en el marco de la hostilidad cristiana hacia el paganismo y las luchas políticas entre el patriarcado alejandrino y el poder imperial, representado en Egipto por el prefecto Orestes, ex alumno de la filósofa.
Su carácter de mujer entregada al pensamiento y la enseñanza en plena Tardoantigüedad, su fidelidad al paganismo en el momento de auge del catolicismo teodosiano como nueva religión del Estado y su cruel linchamiento a manos de cristianos, han dado una gran fama a Hipatia, cuya figura ha sido muy mitificada. Desde la época de la Ilustración se la presenta como a una supuesta "mártir de la ciencia" y símbolo de la presunta decadencia del mundo clásico frente al integrismo y la irracionalidad.
En el año 415, la científica Hypatia, directora de la legendaria biblioteca de Alejandría, fue muerta a golpes por monjes cristianos que la consideraban una pagana. El líder de los monjes, Cirilo, fue canonizado como santo.
James A. Haught
En ese tiempo, Alejandría como muchas ciudades del Mediterráneo habían acogido a los judíos que se encontraban en la diáspora. En esa Alejandría liberal, cosmopolita, de mercados abiertos y tolerancia religiosa, habían triunfado los judíos, y la habían hecho más rica aún. Con todo el derecho del mundo habían conservado su religión, con sus virtudes y defectos, a pesar que una secta surgida en su propio seno, que le robó sus Escrituras y las utilizó en su contra, era ahora el poder triunfante en el Mediterráneo. A pesar que el Emperador Romano ya era de ese nuevo culto, surgido, mas no fundado, por un predicador judío asesinado por Roma y que ahora, irónicamente, "acompañaba en espíritu" las batallas de los Romanos contra los judíos.
Esos judíos eran para Cirilo un "problema", "una cuestión", a la que había que encontrarle una "solución definitiva", y entonces decidió predicar el odio contra la comunidad judía de Alejandría, para que fueran expulsados de la urbe, y repetir la mentira mil veces dicha desde Mateo hasta Hitler, pasando por Lutero, Wagner, Agustín, Atanasio, Gibson: que los judíos habían matado a Dios. El interés de Cirilo era recordarle al mundo que Alejandría era cristiana y sólo cristiana, así como ahora Juan Pablo II le recuerda a Europa que es "esencialmente cristiana", cristianizando Auswicth, Kosovo, Yugoslavia, Andalucía. Como cuando Pio XII esperaba que la campaña alemana en Rusia, devolviera al cristianismo católico a la comunista y ortodoxa patria de Tolstoi y Dostoievski.
Cirilo se aprovechó de uno de los mayores males de la cultura helenística y que finalmente forjó su caída: la abominable esclavitud. Bajo la consigna de hacer a todos los hombres libres (claro está, en un hipotético y utópico paraíso, no aquí en la tierra), sonsacaba a las masas de esclavos incontentos, como Lenin agitaba las masas de obreros en la Rusia de 1917 para que mataran por una utópica sociedad comunista (Quimeras y más quimeras). Así mismo, el cristianismo ("la religión de la paz que no ha llevado la paz a ninguna parte", Deschner), prometía libertad a esos esclavos, en una utópica sociedad cristiana... en el cielo. Pues ni Marx ni Jesús, como diría el escritor Jean Revel. La historia demostraría que el cristianismo y el islam fueron civilizaciones que practicaron una esclavitud más atroz y más extendida que las antiguas.
Hypatia no se mantuvo indiferente ante la injusticia que se cernía sobre un pueblo, que desde ya era el chivo expiatorio de todos los males del mundo, una nación sin tierra que no tenía a dónde volver, que vivía en una diáspora eterna y que enriquecía a Alejandría con su negocios y su cultura. Por eso, protestó. Y como consecuencia, ahora los sermones de Cirilo se dirigieron contra esta mujer.
Un día mientras Cirilo seguramente rezaba, sus seguidores interceptaron el carruaje en que se dirigía Hypatia hacia su trabajo en la Biblioteca. La violentaron, le despojaron de sus vestiduras y con ostras la despellejaron viva. Fue linchada y humillada. Según Sócrates Escolástico: "La arrancaron de su carruaje, la dejaron totalmente desnuda; le tasajearon la piel y las carnes con caracoles afilados, hasta que el aliento dejó su cuerpo..." La tragedia ocurrió en marzo del año 415 de nuestra era, cuando Hypatia fue asesinada tenía 35 años de edad.
Cirilo se lavaba las manos como Poncio y disfrutaba del camino que "la voluntad de Dios" le había despejado. Su otro enemigo, Nestorio, fue desterrado a los confines del Imperio, logró en el Concilio de Efeso, imponer a punta de sobornos el Dogma de María como Madre de Dios. Definitivamente parecía que ese Dios estaba de su lado. Para elevar su gloriosa vida, años más tarde después de muerto fue canonizado por la Santa Iglesia Católica, mientras Hypatia y Nestorio eran olvidados y los judíos seguían perseguidos.
¿Cómo el sufrimiento de una persona (Jesús) en otro siglo, puede justificar el asesinato atroz de otra (Hypatia) que en consistencia ética era más cercana a lo que el primero predicaba, que a quienes decían ser sus vicarios (Cirilo)? Una pregunta sin respuesta.
Nadie va a hacer una película de esta mujer, yo que la he admirado desde que leí su historia, no le voy a rezar para que resuelva mi vida y mucho menos voy a idealizar su sufrimiento como un sacrificio al que debo recurrir para deshacerme de las consecuencias de mis actos buenos o malos ("el sacrificio de Cristo en la cruz limpiará tus pecados"). Muchísimo menos, voy practicar un rito diario de inmolación en repetición o conmemoración de ese horrible acontecimiento, como hacen, no todos los cristianos, concretamente los católicos en la Eucaristía y que Mel Gibson encadena muy bien en su película. Tampoco me colgaré una ostra de oro con esmeraldas en mi cuello, o una réplica en plata del revólver del siglo XIX que mató a Abraham Lincoln, ni una bonita botella de cicuta como la que Sócrates optó por tomar tan dignamente. Simplemente quiero contarles una historia que a mí me entristece.
Un problema para quienes les gusten las matemáticas
Es seguro que en sus numerosas explicaciones sobre la Aritmética de Diofanto, Hypatia propuso a sus alumnos este problema (nunca lo sabremos porque su memoria fue desterrada de la historia, junto con sus escritos, y los libros de la Biblioteca), que es el que inicia la serie de 39 problemas que se incluyen en el Libro I de su tratado:
Dividir un número dado (por ejemplo, 135) en dos partes, cuya diferencia sea conocida (por ejemplo, 87).
Hipatia escribió tres libros de matemática y astronomía. También inventó varias herramientas relacionadas con la astronomía y ciencias de la Tierra. Estas incluyen las siguientes: un dispositivo para medir los niveles del agua, una máquina de destilación, el astrolabio (un instrumento que fija la posición del sol y las estrellas), un planisfero y el hidrómetro (que determina la gravedad específica de los líquidos).
Hipatia también escribió acerca de religión y filosofía.
frases de Hipatia
Comprender las cosas que nos rodean es la mejor preparación para comprender las cosas que hay mas allá.
Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea es mejor que no pensar.
"Había una mujer en Alejandría que se llamaba Hypatia, hija del filósofo Theón, que logró tales alcances en literatura y ciencia, que sobrepasó en mucho a todos los filósofos de su propio tiempo. Habiendo sucedido a la escuela de Platón y Plotino, explicaba los principios de la filosofía a sus oyentes, muchos de los cuales venían de lejos para recibir su instrucción."
Sócrates Escolástico
Obras
"Consiguió tal grado de cultura que superó de largo a todos los filósofos contemporáneos. Heredera de la escuela neoplatónica de Plotino, explicaba todas las ciencias filosóficas a quien lo deseara. Con este motivo, quien quería pensar filosóficamente iba desde cualquier lugar hasta donde ella se encontraba"
Sócrates Escolástico
Ninguna de sus obras se ha conservado, pero se conocen gracias a sus discípulos, como Sinesio de Cirene o Hesiquio de Alejandría, el Hebreo.
* Comentario a la Aritmética en 14 libros de Diofanto de Alejandría.
* Canon astronómico.
* Comentario a las Secciones cónicas de Apolonio de Perga, su obra más importante.
* Tablas astronómicas: revisión de las del astrónomo Claudio Tolomeo, conocida por su inclusión en el Canon astronómico de Hesiquio.
* Edición del comentario de su padre a Los Elementos de Euclides.
Además de cartografiar cuerpos celestes, confeccionando un planisferio,[53] también se interesó por la mecánica. Se sabe que inventó un destilador, un artefacto para medir el nivel del agua y un hidrómetro graduado para medir la densidad relativa y gravedad de los líquidos, precursor del actual aerómetro,[54] descrito por Sinesio de Cirene:
...es un tubo cilíndrico con la forma y dimensiones de una flauta, que en línea recta lleva unas incisiones para determinar el peso de los líquidos. Por uno de los extremos lo cierra un cono, adaptado en posición idéntica, de manera que sea común la base de ambos, la del cono y la del tubo. Cuando se sumerge en el líquido ese tubo, que es como una flauta, se mantendrá recto, y es posible contar las incisiones, que son las que dan a conocer el peso.
Sinesio de Cirene, Carta 15, a Hipatia.
Sinesio también la defendió como inventora del astrolabio, aunque astrolabios más tempranos precedan el modelo de Hipatia al menos un siglo - y su propio padre fue famoso por su tratado sobre ellos.
jueves, 6 de enero de 2011
Los Reyes Magos y Epifania
Ahora si podemos decir que las fiestas solticiales han terminado, puesto que epifania, es la ultima fiesta solticial, esta de origen Egipcio, era el festival de Djehuty y de Ka
La Epifanía (por etimología del griego: επιφάνεια que significa: "manifestación; un fenómeno milagroso") es una fiesta religiosa cristiana en la que Jesús toma una presencia humana en la tierra, es decir Jesús se "da a conocer".
La fiesta de la Epifanía es de origen oriental y estaba muy arraigada en Egipto. Con ella se celebraba un evidente aumento de la luz en la estación invernal.
Durante la Edad media, el pueblo cristiano transformó la Epifanía en la fiesta de los Reyes Magos, y se dijo que eran tres, porque se enumeran tres regalos: por otra parte el salmo 71 habla de reyes que traerán dones. A partir de estos datos la tradición popular se formó la idea de tres reyes magos. Los llamó Gaspar, Baltazar y Melchor, basandose en el Libro Armenio de la Infancia, un apócrifo del siglo VI d.C. En cuanto al color de la piel de los reyes, fueron imaginados para que cada uno representara las razas conocidas entonces.
En la narración de la Biblia Jesús se dio a conocer a diferentes personas y en diferentes momentos, pero el mundo cristiano celebra como epifanías tres eventos, a saber: La Epifanía ante los Reyes Magos (tal y como se relata en Mateo 2, 1-12) y que es celebrada el día 6 de enero de cada año. La Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán. Y la Epifanía a sus discípulos y comienzo de su vida pública con el milagro en Caná en el que inicia su actuación pública.
En realidad la fiesta de epifanía que más se celebra es la que corresponde al día 6 de enero de cada año en la que los tres reyes magos, según la tradición (en las traducciones de Biblias protestantes, y ya actualmente en las últimas traducciones de las biblias católicas, elaboradas en colaboración ecuménica e interconfesional, se menciona el adjetivo sabios) denominados: Gaspar, Melchor y Baltasar que aparecen del oriente para adorar la primera manifestación de Jesús como niño ofreciendo tres regalos simbólicos: oro, incienso y mirra. En realidad, la Biblia no habla del número de los magos, o sabios, ni tampoco de sus nombres. Ha sido la tradición posterior la que ha identificado su número y nombres.
La Epifanía es una de las fiestas litúrgicas más antiguas, más aún que la misma Navidad. En Egipto y Arabia se celebraba el solsticio de invierno hasta el año 361.
En el siglo XV existía en Florencia una hermandad denominada la "Compagnia dei Magi" se trataba de una de las congregaciones más importantes de la ciudad. Esta hermandad imitaba cada cinco años el viaje de los Reyes Magos por las calles de Florencia, encuadrándose entre los episodios más suntuosos de la ciudad toscana.
Navidad y Epifanía se relacionan con la tradición de los regalos a los niños, es sin lugar a dudas una herencia de los AGUINALDOS de las SATURNALIAE, que solían distribuirse coincidiendo con el fin del año y como prenda de felicidad para el año nuev
En este aumento de la luminosidad solar, los cristianos vieron un símbolo evangélico y entonces 13 días posteriores al 25 de diciembre, cuando tal hecho era más evidente, celebraban el nacimiento de Jesús.
Cuando la fiesta oriental llegó a Occidente, por celebrarse ya la fiesta de la Navidad, de la "Epifanía", palabra de origen griego que significa manifestación, revelación o aparición, se le dio un significado diferente al original.
Así, se solemnizó la revelación de Jesús al mundo pagano, significada en la adoración de los "magos de oriente" que menciona el Evangelio de San Mateo. No obstante, los historiadores consideran que con el término "mago" el discípulo de Cristo se refería a astrólogos persas.
El término mago también procede del griego, de "magoi", que significa matemático, astrónomo y astrólogo. Es importante precisar que en esa época la Astrología y la Astronomía no estaban separadas, como sucede hoy en día, pero gracias a las citas de San Mateo se considera a los Reyes Magos como hábiles observadores del cielo.
A su vez, el título de monarcas no tiene base sostenible y procede de una cita del teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (ca. 160-220), quien se basó en el texto del Salmo Proverbio para Salomón, para otorgarles a los "magos de oriente" la calidad de reyes
Tertuliano afirmó que los magos debían ser reyes que procederían de Oriente y en los siglos siguientes la visión monárquica de estos magos se impuso y permanece hasta la actualidad.
Por otra parte, al hablar del número de Reyes Magos tampoco el evangelio cita con exactitud cuántos eran. En distintas representaciones iconográficas realizadas en templos durante los siglos III y IV aparecen dos, tres y hasta cuatro de ellos.
Otras fuentes del cristianismo antiguo (sirias y armenias) pensaron en 12 reyes al relacionarlos con las 12 tribus de Israel o con los 12 apóstoles, mientras que los cristianos egipcios creían que eran 60.
En el siglo tercero, el teólogo Orígenes (185-253) indicó que los Reyes Magos eran tres, debido a que fueron tres los regalos que se nombran en el evangelio de San Mateo: oro, incienso y mirra.
De manera tradicional se considera que estos "Magos de Oriente" eran babilonios, entre otras cosas por algunos puntos en común con el pueblo judío y porque el resto de Israel estaba rodeado por el Imperio Romano.
Reyes Magos
Sin embargo, muchos investigadores los consideran originarios de Persia (hoy Irán), con base en el argumento de que muchas leyendas que contiene hoy día la fiesta de la Navidad proceden de costumbres anteriores al cristianismo.
Tal es el caso de los sacerdotes persas del siglo V y VI a. C., quienes también ofrecían a Ahura-Mazda, oro, incienso y mirra. Un escritor español, Clemente Aurelio Prudencio, situó a los "Magos de Oriente" en Persia, al igual que se cita en el Protoevangelio de Santiago (Evangelio Apócrifo).
Algunas pinturas afianzan esta posición, y una de las más famosas es un mosaico bizantino situado en la iglesia de San Apolinar el Nuevo, en Rabean, Italia, en la que están representados los tres reyes con sus nombres Melchor, Gaspar y Baltasar (ninguno negro) con una indumentaria persa compuesta por capa y gorros frigios.
Otras leyendas con cierto contenido histórico dicen que los persas, al invadir Jerusalén a principios del siglo séptimo, no cometieron ningún sacrilegio en la iglesia de la Natividad porque allí vieron una inscripción con la Adoración de los Reyes Magos, y al ver a estos con un atuendo similar al suyo declinaron atacar el templo.
A su vez, el viajero veneciano Marco Polo también escribió, cuando visitó la ciudad iraní de Saveh, que sus habitantes le aseguraron que era el lugar originario de los Reyes Magos e, incluso, que aún se hallaban allí sus cuerpos incorruptos.
En tanto, San Agustín determinó que los monarcas habían llegado hasta Belén montados en dromedarios, precisión que se hizo para salvar una incongruencia temporal en la narración de los hechos.
De acuerdo a lo que narra la tradición cristiana occidental, la estrella subió al cielo en el momento en que Jesús nació, el 25 de diciembre, y los reyes llegaron desde Asia a Belén en 13 días, lo que es difícil de creer para la época.
Ante ello, San Agustín dedujo que los tres viajeros debieron montar en dromedarios, toda vez que él era africano y sabía que eran más veloces que los camellos.
Para el historiador italiano Franco Cardini, autor del libro "Los Reyes Magos, historia y leyenda", estos personajes acabaron convirtiéndose en una tradición teológica e iconográfica occidental.
En un símbolo de todos los paganos que se convierten al cristianismo sin pasar por la tradición judía, de tal suerte que los tres magos son los representantes de todos los pueblos de la Tierra y cada uno de ellos se transforma en rey de uno de los tres continentes conocidos y en encarnación de las razas humanas.
Así, hoy en día se puede ver que en la representación tradicional de los "magos de oriente" hay un europeo, un asiático y un africano, asegura el historiador, quien precisa que a partir del siglo XII y XIII se coloca ya habitualmente a un mago negro.
Es importante destacar que el principal difusor del mito de los "magos de oriente" en Europa fue el emperador romano-germánico Federico Barbarroja, que convirtió el culto a los Reyes Magos y en un tema de teología política.
Cabe señalar que fue Santa Helena quien reunió los restos de los Reyes Magos y los llevó a Constantinopla. Luego fueron llevados por invasores a la Iglesia de San Eustorgio, donde Barbarroja se los apropió depositándolos en la Catedral de Colonia, en ese entonces una pequeña basílica y hoy una de las mayores catedrales del mundo.
Más allá de las discrepancias entre historiadores, especialistas y religiosos, lo que es un hecho es que los Reyes Magos es un acontecimiento histórico que se ha mantenido vigente hasta la actualidad, como es el caso de las Cruzadas o el Imperio Romano.
La adoración a los Reyes Magos, que inició en Occidente hasta el siglo V, derivó en la tradición de llevar juguetes para los más pequeños de la casa a mediados del siglo XIX, época en la que también cobró popularidad el escribir la famosa "carta" a los monarcas.
Lo menos conocido de esta tradición es que en un principio Gaspar era el encargado de repartir dulces, miel y frutos frescos; Melchor tenía la encomienda de la ropa o zapatos, y Baltasar jugaba el peor papel, pues debía de ocuparse de castigar a los niños traviesos dejándoles carbón o leña en vez de regalo
Los Reyes Magos (también conocidos como los Magos de Oriente) es el nombre por el que tradicionalmente se denomina a los visitantes que, tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, acuden desde países extranjeros para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra. En muchos países (en especial los hispanohablantes). los tres Reyes traen los regalos que los niños les han pedido en sus cartas durante la noche anterior a la Epifanía.
El nombre de magos proviene del latín "Magi" y éste del griego "μάγοι". Este término, sin tener el mismo significado que el actual, era un título que se le daba a las castas sacerdotales del zoroastrismo. Como parte de su religión, estos sacerdotes tomaban una especial atención a las estrellas, y ganaron una reputación internacional por la astrología.
La figura de los Reyes Magos tiene su origen en los relatos del nacimiento de Jesús, algunos de dichos relatos fueron integrados de los evangelios canónicos que hoy conforman el Nuevo Testamento de la Biblia. Concretamente el Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona a unos magos (aunque no especifica el número ni el título de "reyes") quienes, tras seguir una estrella, buscan al «Rey de los Judíos que ha nacido» en Jerusalén, guiándoles dicha estrella hasta Jesús nacido en Belén, y a quien ofrecen ofrendas de oro, incienso y mirra. Las tradiciones antiguas que no fueron recogidas en la Biblia, sin embargo, les asignan nombre: Melchor, Gaspar y Baltasar, posiblemente sacerdotes zoroastristas provenientes de Persia. Los nombres son además diferentes según la tradición siriaca. Según posteriores interpretaciones los Magos fueron considerados originarios de África, Europa, y de Asia respectivamente.
Mención en la Biblia
Es poco lo que el Evangelio de Mateo menciona sobre los sabios de Oriente. Particularmente no menciona un número específico de ellos.
Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?
Mateo 2,1-2, versión Reina-Valera 1960
Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Mateo 2,11, versión Reina-Valera 1960
Si bien parece contradictorio que practicantes de la magia (severamente amonestada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento) sean admitidos como adoradores del Mesías, hay que tener en cuenta que el término griego μάγος (mago), no era utilizado únicamente para referirse a los hechiceros. Se utiliza, en este caso, para referirse a hombres sabios (así se los llama en diversas versiones de la Biblia en inglés) o, más específicamente, hombres de ciencia. De hecho, también poseían conocimiento de las Escrituras (Mateo 2:5-6). Es usualmente aceptado que estos magos pertenecían a la religión zoroastra.
San Mateo nos deja ver que eran astrólogos que conocían con precisión el movimiento de la estrella (2:7). Aunque bien intencionados, su visita es causa de turbación general y despierta la desconfianza de Herodes (2:3), pues veía al nuevo Mesías como un rival. A pesar de ser anciano y de haber reinado ya por más de treinta años, Herodes les ruega que averigüen el sitio preciso del nacimiento del Mesías (2:8) con el fin de poder, así, acabar con su potencial competidor. Los sabios, que no sospechan eso, encuentran al Niño, lo adoran y obsequian oro, incienso y mirra (2:11). Un ángel previene a los magos de las intenciones que Herodes guardaba (2:12), así que no regresan donde él. Iracundo, el rey manda a matar a todos los niños menores de dos años. Para entonces, José ha sido avisado en sueños (2:13) de que debe huir a Egipto con los suyos.
A partir de ese relato, se han ido elaborando numerosas leyendas sobre los hechos y la personalidad de estas tres figuras, incluyendo el presunto estatus real.
Reyes Magos en México en Paseo de la Reforma
Interpretaciones astrológicas
Según algunos autores Jesús nació en Belen el 17 de Abril del año 6 a. C. y los Reyes Magos iniciaron la búsqueda del sitio de nacimiento en la Constelación del Cordero, Aries, siguiendo la trayectoria del planeta Júpiter como la Estrella de Belen, cuya retrogradación final marcó el sitio de su nacimiento y que su travesía desde Persia duró unos seis meses, llegando al sitio del nacimiento el 19 de Diciembre. A su paso por Jerusalén, la estrella en el bajo horizonte quedó escondida tras una colina que separa a Jerusalen de Belen, y la retrogradación la puso estacionaria sobre Belen.
Jesús tendría entonces unos 8 meses de edad, edad que explicaría la orden de Herodes de asesinar los pocos niños de Belen menores de 2 años, no los recién nacidos solamente. También a Jesus se lo llama el Cordero de Dios, lo que se entendería que había nacido bajo la Costelación del Carnero,signo zodiacal Aries y anunciado por el planeta Júpiter,visible a simple vista y brillante por estar en situación más cercana a la tierra.
En la mitología (Romana) Griega, (Jupiter) Zeus, corresponde al padre de los dioses; y en el Árbol Sefirotal Cabalístico ocupa la posición número 4, que corresponde al signo Aries y a la Carta del Tarot llamada el Emperador, siendo el nombre de Dios en Hebreo "El", el misericordioso. El número de Bode es el 64, que por reducción cabalista (álgebra de residuos módulo 9=0) se convierte en el 10, última posición en al árbol sefirotal ( de las cifras ) que corresponde a la tierra reemplazado por el planeta Júpiter, letra kaph, que se conoce como Arcano mayor 10 bajo el nombre: "La Rueda de la Fortuna,en las cartas del Tarot.
Vale notar que la tierra ocupa la posición 4 contando desde el sol:
1. Vulcano (Hephestos) o luna lado oscuro de la tierra
2. Mercurio (Hermes),
3. Venus (Afrodita),
4. Gea ( sol o lado iluminado de la superficie de la tierra),
5. Marte (Ares),[Los asteroides no se cuentan]
6. Júpiter (Zeus)y
7. Saturno (Cronos).
Este orden del Sol (Helios) proviene del Sistema Solar Asirio Caldeo, utilizado por los Hebreos, que corresponde a una visión Heliocéntrica vista desde la tierra, mal llamada Geocéntrica, que se obtiene intercambiando las posiciones de la Tierra y el sol, posiciones 6 y 10 en el Ärbol Sefirotal, e introduciendo a la Luna, posición 9, en el puesto de Vulcano ( planeta supuestamente contenido dentro de la Corona Solar). Este juego numérico exhibe una relación íntima entre Júpiter,el Sol y la Tierra.
Vale mencionar que los hijos de Júpiter eran anunciados a las madres antes de nacer, como lo fue Sansón y Jesús en los relatos Bíblicos. Entonces el argumento del nacimiento de Jesús bajo el Signo Aries, posición del Dios Padre Misericordioso (El,Chesed), como el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, tiene sentido Bíblico y Astrológico.
Si los Reyes magos representaban las tres edades del hombre y los cráneos muestran suturas occipitales correspondientes en el Santuario de los Reyes magos de Colonia, como se explicaría entonces el haber sido hechos obispos y mártires en los años 70? La edad avanzada habría completado las suturas occipitales de los cráneos exhibidos con las sendas coronas en el santuario. Entonces si los cráneos son verdaderos no pudieron haber muerto al mismo tiempo 70 años más tarde, sino en una época más temprana.
Otras Interpretaciones
Según interpretación de José Luis Sicre, en el tiempo en que fue escrito el evangelio de San Mateo se estaba produciendo un incremento de conversiones paganas al cristianismo frente a las de los propios judíos. La incursión de estos fragmentos sobre los magos de Oriente en el evangelio de Mateo subraya este hecho y lo utiliza como argumento de conversión: si los de fuera vienen y lo adoran(se convierten) ¿Cómo no os dais cuenta los que lo tenéis entre vosotros?
Leyenda
La tradición más difundida cuenta que vinieron de Oriente, en número de tres, y que iban guiándose por una estrella (celebérrimamente conocida como La estrella de Belén) que les condujo hasta Belén. Allí buscaron al Niño Jesús recién nacido y le adoraron, ofreciéndole oro (representando su naturaleza real, como presente conferido a los reyes), incienso (que representa su naturaleza divina, empleado en el culto en los altares de Dios) y mirra (un compuesto embalsamador para los muertos, representando el sufrimiento y muerte futura de Jesús). Antes de llegar, encontraron al rey Herodes el Grande en la ciudad de Jerusalén, quien astutamente les conminó a que, de regreso, hablaran con él para darle noticia del sitio exacto donde se encontraba dicho niño; y, así, poder ir él también a adorarle. (En realidad, lo que quería era darle muerte, por eso ordenó la matanza de los inocentes).
La historia sigue contando cómo un ángel se apareció a los tres reyes magos y les advirtió del peligro que corría Jesús si ellos obedecían el deseo de Herodes. Así pues, no volvieron por el mismo sitio. Parece ser que, sólo por el hecho de que el relato evangélico indicara que trajeron tres dones (oro, incienso y mirra), se dio por sentado que eran tres los personajes que los traían. Aunque también en algún momento las distintas tradiciones han señalado que eran dos, cuatro, siete y hasta doce.
La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). El friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del siglo VI que representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por tres personajes vestidos a la moda persa, tocados con un gorro frigio y su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Gaspar, Melchior, Balthassar...
Mosaico de San Apolinar Nuovo (Rávena, Italia)
Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles a modo de simbología: se les ha hecho representantes de las tres razas conocidas en la antigüedad, representantes de las tres edades del hombre y representantes de los tres continentes (Asia, África y Europa).
La llegada de los Reyes Magos es un tema tratado también en los Evangelios apócrifos. Según la tradición esotérica aplicada al cristianismo, estos personajes procedían del lugar donde se encontraba el Preste Juan.
Otra leyenda cuenta que, después de la resurrección de Jesús, el apóstol Tomás los halló en Saba. Allí fueron bautizados y consagrados obispos. Después fueron martirizados en el año 70 y depositados en el mismo sarcófago. Los restos fueron llevados a Constantinopla por Santa Elena. Posteriormente, Federico I Barbarroja, en el siglo XII, los trasladó a Colonia, donde hoy reposan con las coronas que supuestamente llevaron durante su existencia. Miles de peregrinos empezaron a llegar a Colonia, lo que propició que en 1248 se iniciara la construcción de la catedral de Colonia, que llevaría más de 600 años terminarla. Hoy día es uno de los monumentos góticos más impresionantes de Europa. Colonia se ha convertido junto con Roma y Santiago de Compostela en uno de los grandes centros de peregrinación. Igualmente, existen leyendas que hablan de un cuarto rey mago .
Los nombres y número de los Reyes Magos
Según las diversas tradiciones de los reyes magos, el número de ellos varía; así se puede encontrar los siguientes reyes magos:
* Tres reyes magos: Sumado a la leyenda extensamente difundida por la Iglesia católica de que los llamados "reyes magos" fueron tres, lo cual se desprende del hecho de que fueron tres los regalos otorgados por los magos al niño Jesús. Incluso se les han asignado los nombres de "Melchor", "Gaspar" y "Baltasar", que supuestamente equivalen en griego a "Appellicon", "Amerín" y "Damascón" y en hebreo a "Magalath", "Galgalath" y "Serakin". Según una leyenda, sus restos se encuentran en la Catedral de Colonia, Alemania, donde se encuentra el llamado Relicario de los Tres Reyes Magos.
* Cuatro reyes magos: Otras leyendas, indican que además de los tres reyes magos nombrados anteriormente, había un cuarto rey mago, el cual en algunas leyendas se le da el nombre Artabán. Este rey mago tampoco tiene fundamento bíblico.
* Doce reyes magos: Los armenios suponen que fueron 12, por lo que les asignan doce nombres diferentes. Estos nombres tampoco se mencionan en la Biblia.
El hecho que tengan el titulo de magos, no quiere decir que fuesen sacerdotes de la relgion zoroastrismo, los magos eran una tribu de las tantas que habia en Persia, algunos de ellos formaron parte del clero del zoroastrismo, pero no todos. Los reyes magos que fueron a visitar a Jesus es puro simbolismo es otro invento cristiano para tratar de influenciar la convercion de la gente de medio oriente, miren los sabios magos fueron a visitar al mesias, solo fue un istrumento mas para labar el cerebro de la gente.Con el nombre de los Reyes Magos y la fama en la mente, todos los sacerdotes de la babilónica y asiria sacerdotes de otros credos tomó el nombre de "Reyes Magos" para ellos. Es simple de entender el resto de los acontecimientos, incluso los Reyes Magos que se dice que han visitado y han rendido homenaje a Jesús recién nacido. Cada mago en lo que llamamos el Oriente Medio no fue Zoroastro." Era sólo "sacerdotes", eran personas muy sabias que hacian muchos inventos.La palabra "magia", derivado de Magu muestra muy aprendido y avanzado fueron los Reyes Magos en su conocimiento y la artesanía. Ellos hicieron que los iraníes no se preguntaran y pensaran que estaban viendo "brujos" en el trabajo. Esto podría ocurrir a cualquier pueblo atrasado si ven científicos modernos instrumentos utilizados por el avanzado. Tenemos muchas historias de cómo la gente miraba primer inalámbrico, teléfono, locomotora, tren, y otros inventos y los imaginaban como magia y los "productos del diablo." Algunos todavía lo hacen!. Por eso Zoroastro su mensaje es llamado Manthravani "Provocador del Pensamiento, su mensaje provoca el pesamiento", nada que ver con los magos que no querian que la gente no pensara.
"Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes , unos magos que venían del oriente se presentaron en Jerusalén" (Mt 2 1). Este es el origen de la antigua tradición de los "tres reyes magos". El relato de Mateo es enormemente sugestivo, y la imaginación posterior ha suplido cantidad de precisiones que Mateo pasó por alto. Se les ha puesto nombre a los personajes, se les ha asignado lugar de origen a cada uno de ellos, se ha precisado el color de su piel, se ha fijado su número. Se ha llegado incluso a fijar el lugar de su enterramiento actual: la catedral de Colonia. Todo lo que queramos saber de estos personajes, aunque no haya ninguna constancia histórica, ha sido suministrado posteriormente por la imaginación, la piedad y la fantasía.
La verdad es que había motivo para ello. ¿Qué cosa más encantadora que unos abuelos bondadosos, con barba, con vestiduras exóticas, venidos de lejanas de tierras, con un mensaje de paz y de bondad, repartiendo caramelos y juguetes a los niños? Cuando la vida es áspera, cuando la sociedad es hostil, cuando los hombres matan y mienten por ambición, cuando el poder militar es más eficaz que la razón del derecho, nos refugiamos por un día en el sueño de las hadas, hacemos protagonistas la ingenuidad y credulidad de los niños, creamos un mundo fantástico, que sabemos que es mentira, pero que es bonito. Ya que no somos capaces de hacerlo realidad, al menos por un día vivimos lo que quisiéramos vivir y no vivimos. Es el derecho de una sociedad a olvidar lo que hacemos porque no nos gusta, y a vivir por unas horas lo que quisiéramos que existiera y que no somos capaces de hacer.
Hasta aquí todo es razonable. Pero hay un aspecto de la cuestión que debemos poner de relieve.
Esta lectura poética, que se hace del relato de Mateo sobre la venida de los orientales a Belén, coloca en la sombra la lectura ideológica del relato. El evangelio de Mateo se difunde principalmente entre las comunidades cristianas de Siria. Allá se habían exilado la mayoría de los judíos jerosolimitanos tras la ocupación de la ciudad por las tropas de Tito el año 70. Los romanos desterraron a toda la población autóctona, y pusieron su esfuerzo en borrar del mapa todo lo que sonara a judío en la capital de Judea . Borraron hasta el nombre de la región. Lo que siempre se había llamado Judea, se empezó a llamar desde entonces Palestina. Tomaron el nombre de un antiguo pueblo, los Philisteos, que habían residido en la zona costera, lo que hoy llamamos la franja de Gaza.
En Siria, pues, se desarrollan comunidades cristianas importantes. En Siria se desarrolla también un judaísmo integrista conservador de las antiguas tradiciones israelitas Y ambos grupos, los integristas conservadores y los nuevos círculos cristianos, viven en un entorno social, político y religioso ajeno. Siria es una provincia romana, regida por leyes romanas, gobernada por gobernadores romanos, con una cultura totalmente romanizada. Las comunidades cristianas de Siria crecen con la incorporación de gentes que no proceden del judaísmo. Estas comunidades cristianas de Siria necesitaron una justificación de su propia identidad. Por una parte la demostración de que Jesús empalma con las tradiciones más auténticas de Israel. Son continuas las alusiones del texto a que en Jesús se habían cumplido las antiguas predicciones de los profetas. En segundo lugar una justificación de que a partir de Jesús, Dios no podía ser considerado como un patrimonio nacionalista judío. Las fronteras nacionalistas no tenían ya significación religiosa. Dios es el Dios de todos los hombres, no es el Dios de un pueblo en particular.
Este es el sentido ideológico que tiene el relato de los magos venidos de Oriente. El relato tiene un sentido universalista. La división de la comunidad humana en nacionalidades es un fenómeno insignificante, ante otro gran fenómeno auténticamente importante: la unidad de la "gran familia humana". Las hegemonías, los imperialismos, los racismos, todo lo que se traduce en parcelaciones del gran colectivo humano, carece de significación ante la única realidad que se impone, la categoría de lo universal.
El relato está lleno de elementos míticos: la estrella, los obsequios, los personajes. Pero expresa una realidad experimental: hagamos caer las barreras que separan a los hombres. Se puede ser negro o blanco, se puede ser norteamericano o salvadoreño, se puede ser gitano o castellano, se puede ser de derechas o de izquierdas, nada de eso tiene significación. Lo único importante es que todos somos "humanos". Es un canto a lo "universal", es un canto a la paz.
Ahora si podemos decir que las fiestas solticiales han terminado
La Epifanía (por etimología del griego: επιφάνεια que significa: "manifestación; un fenómeno milagroso") es una fiesta religiosa cristiana en la que Jesús toma una presencia humana en la tierra, es decir Jesús se "da a conocer".
La fiesta de la Epifanía es de origen oriental y estaba muy arraigada en Egipto. Con ella se celebraba un evidente aumento de la luz en la estación invernal.
Durante la Edad media, el pueblo cristiano transformó la Epifanía en la fiesta de los Reyes Magos, y se dijo que eran tres, porque se enumeran tres regalos: por otra parte el salmo 71 habla de reyes que traerán dones. A partir de estos datos la tradición popular se formó la idea de tres reyes magos. Los llamó Gaspar, Baltazar y Melchor, basandose en el Libro Armenio de la Infancia, un apócrifo del siglo VI d.C. En cuanto al color de la piel de los reyes, fueron imaginados para que cada uno representara las razas conocidas entonces.
En la narración de la Biblia Jesús se dio a conocer a diferentes personas y en diferentes momentos, pero el mundo cristiano celebra como epifanías tres eventos, a saber: La Epifanía ante los Reyes Magos (tal y como se relata en Mateo 2, 1-12) y que es celebrada el día 6 de enero de cada año. La Epifanía a San Juan Bautista en el Jordán. Y la Epifanía a sus discípulos y comienzo de su vida pública con el milagro en Caná en el que inicia su actuación pública.
En realidad la fiesta de epifanía que más se celebra es la que corresponde al día 6 de enero de cada año en la que los tres reyes magos, según la tradición (en las traducciones de Biblias protestantes, y ya actualmente en las últimas traducciones de las biblias católicas, elaboradas en colaboración ecuménica e interconfesional, se menciona el adjetivo sabios) denominados: Gaspar, Melchor y Baltasar que aparecen del oriente para adorar la primera manifestación de Jesús como niño ofreciendo tres regalos simbólicos: oro, incienso y mirra. En realidad, la Biblia no habla del número de los magos, o sabios, ni tampoco de sus nombres. Ha sido la tradición posterior la que ha identificado su número y nombres.
La Epifanía es una de las fiestas litúrgicas más antiguas, más aún que la misma Navidad. En Egipto y Arabia se celebraba el solsticio de invierno hasta el año 361.
En el siglo XV existía en Florencia una hermandad denominada la "Compagnia dei Magi" se trataba de una de las congregaciones más importantes de la ciudad. Esta hermandad imitaba cada cinco años el viaje de los Reyes Magos por las calles de Florencia, encuadrándose entre los episodios más suntuosos de la ciudad toscana.
Navidad y Epifanía se relacionan con la tradición de los regalos a los niños, es sin lugar a dudas una herencia de los AGUINALDOS de las SATURNALIAE, que solían distribuirse coincidiendo con el fin del año y como prenda de felicidad para el año nuev
En este aumento de la luminosidad solar, los cristianos vieron un símbolo evangélico y entonces 13 días posteriores al 25 de diciembre, cuando tal hecho era más evidente, celebraban el nacimiento de Jesús.
Cuando la fiesta oriental llegó a Occidente, por celebrarse ya la fiesta de la Navidad, de la "Epifanía", palabra de origen griego que significa manifestación, revelación o aparición, se le dio un significado diferente al original.
Así, se solemnizó la revelación de Jesús al mundo pagano, significada en la adoración de los "magos de oriente" que menciona el Evangelio de San Mateo. No obstante, los historiadores consideran que con el término "mago" el discípulo de Cristo se refería a astrólogos persas.
El término mago también procede del griego, de "magoi", que significa matemático, astrónomo y astrólogo. Es importante precisar que en esa época la Astrología y la Astronomía no estaban separadas, como sucede hoy en día, pero gracias a las citas de San Mateo se considera a los Reyes Magos como hábiles observadores del cielo.
A su vez, el título de monarcas no tiene base sostenible y procede de una cita del teólogo y abogado cartaginés Tertuliano (ca. 160-220), quien se basó en el texto del Salmo Proverbio para Salomón, para otorgarles a los "magos de oriente" la calidad de reyes
Tertuliano afirmó que los magos debían ser reyes que procederían de Oriente y en los siglos siguientes la visión monárquica de estos magos se impuso y permanece hasta la actualidad.
Por otra parte, al hablar del número de Reyes Magos tampoco el evangelio cita con exactitud cuántos eran. En distintas representaciones iconográficas realizadas en templos durante los siglos III y IV aparecen dos, tres y hasta cuatro de ellos.
Otras fuentes del cristianismo antiguo (sirias y armenias) pensaron en 12 reyes al relacionarlos con las 12 tribus de Israel o con los 12 apóstoles, mientras que los cristianos egipcios creían que eran 60.
En el siglo tercero, el teólogo Orígenes (185-253) indicó que los Reyes Magos eran tres, debido a que fueron tres los regalos que se nombran en el evangelio de San Mateo: oro, incienso y mirra.
De manera tradicional se considera que estos "Magos de Oriente" eran babilonios, entre otras cosas por algunos puntos en común con el pueblo judío y porque el resto de Israel estaba rodeado por el Imperio Romano.
Reyes Magos
Sin embargo, muchos investigadores los consideran originarios de Persia (hoy Irán), con base en el argumento de que muchas leyendas que contiene hoy día la fiesta de la Navidad proceden de costumbres anteriores al cristianismo.
Tal es el caso de los sacerdotes persas del siglo V y VI a. C., quienes también ofrecían a Ahura-Mazda, oro, incienso y mirra. Un escritor español, Clemente Aurelio Prudencio, situó a los "Magos de Oriente" en Persia, al igual que se cita en el Protoevangelio de Santiago (Evangelio Apócrifo).
Algunas pinturas afianzan esta posición, y una de las más famosas es un mosaico bizantino situado en la iglesia de San Apolinar el Nuevo, en Rabean, Italia, en la que están representados los tres reyes con sus nombres Melchor, Gaspar y Baltasar (ninguno negro) con una indumentaria persa compuesta por capa y gorros frigios.
Otras leyendas con cierto contenido histórico dicen que los persas, al invadir Jerusalén a principios del siglo séptimo, no cometieron ningún sacrilegio en la iglesia de la Natividad porque allí vieron una inscripción con la Adoración de los Reyes Magos, y al ver a estos con un atuendo similar al suyo declinaron atacar el templo.
A su vez, el viajero veneciano Marco Polo también escribió, cuando visitó la ciudad iraní de Saveh, que sus habitantes le aseguraron que era el lugar originario de los Reyes Magos e, incluso, que aún se hallaban allí sus cuerpos incorruptos.
En tanto, San Agustín determinó que los monarcas habían llegado hasta Belén montados en dromedarios, precisión que se hizo para salvar una incongruencia temporal en la narración de los hechos.
De acuerdo a lo que narra la tradición cristiana occidental, la estrella subió al cielo en el momento en que Jesús nació, el 25 de diciembre, y los reyes llegaron desde Asia a Belén en 13 días, lo que es difícil de creer para la época.
Ante ello, San Agustín dedujo que los tres viajeros debieron montar en dromedarios, toda vez que él era africano y sabía que eran más veloces que los camellos.
Para el historiador italiano Franco Cardini, autor del libro "Los Reyes Magos, historia y leyenda", estos personajes acabaron convirtiéndose en una tradición teológica e iconográfica occidental.
En un símbolo de todos los paganos que se convierten al cristianismo sin pasar por la tradición judía, de tal suerte que los tres magos son los representantes de todos los pueblos de la Tierra y cada uno de ellos se transforma en rey de uno de los tres continentes conocidos y en encarnación de las razas humanas.
Así, hoy en día se puede ver que en la representación tradicional de los "magos de oriente" hay un europeo, un asiático y un africano, asegura el historiador, quien precisa que a partir del siglo XII y XIII se coloca ya habitualmente a un mago negro.
Es importante destacar que el principal difusor del mito de los "magos de oriente" en Europa fue el emperador romano-germánico Federico Barbarroja, que convirtió el culto a los Reyes Magos y en un tema de teología política.
Cabe señalar que fue Santa Helena quien reunió los restos de los Reyes Magos y los llevó a Constantinopla. Luego fueron llevados por invasores a la Iglesia de San Eustorgio, donde Barbarroja se los apropió depositándolos en la Catedral de Colonia, en ese entonces una pequeña basílica y hoy una de las mayores catedrales del mundo.
Más allá de las discrepancias entre historiadores, especialistas y religiosos, lo que es un hecho es que los Reyes Magos es un acontecimiento histórico que se ha mantenido vigente hasta la actualidad, como es el caso de las Cruzadas o el Imperio Romano.
La adoración a los Reyes Magos, que inició en Occidente hasta el siglo V, derivó en la tradición de llevar juguetes para los más pequeños de la casa a mediados del siglo XIX, época en la que también cobró popularidad el escribir la famosa "carta" a los monarcas.
Lo menos conocido de esta tradición es que en un principio Gaspar era el encargado de repartir dulces, miel y frutos frescos; Melchor tenía la encomienda de la ropa o zapatos, y Baltasar jugaba el peor papel, pues debía de ocuparse de castigar a los niños traviesos dejándoles carbón o leña en vez de regalo
Los Reyes Magos (también conocidos como los Magos de Oriente) es el nombre por el que tradicionalmente se denomina a los visitantes que, tras el nacimiento de Jesús de Nazaret, acuden desde países extranjeros para rendirle homenaje y entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra. En muchos países (en especial los hispanohablantes). los tres Reyes traen los regalos que los niños les han pedido en sus cartas durante la noche anterior a la Epifanía.
El nombre de magos proviene del latín "Magi" y éste del griego "μάγοι". Este término, sin tener el mismo significado que el actual, era un título que se le daba a las castas sacerdotales del zoroastrismo. Como parte de su religión, estos sacerdotes tomaban una especial atención a las estrellas, y ganaron una reputación internacional por la astrología.
La figura de los Reyes Magos tiene su origen en los relatos del nacimiento de Jesús, algunos de dichos relatos fueron integrados de los evangelios canónicos que hoy conforman el Nuevo Testamento de la Biblia. Concretamente el Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona a unos magos (aunque no especifica el número ni el título de "reyes") quienes, tras seguir una estrella, buscan al «Rey de los Judíos que ha nacido» en Jerusalén, guiándoles dicha estrella hasta Jesús nacido en Belén, y a quien ofrecen ofrendas de oro, incienso y mirra. Las tradiciones antiguas que no fueron recogidas en la Biblia, sin embargo, les asignan nombre: Melchor, Gaspar y Baltasar, posiblemente sacerdotes zoroastristas provenientes de Persia. Los nombres son además diferentes según la tradición siriaca. Según posteriores interpretaciones los Magos fueron considerados originarios de África, Europa, y de Asia respectivamente.
Mención en la Biblia
Es poco lo que el Evangelio de Mateo menciona sobre los sabios de Oriente. Particularmente no menciona un número específico de ellos.
Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?
Mateo 2,1-2, versión Reina-Valera 1960
Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Mateo 2,11, versión Reina-Valera 1960
Si bien parece contradictorio que practicantes de la magia (severamente amonestada tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento) sean admitidos como adoradores del Mesías, hay que tener en cuenta que el término griego μάγος (mago), no era utilizado únicamente para referirse a los hechiceros. Se utiliza, en este caso, para referirse a hombres sabios (así se los llama en diversas versiones de la Biblia en inglés) o, más específicamente, hombres de ciencia. De hecho, también poseían conocimiento de las Escrituras (Mateo 2:5-6). Es usualmente aceptado que estos magos pertenecían a la religión zoroastra.
San Mateo nos deja ver que eran astrólogos que conocían con precisión el movimiento de la estrella (2:7). Aunque bien intencionados, su visita es causa de turbación general y despierta la desconfianza de Herodes (2:3), pues veía al nuevo Mesías como un rival. A pesar de ser anciano y de haber reinado ya por más de treinta años, Herodes les ruega que averigüen el sitio preciso del nacimiento del Mesías (2:8) con el fin de poder, así, acabar con su potencial competidor. Los sabios, que no sospechan eso, encuentran al Niño, lo adoran y obsequian oro, incienso y mirra (2:11). Un ángel previene a los magos de las intenciones que Herodes guardaba (2:12), así que no regresan donde él. Iracundo, el rey manda a matar a todos los niños menores de dos años. Para entonces, José ha sido avisado en sueños (2:13) de que debe huir a Egipto con los suyos.
A partir de ese relato, se han ido elaborando numerosas leyendas sobre los hechos y la personalidad de estas tres figuras, incluyendo el presunto estatus real.
Reyes Magos en México en Paseo de la Reforma
Interpretaciones astrológicas
Según algunos autores Jesús nació en Belen el 17 de Abril del año 6 a. C. y los Reyes Magos iniciaron la búsqueda del sitio de nacimiento en la Constelación del Cordero, Aries, siguiendo la trayectoria del planeta Júpiter como la Estrella de Belen, cuya retrogradación final marcó el sitio de su nacimiento y que su travesía desde Persia duró unos seis meses, llegando al sitio del nacimiento el 19 de Diciembre. A su paso por Jerusalén, la estrella en el bajo horizonte quedó escondida tras una colina que separa a Jerusalen de Belen, y la retrogradación la puso estacionaria sobre Belen.
Jesús tendría entonces unos 8 meses de edad, edad que explicaría la orden de Herodes de asesinar los pocos niños de Belen menores de 2 años, no los recién nacidos solamente. También a Jesus se lo llama el Cordero de Dios, lo que se entendería que había nacido bajo la Costelación del Carnero,signo zodiacal Aries y anunciado por el planeta Júpiter,visible a simple vista y brillante por estar en situación más cercana a la tierra.
En la mitología (Romana) Griega, (Jupiter) Zeus, corresponde al padre de los dioses; y en el Árbol Sefirotal Cabalístico ocupa la posición número 4, que corresponde al signo Aries y a la Carta del Tarot llamada el Emperador, siendo el nombre de Dios en Hebreo "El", el misericordioso. El número de Bode es el 64, que por reducción cabalista (álgebra de residuos módulo 9=0) se convierte en el 10, última posición en al árbol sefirotal ( de las cifras ) que corresponde a la tierra reemplazado por el planeta Júpiter, letra kaph, que se conoce como Arcano mayor 10 bajo el nombre: "La Rueda de la Fortuna,en las cartas del Tarot.
Vale notar que la tierra ocupa la posición 4 contando desde el sol:
1. Vulcano (Hephestos) o luna lado oscuro de la tierra
2. Mercurio (Hermes),
3. Venus (Afrodita),
4. Gea ( sol o lado iluminado de la superficie de la tierra),
5. Marte (Ares),[Los asteroides no se cuentan]
6. Júpiter (Zeus)y
7. Saturno (Cronos).
Este orden del Sol (Helios) proviene del Sistema Solar Asirio Caldeo, utilizado por los Hebreos, que corresponde a una visión Heliocéntrica vista desde la tierra, mal llamada Geocéntrica, que se obtiene intercambiando las posiciones de la Tierra y el sol, posiciones 6 y 10 en el Ärbol Sefirotal, e introduciendo a la Luna, posición 9, en el puesto de Vulcano ( planeta supuestamente contenido dentro de la Corona Solar). Este juego numérico exhibe una relación íntima entre Júpiter,el Sol y la Tierra.
Vale mencionar que los hijos de Júpiter eran anunciados a las madres antes de nacer, como lo fue Sansón y Jesús en los relatos Bíblicos. Entonces el argumento del nacimiento de Jesús bajo el Signo Aries, posición del Dios Padre Misericordioso (El,Chesed), como el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo, tiene sentido Bíblico y Astrológico.
Si los Reyes magos representaban las tres edades del hombre y los cráneos muestran suturas occipitales correspondientes en el Santuario de los Reyes magos de Colonia, como se explicaría entonces el haber sido hechos obispos y mártires en los años 70? La edad avanzada habría completado las suturas occipitales de los cráneos exhibidos con las sendas coronas en el santuario. Entonces si los cráneos son verdaderos no pudieron haber muerto al mismo tiempo 70 años más tarde, sino en una época más temprana.
Otras Interpretaciones
Según interpretación de José Luis Sicre, en el tiempo en que fue escrito el evangelio de San Mateo se estaba produciendo un incremento de conversiones paganas al cristianismo frente a las de los propios judíos. La incursión de estos fragmentos sobre los magos de Oriente en el evangelio de Mateo subraya este hecho y lo utiliza como argumento de conversión: si los de fuera vienen y lo adoran(se convierten) ¿Cómo no os dais cuenta los que lo tenéis entre vosotros?
Leyenda
La tradición más difundida cuenta que vinieron de Oriente, en número de tres, y que iban guiándose por una estrella (celebérrimamente conocida como La estrella de Belén) que les condujo hasta Belén. Allí buscaron al Niño Jesús recién nacido y le adoraron, ofreciéndole oro (representando su naturaleza real, como presente conferido a los reyes), incienso (que representa su naturaleza divina, empleado en el culto en los altares de Dios) y mirra (un compuesto embalsamador para los muertos, representando el sufrimiento y muerte futura de Jesús). Antes de llegar, encontraron al rey Herodes el Grande en la ciudad de Jerusalén, quien astutamente les conminó a que, de regreso, hablaran con él para darle noticia del sitio exacto donde se encontraba dicho niño; y, así, poder ir él también a adorarle. (En realidad, lo que quería era darle muerte, por eso ordenó la matanza de los inocentes).
La historia sigue contando cómo un ángel se apareció a los tres reyes magos y les advirtió del peligro que corría Jesús si ellos obedecían el deseo de Herodes. Así pues, no volvieron por el mismo sitio. Parece ser que, sólo por el hecho de que el relato evangélico indicara que trajeron tres dones (oro, incienso y mirra), se dio por sentado que eran tres los personajes que los traían. Aunque también en algún momento las distintas tradiciones han señalado que eran dos, cuatro, siete y hasta doce.
La primera vez que surge el nombre con que hoy conocemos a los Reyes Magos es en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena (Italia). El friso de la imagen está decorado con mosaicos de mediados del siglo VI que representan la procesión de las Vírgenes. Esta procesión está conducida por tres personajes vestidos a la moda persa, tocados con un gorro frigio y su actitud es la de ir a ofrecer lo que llevan en las manos a la Virgen que está sentada en un trono y tiene al Niño en su rodilla izquierda. Encima de sus cabezas se pueden leer tres nombres, de derecha a izquierda: Gaspar, Melchior, Balthassar...
Mosaico de San Apolinar Nuovo (Rávena, Italia)
Poco a poco la tradición ha ido añadiendo otros detalles a modo de simbología: se les ha hecho representantes de las tres razas conocidas en la antigüedad, representantes de las tres edades del hombre y representantes de los tres continentes (Asia, África y Europa).
La llegada de los Reyes Magos es un tema tratado también en los Evangelios apócrifos. Según la tradición esotérica aplicada al cristianismo, estos personajes procedían del lugar donde se encontraba el Preste Juan.
Otra leyenda cuenta que, después de la resurrección de Jesús, el apóstol Tomás los halló en Saba. Allí fueron bautizados y consagrados obispos. Después fueron martirizados en el año 70 y depositados en el mismo sarcófago. Los restos fueron llevados a Constantinopla por Santa Elena. Posteriormente, Federico I Barbarroja, en el siglo XII, los trasladó a Colonia, donde hoy reposan con las coronas que supuestamente llevaron durante su existencia. Miles de peregrinos empezaron a llegar a Colonia, lo que propició que en 1248 se iniciara la construcción de la catedral de Colonia, que llevaría más de 600 años terminarla. Hoy día es uno de los monumentos góticos más impresionantes de Europa. Colonia se ha convertido junto con Roma y Santiago de Compostela en uno de los grandes centros de peregrinación. Igualmente, existen leyendas que hablan de un cuarto rey mago .
Los nombres y número de los Reyes Magos
Según las diversas tradiciones de los reyes magos, el número de ellos varía; así se puede encontrar los siguientes reyes magos:
* Tres reyes magos: Sumado a la leyenda extensamente difundida por la Iglesia católica de que los llamados "reyes magos" fueron tres, lo cual se desprende del hecho de que fueron tres los regalos otorgados por los magos al niño Jesús. Incluso se les han asignado los nombres de "Melchor", "Gaspar" y "Baltasar", que supuestamente equivalen en griego a "Appellicon", "Amerín" y "Damascón" y en hebreo a "Magalath", "Galgalath" y "Serakin". Según una leyenda, sus restos se encuentran en la Catedral de Colonia, Alemania, donde se encuentra el llamado Relicario de los Tres Reyes Magos.
* Cuatro reyes magos: Otras leyendas, indican que además de los tres reyes magos nombrados anteriormente, había un cuarto rey mago, el cual en algunas leyendas se le da el nombre Artabán. Este rey mago tampoco tiene fundamento bíblico.
* Doce reyes magos: Los armenios suponen que fueron 12, por lo que les asignan doce nombres diferentes. Estos nombres tampoco se mencionan en la Biblia.
El hecho que tengan el titulo de magos, no quiere decir que fuesen sacerdotes de la relgion zoroastrismo, los magos eran una tribu de las tantas que habia en Persia, algunos de ellos formaron parte del clero del zoroastrismo, pero no todos. Los reyes magos que fueron a visitar a Jesus es puro simbolismo es otro invento cristiano para tratar de influenciar la convercion de la gente de medio oriente, miren los sabios magos fueron a visitar al mesias, solo fue un istrumento mas para labar el cerebro de la gente.Con el nombre de los Reyes Magos y la fama en la mente, todos los sacerdotes de la babilónica y asiria sacerdotes de otros credos tomó el nombre de "Reyes Magos" para ellos. Es simple de entender el resto de los acontecimientos, incluso los Reyes Magos que se dice que han visitado y han rendido homenaje a Jesús recién nacido. Cada mago en lo que llamamos el Oriente Medio no fue Zoroastro." Era sólo "sacerdotes", eran personas muy sabias que hacian muchos inventos.La palabra "magia", derivado de Magu muestra muy aprendido y avanzado fueron los Reyes Magos en su conocimiento y la artesanía. Ellos hicieron que los iraníes no se preguntaran y pensaran que estaban viendo "brujos" en el trabajo. Esto podría ocurrir a cualquier pueblo atrasado si ven científicos modernos instrumentos utilizados por el avanzado. Tenemos muchas historias de cómo la gente miraba primer inalámbrico, teléfono, locomotora, tren, y otros inventos y los imaginaban como magia y los "productos del diablo." Algunos todavía lo hacen!. Por eso Zoroastro su mensaje es llamado Manthravani "Provocador del Pensamiento, su mensaje provoca el pesamiento", nada que ver con los magos que no querian que la gente no pensara.
"Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes , unos magos que venían del oriente se presentaron en Jerusalén" (Mt 2 1). Este es el origen de la antigua tradición de los "tres reyes magos". El relato de Mateo es enormemente sugestivo, y la imaginación posterior ha suplido cantidad de precisiones que Mateo pasó por alto. Se les ha puesto nombre a los personajes, se les ha asignado lugar de origen a cada uno de ellos, se ha precisado el color de su piel, se ha fijado su número. Se ha llegado incluso a fijar el lugar de su enterramiento actual: la catedral de Colonia. Todo lo que queramos saber de estos personajes, aunque no haya ninguna constancia histórica, ha sido suministrado posteriormente por la imaginación, la piedad y la fantasía.
La verdad es que había motivo para ello. ¿Qué cosa más encantadora que unos abuelos bondadosos, con barba, con vestiduras exóticas, venidos de lejanas de tierras, con un mensaje de paz y de bondad, repartiendo caramelos y juguetes a los niños? Cuando la vida es áspera, cuando la sociedad es hostil, cuando los hombres matan y mienten por ambición, cuando el poder militar es más eficaz que la razón del derecho, nos refugiamos por un día en el sueño de las hadas, hacemos protagonistas la ingenuidad y credulidad de los niños, creamos un mundo fantástico, que sabemos que es mentira, pero que es bonito. Ya que no somos capaces de hacerlo realidad, al menos por un día vivimos lo que quisiéramos vivir y no vivimos. Es el derecho de una sociedad a olvidar lo que hacemos porque no nos gusta, y a vivir por unas horas lo que quisiéramos que existiera y que no somos capaces de hacer.
Hasta aquí todo es razonable. Pero hay un aspecto de la cuestión que debemos poner de relieve.
Esta lectura poética, que se hace del relato de Mateo sobre la venida de los orientales a Belén, coloca en la sombra la lectura ideológica del relato. El evangelio de Mateo se difunde principalmente entre las comunidades cristianas de Siria. Allá se habían exilado la mayoría de los judíos jerosolimitanos tras la ocupación de la ciudad por las tropas de Tito el año 70. Los romanos desterraron a toda la población autóctona, y pusieron su esfuerzo en borrar del mapa todo lo que sonara a judío en la capital de Judea . Borraron hasta el nombre de la región. Lo que siempre se había llamado Judea, se empezó a llamar desde entonces Palestina. Tomaron el nombre de un antiguo pueblo, los Philisteos, que habían residido en la zona costera, lo que hoy llamamos la franja de Gaza.
En Siria, pues, se desarrollan comunidades cristianas importantes. En Siria se desarrolla también un judaísmo integrista conservador de las antiguas tradiciones israelitas Y ambos grupos, los integristas conservadores y los nuevos círculos cristianos, viven en un entorno social, político y religioso ajeno. Siria es una provincia romana, regida por leyes romanas, gobernada por gobernadores romanos, con una cultura totalmente romanizada. Las comunidades cristianas de Siria crecen con la incorporación de gentes que no proceden del judaísmo. Estas comunidades cristianas de Siria necesitaron una justificación de su propia identidad. Por una parte la demostración de que Jesús empalma con las tradiciones más auténticas de Israel. Son continuas las alusiones del texto a que en Jesús se habían cumplido las antiguas predicciones de los profetas. En segundo lugar una justificación de que a partir de Jesús, Dios no podía ser considerado como un patrimonio nacionalista judío. Las fronteras nacionalistas no tenían ya significación religiosa. Dios es el Dios de todos los hombres, no es el Dios de un pueblo en particular.
Este es el sentido ideológico que tiene el relato de los magos venidos de Oriente. El relato tiene un sentido universalista. La división de la comunidad humana en nacionalidades es un fenómeno insignificante, ante otro gran fenómeno auténticamente importante: la unidad de la "gran familia humana". Las hegemonías, los imperialismos, los racismos, todo lo que se traduce en parcelaciones del gran colectivo humano, carece de significación ante la única realidad que se impone, la categoría de lo universal.
El relato está lleno de elementos míticos: la estrella, los obsequios, los personajes. Pero expresa una realidad experimental: hagamos caer las barreras que separan a los hombres. Se puede ser negro o blanco, se puede ser norteamericano o salvadoreño, se puede ser gitano o castellano, se puede ser de derechas o de izquierdas, nada de eso tiene significación. Lo único importante es que todos somos "humanos". Es un canto a lo "universal", es un canto a la paz.
Ahora si podemos decir que las fiestas solticiales han terminado
lunes, 27 de septiembre de 2010
Lo que la biblia realmente dice sobre el sexo
Tanto la Biblia Hebrea, como el Nuevo Testamento abordan directamente asuntos de sexualidad y envían mensajes que son muy diferentes los que le enseñaron a la mayoría de la gente en sus grupos y denominaciones religiosas
(Reverenda Debra W. Haffner, MPH, M.Div. /Trad. Fco. J. Lagunes Gaitán).- La Reverenda Debra W. Haffner dirige la organización interreligiosa Instituto Religioso de Moralidad Sexual, Justicia y Salud y es una ministra comunitaria ordenada Unitaria Universalista. Este artículo fue escrito en 1997, cuando la Rev. Haffner era Presidenta y Directora General del SIECUS, el Consejo de Educación e Información de la Sexualidad de los Estados Unidos de América. Se publicó originalmente en SIECUS Report, October/November 1997, y se vuelve a publicar aquí con autorización.
Durante los dos años anteriores, me he convertido en una estudiante seria y en ávida lectora de la Biblia. Comencé mis estudios con la creencia, común entre muchos adultos con los que he trabajado a lo largo de los años, de que la Biblia menospreciaría o ignoraría la sexualidad.
Al comenzar mi investigación como Asociada de la Universidad de Yale, descubrí algo completamente diferente. Tanto la Biblia Hebrea, como el Nuevo Testamento abordan directamente asuntos de sexualidad y envían mensajes que son muy diferentes los que le enseñaron a la mayoría de la gente en sus grupos y denominaciones religiosas.
De hecho, ahora pienso que una de las principales funciones de los relatos bíblicos es enseñar educación sexual: muchos de los relatos y de La Ley contienen información para ayudar a la gente a entender el importante papel que la sexualidad desempeña en sus vidas.
Y a la inversa, me sorprendió encontrar que la Biblia no dice absolutamente nada sobre la masturbación, el aborto, el control natal, el sexo oral-genital, y otras prácticas sexuales.
Conforme proseguí mi trabajo, gradualmente me percaté de que, al estudiar la Biblia, los lectores pueden ver cómo entendía la sexualidad la gente que la escribió. Y, en el proceso, también pueden ganar un mejor entendimiento de la capacidad de la Biblia para hablarnos hoy sobre estas cuestiones morales.
No hay duda de que ciertas tradiciones eclesiales han ofrecido justificaciones para la opresión sexual. Desde los escritos de Pablo de Tarso, a los de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino –y a través de la labor actual de organizaciones fundamentalistas como la usamericana llamada Coalición Cristiana– algunas partes de la iglesia cristiana han intentado controlar, definir y limitar la expresión sexual. De hecho, es claro que el dualismo mente/cuerpo, que caracteriza a mucho del pensamiento cristiano, es el sesgo a través del que la Biblia y las tradiciones eclesiales son utilizadas para limitar la experiencia de la gente, la expresión de su sexualidad y. así mismo, para promover sistemáticamente la opresión de la sexualidad.
Sin embargo, estas mismas herramientas teológicas pueden ayudar a hacer manifiesta una teología sexual revisada. Tanto la escritura, como la historia de la iglesia contienen una mayor riqueza sobre cuestiones sexuales de lo que la mayoría de la gente da por hecho.
LA BIBLIA HEBREA
La Biblia Hebrea (también conocida como Antiguo Testamento) está llena de relatos con temas sexuales. El mismo libro del Génesis incluye más de 30 relatos que tratan temas sexuales.
Los géneros y sexo biológico. El relato de la creación (Génesis 1 y 2) explica el sexo biológico y la razón para la existencia de 2 géneros. Génesis 1 dice que Dios “macho y hembra los creó” (Génesis 1:27) y que entonces Dios los bendijo: “Sed fecundos y multiplicaos” (Génesis 1:28). Génesis 2 es la narración más familiar de la creación de la mujer a partir de la costilla de Adán. Dios reconoce que “No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:18), así que se dispone a proveerle de compañía.
De hecho, esta soledad es el primer aspecto de la creación que Dios encuentra desagradable. Adán rechaza todos los animales que Dios le presenta. Es sólo entonces que Dios pone a dormir a Adán para crear a la mujer. Así se destaca la centralidad de la sexualidad y de ambos géneros: “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen un sola carne” (Génesis 2:24). De acuerdo con estos pasajes, el hombre necesita no solamente compañía y ayuda, sino también una amante. El objetivo de la unión según Génesis 2:24 es el placer sexual, no la procreación. Uno al lado de otro, los dos textos referidos a la creación refuerzan la idea de que la sexualidad es, al mismo tiempo, tanto pro-creativa, como re-creativa.
Las relaciones sexuales y el deseo sexual. La importancia de las relaciones sexuales y el papel del deseo aparecen en numerosas ocasiones en el Génesis. A Eva se le dice que a pesar del dolor del parto, “hacia tu marido irá tu apetencia” (Génesis 3:16). Se dice que seres divinos deseaban la belleza de la mujer humana (Génesis 6:2). Sara describe sus relaciones sexuales como “placer” (Génesis 18:12). Isaac es visto “solazándose con Rebeca” (Génesis 26:8). Lía y Raquel negocian los favores sexuales de Jacob (Génesis 30:14-16). La mujer de Putifar desea fuertemente a José y le pide acostarse con ella (Génesis 39:7). La cópula sexual misma es frecuente y públicamente explicada en el Génesis: de Adán, “Conoció el hombre a Eva su mujer” (Génesis 4:1). “Conoció Caín a su mujer” (Génesis 4:17). “Adán conoció otra vez a su mujer” (Génesis 4:25). Y así sucesivamente.
La belleza física y el amor a primera vista. La belleza física y el amor a primera vista también se incluyen en el Génesis. Rebeca “era de muy buen ver” (Génesis 24:16). Raquel “era de bella presencia y de buen ver” (Génesis 29:17). José era “apuesto y de buena presencia” (Génesis 39:6). Jacob y Raquel se enamoraron a primera vista (Génesis 29) y él esperó felizmente siete años para casarse con ella: “que se le antojaron como unos cuantos días, de tanto que la amaba” (Génesis 29:20). Rebeca mitigó el pesar de Isaac, a la muerte de Sara: “y él la amó. Así se consoló Isaac por la pérdida de su madre” (Génesis 24:67).
La fertilidad. La fertilidad se alude en el Génesis como un don de Dios. Las primeras palabras de Dios para la gente son “Sed fecundos y multiplicaos” (Génesis 1:28). Sin embargo, las matriarcas de la Biblia Hebrea son inicialmente infértiles: “Dios escoge a tres mujeres infértiles y a una mujer [Lía] que no era deseable para su esposo para dar a luz a los niños que heredarían el convenio [alianza]”(1). La intervención directa de Dios ayuda a estas mujeres a concebir. Sara tiene su hijo a los 90, luego de una vida de infertilidad (Génesis 21:2). Dios curó a Abimélec, “a su mujer y a sus concubinas, que tuvieron hijos” (Génesis 20:17); Dios solucionó la infertilidad de Rebeca (Génesis 25:21); Vio Yahvé que Lía no era amada, y la hizo fecunda mientras que Raquel era estéril" (Génesis 29:31); pero finamente “Entonces se acordó Dios de Raquel, Dios la oyó y abrió su seno” (Génesis 30:22). La Biblia Hebrea también incluye dos relatos en los que las mujeres infértiles arreglan que sus esposos tengan hijos con otras mujeres: Saray envía a Abrán a tener sexo con Agar (Génesis 16:2), y Raquel dice Jacob,”únete” a su criada Bilhá para poder tener hijos a través de ella (Génesis 30:3).
Los genitales y las funciones corporales. El Génesis también habla directamente sobre los genitales y las funciones corporales. Dios pide a los antiguos “os circuncidaréis la carne del prepucio, y eso será la señal de la alianza entre yo y vosotros” (Génesis 17:11). La circuncisión asegura que la “alianza esté en vuestra carne como alianza eterna” (Génesis 17:13). En 1970, el teólogo y consejero matrimonial David Mace escribió que el pene fue escogido para alojar esta marca debido a que es la parte más santa del cuerpo: “Fue con este órgano especial que él se convirtió, en un sentido especial, en colaborador de Dios”(2).
También habla francamente de la menstruación. Los escritores sabían que el fin de la menstruación era semejante al término de la fertilidad (Génesis 18:11). La menstruación es realmente utilizada como recurso argumental central en el relato de la decepción de Raquel a Labán (Génesis 31:32-35).
Usos destructivos de la sexualidad. El Génesis también contiene numerosas advertencias sobre los usos potencialmente destructivos de la sexualidad. Hay referencias a la violación (Génesis 34:1-4), la violación en grupo (Génesis 19:4-8), el incesto (Génesis 19:31-39), y la prostitución (Génesis 38:15-17). En las tres versiones de la historia de la mujer/hermana, Abrahán e Isaac hacen pasar a sus esposas como sus hermanas y casi ponen en peligro la paz de la tierra (Génesis 12, 26 y 20).
La Biblia, sin embargo, no contiene los mensajes sexuales negativos que la gente asume que contendría. Por ejemplo, Sodoma y Gomorra no es un relato contra las relaciones sexuales mutuamente consentidas entre adultos del mismo género. Más bien, el pecado tiene que ver con la falta de hospitalidad y la violación en grupo. De manera semejante, el pecado de Onán no es por la masturbación, sino por su ignorancia de la ley levítica que indicaba que debía procrear con la esposa de su hermano muerto. Onán no se masturba para evitar la procreación, en general. Practica el coito interrumpido, pues “Onán sabía que aquella descendencia no sería suya y así, si bien tuvo relaciones con su cuñada, derramaba a tierra evitando así dar descendencia a su hermano” (Génesis 38:9), algo que aparentemente realizó con alguna frecuencia.
La sexualidad en las relaciones. La función especial de la sexualidad en el primer año de una relación sexual es resaltada en el Deuteronomio, en esta traducción del Tanaj (Biblia Hebrea): “Cuando un hombre es recién casado, no saldrá con el ejército, ni se le impondrá ningún deber; quedará libre en su casa por un año para hacer feliz a la mujer que ha tomado” (Deuteronomio 24:5). A propósito de este pasaje, el iniciador de la Reforma, Martín Lutero, en el siglo XVI, escribió que es “como si Moisés quisiera decir, ‘El gozo durará un año; luego ya veremos’”(3). Los Proverbios también contienen esperanza para la intimidad sexual continuada en una relación de largo plazo: “Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud, amante cierva y graciosa gacela: que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te embriague para siempre” (Proverbios 5:18-19).
Relaciones sexuales entre personas del mismo género. La Biblia contiene solamente cuatro versículos que aluden a las relaciones sexuales entre personas del mismo género: dos en el Levítico y dos en el Nuevo Testamento. El Levítico dice que “No te acostarás con varón como los que se acuestan con mujer; es una abominación” (Levítico 18:22), y “Si un varón se acuesta con otro varón, como se hace con una mujer, ambos han cometido una abominación: han de morir; su sangre sobre ellos” (Levítico 20:13). La misma escritura dice que maldecir a tu madre y padre se castiga con la muerte (Levítico 20:9), e igual se castiga tener sexo con la mujer del vecino (Levítico 20:10), con la mujer del padre de uno (Levítico 20:11), con la nuera (Levítico 20:12), con una mujer y al mismo tiempo con la madre de ella (20:14), o con un animal (Levítico 20:15-16). Otras acciones, que se castigaban con el exilio, de acuerdo al Levítico, son ver desnudos a los familiares y tener sexo durante la menstruación (Levítico 20:17-21).
En el Nuevo Testamento, los pasajes iniciales de Romanos condenan las prácticas paganas. Luego se denuncia el sexo con alguien del mismo género: “Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza” (Romanos 1:26), “igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío” (Romanos 1:27). Además, los versículos de 1 Corintios (6:9-10) y de 1 Timoteo (1:10) hacen equivaler “Ni impuros, ni idólatras, ni adúlteros, ni afeminados [en realidad, prostitutos masculinos rituales, N. del T.], ni homosexuales” con otros pecadores, “ni ladrones, ni avaros, ni borrachos ni ultrajadores, ni explotadores [Biblia de Jerusalén, 1998]” (1 Corintios 6:9-10). Sin embargo, estos dos libros nunca ofrecen definiciones para estos términos.
Así resulta, en el mejor de los casos, inexacto usar la escritura para condenar las relaciones sexuales entre personas del mismo género que sean consensuales y comprometidas. El hecho de que solo cuatro versos traten este tema significa que era de una importancia relativamente pequeña para los autores. En contraste, hay más de 10 prohibiciones en el Levítico contra las relaciones sexuales durante la menstruación, y 17 versos sobre cómo hacer una ofrenda de grano. La Biblia Hebrea también condena comer grasa (Levítico 3:17), tocar el cuerpo de una mujer que menstrúa (Levítico 15:20), y maldecir a los padres de uno (Levítico 20:9, Deuteronomio 21:18-21).
La mayoría de los teólogos modernos creen que estos pasajes sobre hombres que tienen sexo con otros hombres en realidad se relacionan con cultos extranjeros cercanos (Levítico 20:22-23). Tales cultos practicaban la prostitución sagrada –para lo que frecuentemente utilizaban prostitutos masculinos– durante sus prácticas religiosas. La prostitución era una parte aceptada de la sociedad urbana durante los tiempos bíblicos (Véase 1 Reyes 22:38, Isaías 23:16, Proverbios 7:12, y 9:14); la prostitución ritual (es decir, la prostitución como parte de la práctica religiosa) estaba, sin embargo, condenada claramente. El Deuteronomio y Números contienen varias prohibiciones contra esta clase de prostitución (Deuteronomio 23:18 y Números 25:1-3), pero ninguna de las prácticas sexuales con gente del mismo género. Muchos teólogos creen que el Levítico se refiere solamente al uso de prostitutos sagrados, una práctica que no había sido completamente erradicada del Templo, hasta las reformas de Josías (1 Reyes 15:12 22:45; 2 Reyes 23:7)(4).
Es interesante darse cuenta de que hay algunos pasajes poco citados de la Biblia que reconocen el contacto sexual y el amor entre hombres. Por ejemplo, Abrahán pide a su siervo que pronuncie un juramento le dice, “pon tu mano debajo de mi muslo” (Génesis 24:2). David, al hablar de Jonatán, dice: “…[tú me has sido] en extremo querido, tu amor fue para mí más delicioso que el amor de las mujeres” (2 Samuel 1:26). En efecto, Jonatán y David parecen enamorarse a primera vista: “En acabando de hablar David a Saúl, el alma de Jonatán se apegó al alma de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo” (1 Samuel 18:1). Y posteriormente, “Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David” (1 Samuel 19:1).
El adulterio. A diferencia de su posición sobre el sexo entre personas del mismo género, la Biblia condena claramente el adulterio. Es importante entender, sin embargo, que el adulterio se contempla no sólo como un pecado sexual, sino también como una violación de los derechos de propiedad. En tiempos bíblicos, el adulterio se definía como tener sexo con la mujer, o concubina, de otro hombre sin su permiso, no era tener sexo fuera del matrimonio. En efecto, en Proverbios (6:26) se urge a los hombres a buscar prostitutas, cuya tarifa era equivalente al costo de una pieza de pan, antes de ser tentados por la mujer de otro. La gente en los tiempos bíblicos sentía que un hombre que había cometido adulterio no violaba su propio matrimonio, sino más bien el de la otra mujer y su esposo. Durante el periodo en el que se escribió el Nuevo Testamento, se decía que el esposo cometía adulterio si se divorciaba de su mujer (Mateo 5:32, Marcos 10:11 y Lucas 16:18), lo que se prohibe en varios libros (Romanos 13:9, Gálatas 5:19 y Santiago 2:11).
Hay pocas restricciones para los hombres y el sexo en los códigos del Levítico y el Deuteronomio aparte del adulterio. Por ejemplo, no hay límite para la cantidad de esposas y concubinas (se dice que Salomón habría tenido 700 esposas y 300 concubinas, véase 1 Reyes 11:3), y no se discute la virginidad masculina. La ley no dice nada sobre el comportamiento sexual de una pareja establecida.
El celibato. El celibato no se presenta positivamente nunca en la Biblia Hebrea. Durante el periodo de tiempo de desorganización, en Jueces, la hija de Jefté ruega a su padre por dos meses de gracia antes de morir, pues era todavía virgen: “Que se me conceda esta gracia; déjame dos meses para ir a vagar por las montañas y llorar mi virginidad con mis compañeras” (Jueces 11:37). Las hijas de Israel iban cada año a lamentarse por la hija de Jefté debido a que “La joven no había conocido varón” (Jueces 11:39). De manera similar, se dice que el profeta Jeremías permaneció soltero como un ejemplo de la desorganización que caracterizó a Israel en esa época (Jeremías 16:2).
El Cantar de los Cantares. El libro más abiertamente sexual de la Biblia es el Cantar de los Cantares. A lo largo de la historia, ha habido intentos por entender el cantar de los cantares como una alegoría [Alegoría, en retórica es la figura que consiste en hacer patentes en el discurso, por medio de varias metáforas consecutivas, un sentido recto y otro figurado, ambos completos, a fin de dar a entender una cosa expresando otra diferente. DRAE]. En varios libros sobre el tema, el Cantar de los Cantares es descrito como un libro sobre el amor de Dios por Israel, o sobre el amor de Jesús por la iglesia, o incluso sobre batallas históricas. Los estudiosos modernos, en su gran mayoría, han desechado estas interpretaciones y creen que en éstas “el nivel primario del texto, es explícitamente el del amor humano y en ninguna parte menciona a Dios”(5).
El Cantar de los Cantares celebra el amor erótico entre un hombre y una mujer en una relación notablemente recíproca. Marcia Falk, en el Comentario Bíblico Harper, dice que la “la mujer habla tan asertivamente como el hombre, al iniciar la acción por lo menos con la misma frecuencia; los hombres son libres de ser tan amables y suaves, tan vulnerables, incluso tan tímidos como una mujer. Los hombres y las mujeres se elogian de manera similar por su belleza y sensualidad, y a veces se usan frases idénticas para describir a los amantes de ambos géneros”(6).
El Cantar de los Cantares no habla sobre el sexo en el ámbito del matrimonio, ni de la procreación: a la mujer en el Cantar de los Cantares nunca se le “llama una esposa, ni se le pide engendrar niños. De hecho, sobre el tema del matrimonio y la procreación, el Cantar de los Cantares no dice absolutamente nada”(7).
El Cantar de los Cantares es notablemente explícito en sus descripciones eróticas. Consideremos, por ejemplo, estos dos pasajes:
“Mi amado metió su mano por el hueco de la cerradura;
mis entrañas se estremecieron.
Me levanté para abrir a mi amado,
mis manos destilaron mirra,
mirra goteaban mis dedos,
en el pestillo de la cerradura”… (Cantares 5:4-5).
“¡Qué bella eres, qué hermosura,
amor mío, qué delicia!
Tu talle es como palmera,
tus pechos son los racimos;
pienso subir a la palmera,
voy a cosechar sus dátiles;
serán tus pechos racimos de uvas,
tu aliento, aroma de manzanas,
tu paladar, vino generoso”... (Cantares 7:7-9).
Es interesante que, después del Génesis y los Salmos, el Cantar de los Cantares fuera el libro más frecuentemente expurgado del Viejo Testamento, en la Edad Media. Denys Turner, en ‘Eros y alegoría’ (Eros and Allegory) observa esta ironía: “los varones célibes, sacerdotes y monjes, por siglos han descrito, expresado y celebrado su amor por Dios en el lenguaje del sexo”(8).
Algunos teólogos antiguos prevenían contra este texto: Dionisio el Cartujo, por ejemplo, nos advertía de que el Cantar de los Cantares no debería ser leído por nadie menor de 30 años, y que solamente la gente “reformada y purificada del deseo sexual” no resultaría dañada por su lectura. Gil de Roma (Egidio Colonna) dijo,“el texto aquí parece defectuoso”(9).
Los profetas tardíos (post-exílicos) presentan una imagen mucho más amedrentadora del matrimonio y la sexualidad. Las metáforas de Oseas, Jeremías y Ezequiel retratan relaciones ruinosas: “¡Pleitead con vuestra madre, pleitead, porque ella ya no es mi mujer y yo no soy su marido...” (Oseas 2:2, [Biblia de Jerusalén, Oseas 2:4]). “...Por tanto, cerraré con espinos su camino, la cercaré con seto y no hallará sus senderos” (Oseas 2:6). En estos pasajes, se retrata a Israel como a una esposa adúltera y a Dios como al esposo que la ha repudiado [Metáfora: Aplicación de una palabra o de una expresión a un objeto o a un concepto, al cual no denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación (con otro objeto o concepto) y facilitar su comprensión; p. ej., el átomo es un sistema solar en miniatura. DRAE].
Incluso en épocas cercanas al exilio, sin embargo, el amor entre hombre y mujer es mantenido aún como ideal. Por ejemplo, en Jeremías, el Señor dice a Israel, “He decidido hacer desaparecer de este lugar, a vuestros propios ojos y en vuestros días, toda voz de gozo y alegría, la voz del novio y la voz de la novia” (Jeremías 16:9). Se usan numerosas analogías relacionadas con el abuso sexual, la violación y el adulterio para indicar la destrucción venidera.
La promesa de Dios a Israel es relatada en forma de relaciones íntimas. Consideremos esta página de Isaías:
”…sino que a ti se te llamará: ‘Mi Complacencia’,
y a tu tierra: ‘Desposada’.
Porque Yahvé se complacerá en ti,
y tu tierra será desposada.
Porque como se casa joven con doncella,
se casará contigo tu edificador,
y con gozo de novio por su novia
se gozará por ti tu Dios” (Isaías 62:4-5).
Este pasaje nos recuerda el pasaje del Deuteronomio citado más arriba; la relación de una pareja recientemente enamorada es celebrada. Los profetas reconocieron que una relación virtuosa entre un hombre y una mujer es tan santa como el amor de Dios por Israel.
EL NUEVO TESTAMENTO
El Nuevo Testamento incluye poca discusión sobre asuntos de sexualidad. Sin embargo, La Primera Epístola de Pablo a la Iglesia de Corinto (también conocida como 1 Corintios) los trata prolijamente. De hecho, contiene muchos de los temas de los programas de educación sexual vigentes actualmente y puede considerarse como una forma de instrucción sexual para el siglo primero.
La Primera a los Corintios trata de alguna manera 17 temas de sexualidad. En su carta, Pablo trata brevemente sobre la anatomía, las familias, la crianza infantil, los valores, la toma de decisiones, la comunicación, la autoestima y la autoconfianza, el comportamiento sexual compartido y el deseo sexual. También proporciona amplia información sobre los cuerpos, el amor, el matrimonio, los roles de género, la sexualidad y la sociedad, la ley y la religión. La Primera a los Corintios reconoce la sacralidad del cuerpo y de las relaciones sexuales, refuerza la noción de que el deseo sexual es parte de la vida, y respeta la importancia del placer mutuo e igualitario, y de la responsabilidad en las relaciones íntimas. También afirma positivamente al matrimonio y ofrece una brillante descripción del amor.
Pablo creyó que el “cuerpo es templo del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19). También reconoció el carácter sagrado de todas las partes del cuerpo: “…Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo según su voluntad. Si todo fuera un solo miembro, ¿Dónde quedaría el cuerpo? Por tanto, muchos son los miembros, más uno el cuerpo” (1 Corintios 12:18-20). Aunque, desdichadamente, marca una diferencia entre las partes más o menos honorables del cuerpo, afirmó que “…para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros” (1 Corintios 12:25).
Pablo destacó que las relaciones sexuales son sagradas no deben ser asumidas a la ligera. 1 Corintios 6:12-20 no debe leerse como una condenación de todas las relaciones sexuales, como algunos teólogos creen deducir. Más bien afirma que la sexualidad tiene la capacidad de ejercer un gran efecto sobre nuestra vida. Muchos estudiosos han escrito que ‘porneia’ no debería traducirse como ‘fornicación’, sino como inmoralidad sexual, como se entiende en la Torá, o Pentateuco (10). Pablo instaba a los cristianos a evitar el uso de prostitutas(os) –en especial de los rituales– debido a que el acto físico del coito implica la santidad de hacerse “una carne”. En palabras de William Countryman, Pablo “consideraba al deseo sexual como un apetito natural, aunque uno demasiado central para la identidad humana como para tratarlo casualmente” (11).
Pablo reconoció que los adultos experimentan deseo sexual. Él sentía que la gente tenía la capacidad de tomar decisiones sobre sus sentimientos sexuales, que los sentimientos sexuales no eran incontrolables, y que deberían ser reconocidos y llevados a la práctica sólo en la medida en que apoyen los valores propios (1 Corintios 7:36-8).
Pablo no sugirió sólo la abstinencia, ni el celibato para todos. Él creía que abstenerse permanentemente de las relaciones sexuales era un don especial: “Quisiera que todos fueran como yo: mas cada cual tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera; otros de otra” (1 Corintios 7:7). Desde luego, en una admisión sorprendente, declara que su creencia personal en el celibato no proviene de Jesús ni de Dios: “Acerca de la virginidad no tengo precepto del Señor” (1 Corintios 7:25).
Pablo afirma continuamente al matrimonio como el contexto para las relaciones sexuales e insiste en la reciprocidad de los roles. “Que el marido cumpla su deber con la mujer; de igual modo que la mujer con su marido. No dispone la mujer de su cuerpo; sino el marido. Igualmente el marido no dispone de su cuerpo; sino la mujer” (1 Corintios 7:3-4).
Lo que es más, los integrantes de la pareja tienen derecho a esperar relaciones sexuales de manera regular: “No os neguéis el uno al otro sino de mutuo acuerdo, por cierto tiempo…” (1 Corintios 7:5).
Pablo avanzó en su entendimiento de la igualdad entre ambos géneros, pero insistió en la contribución única de ambos. Pese a que hay en su texto algunas líneas claramente patriarcales (Corintios 11:8-10), otros pasajes reconocen la importancia de ambos géneros: “Por lo demás, ni el varón sin la mujer, ni la mujer sin el varón. En el Señor” (1 Corintios 11:11).
La centralidad del mensaje de amor [en su aspecto de ‘caridad’, según la traducción de la Biblia de Jerusalén, 1998] es un componente básico de todo buen programa de educación sexual. Y aquí, Pablo es tan relevante hoy, como lo fue hace dos mil años. El capítulo 13 podría ser un tema central de estudio en los programas educativos sobre la sexualidad.
“La caridad [amor] es paciente, es amable; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe” … “Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta” (1 Corintios 13:4-7).
HACIA UNA NUEVA TEOLOGÍA SEXUAL
Numerosas denominaciones religiosas luchan con cuestiones de sexualidad, y la Biblia es un lugar importante para iniciar estas exploraciones. Jesús y los individuos cristianos que buscan entender la función y el papel que desempeña la sexualidad en sus vidas pueden mirar hacia la escritura en busca de comprensión cercana y entendimiento.
Sin duda, hay una necesidad urgente de una nueva teología sexual que ayude a la gente a reconocer el valor de la sexualidad. El teólogo James Nelson ha afirmado elocuentemente los objetivos de tal teología:
“Será fuerte y positivamente afirmadora de la sexualidad, en el entendimiento de que el placer sexual es un bien moral que se arraiga en el valor sagrado de nuestra sensualidad y poder erótico, y no necesita de justificación alguna a través del potencial reproductivo. Se basará en el respeto por nosotros mismos y por la integridad corporal del otro, y nos ayudará a defendernos contra violaciones sexuales comunes de esa integridad. Celebrará la fidelidad en nuestros compromisos, sin prescripciones legalistas sobre las formas precisas a las que deba atenerse esa fidelidad. Será una ética cuyos principios se apliquen igual y sin dobles estándares a personas de ambos géneros, de todos los colores, edades, condiciones corporales, y orientaciones sexuales”(12).
A esto yo añado, “Amén”. Los sexólogos necesitamos de una nueva mirada hacia la Biblia y su influencia sobre mucha de la gente a la que servimos. Necesitamos entender que la sexualidad es una parte central del ser humano, que los cuerpos son buenos, que el placer es bueno, y que los hombres y mujeres experimentan a un saludable deseo mutuo hacia otras personas.
Tal como es en la actualidad, la sexualidad en los tiempos bíblicos era una fuente de placer e intimidad, así como de miseria y aflicción. Los relatos y pasajes de la Biblia pueden ayudar a la gente a identificar y a vivir de acuerdo a sus propios valores, así como a diferenciar entre las decisiones sexuales que realzan la vida y las que resultan destructivas. Aquellos entre nosotros que somos gente de fe debemos difundir el evangelio, que literalmente significa “la buena nueva”, de que la Biblia afirma una visión saludable y positiva de la sexualidad.
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Nota de la autora: Agradezco a la Yale Divinity School por la oportunidad de participar en su programa de Asociados, así como al cuerpo docente por su ayuda para esta investigación.
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Notas finales
1. S. P. Jeansonne, Women of Genesis (Minneapolis: Fortress Press, 1990).
2. D. R. Mace, The Christian Response to the Sexual Revolution (New York: Abington Press, 1970).
3. Luther's Works, vol. 28 (St. Louis: Concordia Publishing House, 1973), p. 12.
4. L. M. Epstein, Sex Laws and Customs in Judaism (New York: Block Publishing Company, 1948).
5. M. Falk, "Song of Songs," Harpers Bible Commentary (San Francisco: Harper, 1988).
6. Ibid.
7. P. Trible, God and the Rhetoric of Sexuality (London: SCM Press Ltd, 1978).
8. D. Turner, Eros and Allegory (Massachusetts: Cistercian Publications, 1995).
9. Ibid.
10. R. Lawrence, The Poisoning of Eros (New York: Augustine Moore Press, 1989).
11. L. W. Countryman, Dirt, Greed, and Sex (Philadelphia: Fortress Press, 1988).
12. J. B. Nelson, Body Theology (Kentucky: Westminster/John Knox Press, 1992).
(Reverenda Debra W. Haffner, MPH, M.Div. /Trad. Fco. J. Lagunes Gaitán).- La Reverenda Debra W. Haffner dirige la organización interreligiosa Instituto Religioso de Moralidad Sexual, Justicia y Salud y es una ministra comunitaria ordenada Unitaria Universalista. Este artículo fue escrito en 1997, cuando la Rev. Haffner era Presidenta y Directora General del SIECUS, el Consejo de Educación e Información de la Sexualidad de los Estados Unidos de América. Se publicó originalmente en SIECUS Report, October/November 1997, y se vuelve a publicar aquí con autorización.
Durante los dos años anteriores, me he convertido en una estudiante seria y en ávida lectora de la Biblia. Comencé mis estudios con la creencia, común entre muchos adultos con los que he trabajado a lo largo de los años, de que la Biblia menospreciaría o ignoraría la sexualidad.
Al comenzar mi investigación como Asociada de la Universidad de Yale, descubrí algo completamente diferente. Tanto la Biblia Hebrea, como el Nuevo Testamento abordan directamente asuntos de sexualidad y envían mensajes que son muy diferentes los que le enseñaron a la mayoría de la gente en sus grupos y denominaciones religiosas.
De hecho, ahora pienso que una de las principales funciones de los relatos bíblicos es enseñar educación sexual: muchos de los relatos y de La Ley contienen información para ayudar a la gente a entender el importante papel que la sexualidad desempeña en sus vidas.
Y a la inversa, me sorprendió encontrar que la Biblia no dice absolutamente nada sobre la masturbación, el aborto, el control natal, el sexo oral-genital, y otras prácticas sexuales.
Conforme proseguí mi trabajo, gradualmente me percaté de que, al estudiar la Biblia, los lectores pueden ver cómo entendía la sexualidad la gente que la escribió. Y, en el proceso, también pueden ganar un mejor entendimiento de la capacidad de la Biblia para hablarnos hoy sobre estas cuestiones morales.
No hay duda de que ciertas tradiciones eclesiales han ofrecido justificaciones para la opresión sexual. Desde los escritos de Pablo de Tarso, a los de Agustín de Hipona y Tomás de Aquino –y a través de la labor actual de organizaciones fundamentalistas como la usamericana llamada Coalición Cristiana– algunas partes de la iglesia cristiana han intentado controlar, definir y limitar la expresión sexual. De hecho, es claro que el dualismo mente/cuerpo, que caracteriza a mucho del pensamiento cristiano, es el sesgo a través del que la Biblia y las tradiciones eclesiales son utilizadas para limitar la experiencia de la gente, la expresión de su sexualidad y. así mismo, para promover sistemáticamente la opresión de la sexualidad.
Sin embargo, estas mismas herramientas teológicas pueden ayudar a hacer manifiesta una teología sexual revisada. Tanto la escritura, como la historia de la iglesia contienen una mayor riqueza sobre cuestiones sexuales de lo que la mayoría de la gente da por hecho.
LA BIBLIA HEBREA
La Biblia Hebrea (también conocida como Antiguo Testamento) está llena de relatos con temas sexuales. El mismo libro del Génesis incluye más de 30 relatos que tratan temas sexuales.
Los géneros y sexo biológico. El relato de la creación (Génesis 1 y 2) explica el sexo biológico y la razón para la existencia de 2 géneros. Génesis 1 dice que Dios “macho y hembra los creó” (Génesis 1:27) y que entonces Dios los bendijo: “Sed fecundos y multiplicaos” (Génesis 1:28). Génesis 2 es la narración más familiar de la creación de la mujer a partir de la costilla de Adán. Dios reconoce que “No es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2:18), así que se dispone a proveerle de compañía.
De hecho, esta soledad es el primer aspecto de la creación que Dios encuentra desagradable. Adán rechaza todos los animales que Dios le presenta. Es sólo entonces que Dios pone a dormir a Adán para crear a la mujer. Así se destaca la centralidad de la sexualidad y de ambos géneros: “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen un sola carne” (Génesis 2:24). De acuerdo con estos pasajes, el hombre necesita no solamente compañía y ayuda, sino también una amante. El objetivo de la unión según Génesis 2:24 es el placer sexual, no la procreación. Uno al lado de otro, los dos textos referidos a la creación refuerzan la idea de que la sexualidad es, al mismo tiempo, tanto pro-creativa, como re-creativa.
Las relaciones sexuales y el deseo sexual. La importancia de las relaciones sexuales y el papel del deseo aparecen en numerosas ocasiones en el Génesis. A Eva se le dice que a pesar del dolor del parto, “hacia tu marido irá tu apetencia” (Génesis 3:16). Se dice que seres divinos deseaban la belleza de la mujer humana (Génesis 6:2). Sara describe sus relaciones sexuales como “placer” (Génesis 18:12). Isaac es visto “solazándose con Rebeca” (Génesis 26:8). Lía y Raquel negocian los favores sexuales de Jacob (Génesis 30:14-16). La mujer de Putifar desea fuertemente a José y le pide acostarse con ella (Génesis 39:7). La cópula sexual misma es frecuente y públicamente explicada en el Génesis: de Adán, “Conoció el hombre a Eva su mujer” (Génesis 4:1). “Conoció Caín a su mujer” (Génesis 4:17). “Adán conoció otra vez a su mujer” (Génesis 4:25). Y así sucesivamente.
La belleza física y el amor a primera vista. La belleza física y el amor a primera vista también se incluyen en el Génesis. Rebeca “era de muy buen ver” (Génesis 24:16). Raquel “era de bella presencia y de buen ver” (Génesis 29:17). José era “apuesto y de buena presencia” (Génesis 39:6). Jacob y Raquel se enamoraron a primera vista (Génesis 29) y él esperó felizmente siete años para casarse con ella: “que se le antojaron como unos cuantos días, de tanto que la amaba” (Génesis 29:20). Rebeca mitigó el pesar de Isaac, a la muerte de Sara: “y él la amó. Así se consoló Isaac por la pérdida de su madre” (Génesis 24:67).
La fertilidad. La fertilidad se alude en el Génesis como un don de Dios. Las primeras palabras de Dios para la gente son “Sed fecundos y multiplicaos” (Génesis 1:28). Sin embargo, las matriarcas de la Biblia Hebrea son inicialmente infértiles: “Dios escoge a tres mujeres infértiles y a una mujer [Lía] que no era deseable para su esposo para dar a luz a los niños que heredarían el convenio [alianza]”(1). La intervención directa de Dios ayuda a estas mujeres a concebir. Sara tiene su hijo a los 90, luego de una vida de infertilidad (Génesis 21:2). Dios curó a Abimélec, “a su mujer y a sus concubinas, que tuvieron hijos” (Génesis 20:17); Dios solucionó la infertilidad de Rebeca (Génesis 25:21); Vio Yahvé que Lía no era amada, y la hizo fecunda mientras que Raquel era estéril" (Génesis 29:31); pero finamente “Entonces se acordó Dios de Raquel, Dios la oyó y abrió su seno” (Génesis 30:22). La Biblia Hebrea también incluye dos relatos en los que las mujeres infértiles arreglan que sus esposos tengan hijos con otras mujeres: Saray envía a Abrán a tener sexo con Agar (Génesis 16:2), y Raquel dice Jacob,”únete” a su criada Bilhá para poder tener hijos a través de ella (Génesis 30:3).
Los genitales y las funciones corporales. El Génesis también habla directamente sobre los genitales y las funciones corporales. Dios pide a los antiguos “os circuncidaréis la carne del prepucio, y eso será la señal de la alianza entre yo y vosotros” (Génesis 17:11). La circuncisión asegura que la “alianza esté en vuestra carne como alianza eterna” (Génesis 17:13). En 1970, el teólogo y consejero matrimonial David Mace escribió que el pene fue escogido para alojar esta marca debido a que es la parte más santa del cuerpo: “Fue con este órgano especial que él se convirtió, en un sentido especial, en colaborador de Dios”(2).
También habla francamente de la menstruación. Los escritores sabían que el fin de la menstruación era semejante al término de la fertilidad (Génesis 18:11). La menstruación es realmente utilizada como recurso argumental central en el relato de la decepción de Raquel a Labán (Génesis 31:32-35).
Usos destructivos de la sexualidad. El Génesis también contiene numerosas advertencias sobre los usos potencialmente destructivos de la sexualidad. Hay referencias a la violación (Génesis 34:1-4), la violación en grupo (Génesis 19:4-8), el incesto (Génesis 19:31-39), y la prostitución (Génesis 38:15-17). En las tres versiones de la historia de la mujer/hermana, Abrahán e Isaac hacen pasar a sus esposas como sus hermanas y casi ponen en peligro la paz de la tierra (Génesis 12, 26 y 20).
La Biblia, sin embargo, no contiene los mensajes sexuales negativos que la gente asume que contendría. Por ejemplo, Sodoma y Gomorra no es un relato contra las relaciones sexuales mutuamente consentidas entre adultos del mismo género. Más bien, el pecado tiene que ver con la falta de hospitalidad y la violación en grupo. De manera semejante, el pecado de Onán no es por la masturbación, sino por su ignorancia de la ley levítica que indicaba que debía procrear con la esposa de su hermano muerto. Onán no se masturba para evitar la procreación, en general. Practica el coito interrumpido, pues “Onán sabía que aquella descendencia no sería suya y así, si bien tuvo relaciones con su cuñada, derramaba a tierra evitando así dar descendencia a su hermano” (Génesis 38:9), algo que aparentemente realizó con alguna frecuencia.
La sexualidad en las relaciones. La función especial de la sexualidad en el primer año de una relación sexual es resaltada en el Deuteronomio, en esta traducción del Tanaj (Biblia Hebrea): “Cuando un hombre es recién casado, no saldrá con el ejército, ni se le impondrá ningún deber; quedará libre en su casa por un año para hacer feliz a la mujer que ha tomado” (Deuteronomio 24:5). A propósito de este pasaje, el iniciador de la Reforma, Martín Lutero, en el siglo XVI, escribió que es “como si Moisés quisiera decir, ‘El gozo durará un año; luego ya veremos’”(3). Los Proverbios también contienen esperanza para la intimidad sexual continuada en una relación de largo plazo: “Sea bendita tu fuente, y regocíjate con la mujer de tu juventud, amante cierva y graciosa gacela: que sus senos te satisfagan en todo tiempo, su amor te embriague para siempre” (Proverbios 5:18-19).
Relaciones sexuales entre personas del mismo género. La Biblia contiene solamente cuatro versículos que aluden a las relaciones sexuales entre personas del mismo género: dos en el Levítico y dos en el Nuevo Testamento. El Levítico dice que “No te acostarás con varón como los que se acuestan con mujer; es una abominación” (Levítico 18:22), y “Si un varón se acuesta con otro varón, como se hace con una mujer, ambos han cometido una abominación: han de morir; su sangre sobre ellos” (Levítico 20:13). La misma escritura dice que maldecir a tu madre y padre se castiga con la muerte (Levítico 20:9), e igual se castiga tener sexo con la mujer del vecino (Levítico 20:10), con la mujer del padre de uno (Levítico 20:11), con la nuera (Levítico 20:12), con una mujer y al mismo tiempo con la madre de ella (20:14), o con un animal (Levítico 20:15-16). Otras acciones, que se castigaban con el exilio, de acuerdo al Levítico, son ver desnudos a los familiares y tener sexo durante la menstruación (Levítico 20:17-21).
En el Nuevo Testamento, los pasajes iniciales de Romanos condenan las prácticas paganas. Luego se denuncia el sexo con alguien del mismo género: “Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza” (Romanos 1:26), “igualmente los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en sí mismos el pago merecido de su extravío” (Romanos 1:27). Además, los versículos de 1 Corintios (6:9-10) y de 1 Timoteo (1:10) hacen equivaler “Ni impuros, ni idólatras, ni adúlteros, ni afeminados [en realidad, prostitutos masculinos rituales, N. del T.], ni homosexuales” con otros pecadores, “ni ladrones, ni avaros, ni borrachos ni ultrajadores, ni explotadores [Biblia de Jerusalén, 1998]” (1 Corintios 6:9-10). Sin embargo, estos dos libros nunca ofrecen definiciones para estos términos.
Así resulta, en el mejor de los casos, inexacto usar la escritura para condenar las relaciones sexuales entre personas del mismo género que sean consensuales y comprometidas. El hecho de que solo cuatro versos traten este tema significa que era de una importancia relativamente pequeña para los autores. En contraste, hay más de 10 prohibiciones en el Levítico contra las relaciones sexuales durante la menstruación, y 17 versos sobre cómo hacer una ofrenda de grano. La Biblia Hebrea también condena comer grasa (Levítico 3:17), tocar el cuerpo de una mujer que menstrúa (Levítico 15:20), y maldecir a los padres de uno (Levítico 20:9, Deuteronomio 21:18-21).
La mayoría de los teólogos modernos creen que estos pasajes sobre hombres que tienen sexo con otros hombres en realidad se relacionan con cultos extranjeros cercanos (Levítico 20:22-23). Tales cultos practicaban la prostitución sagrada –para lo que frecuentemente utilizaban prostitutos masculinos– durante sus prácticas religiosas. La prostitución era una parte aceptada de la sociedad urbana durante los tiempos bíblicos (Véase 1 Reyes 22:38, Isaías 23:16, Proverbios 7:12, y 9:14); la prostitución ritual (es decir, la prostitución como parte de la práctica religiosa) estaba, sin embargo, condenada claramente. El Deuteronomio y Números contienen varias prohibiciones contra esta clase de prostitución (Deuteronomio 23:18 y Números 25:1-3), pero ninguna de las prácticas sexuales con gente del mismo género. Muchos teólogos creen que el Levítico se refiere solamente al uso de prostitutos sagrados, una práctica que no había sido completamente erradicada del Templo, hasta las reformas de Josías (1 Reyes 15:12 22:45; 2 Reyes 23:7)(4).
Es interesante darse cuenta de que hay algunos pasajes poco citados de la Biblia que reconocen el contacto sexual y el amor entre hombres. Por ejemplo, Abrahán pide a su siervo que pronuncie un juramento le dice, “pon tu mano debajo de mi muslo” (Génesis 24:2). David, al hablar de Jonatán, dice: “…[tú me has sido] en extremo querido, tu amor fue para mí más delicioso que el amor de las mujeres” (2 Samuel 1:26). En efecto, Jonatán y David parecen enamorarse a primera vista: “En acabando de hablar David a Saúl, el alma de Jonatán se apegó al alma de David, y lo amó Jonatán como a sí mismo” (1 Samuel 18:1). Y posteriormente, “Jonatán, hijo de Saúl, amaba mucho a David” (1 Samuel 19:1).
El adulterio. A diferencia de su posición sobre el sexo entre personas del mismo género, la Biblia condena claramente el adulterio. Es importante entender, sin embargo, que el adulterio se contempla no sólo como un pecado sexual, sino también como una violación de los derechos de propiedad. En tiempos bíblicos, el adulterio se definía como tener sexo con la mujer, o concubina, de otro hombre sin su permiso, no era tener sexo fuera del matrimonio. En efecto, en Proverbios (6:26) se urge a los hombres a buscar prostitutas, cuya tarifa era equivalente al costo de una pieza de pan, antes de ser tentados por la mujer de otro. La gente en los tiempos bíblicos sentía que un hombre que había cometido adulterio no violaba su propio matrimonio, sino más bien el de la otra mujer y su esposo. Durante el periodo en el que se escribió el Nuevo Testamento, se decía que el esposo cometía adulterio si se divorciaba de su mujer (Mateo 5:32, Marcos 10:11 y Lucas 16:18), lo que se prohibe en varios libros (Romanos 13:9, Gálatas 5:19 y Santiago 2:11).
Hay pocas restricciones para los hombres y el sexo en los códigos del Levítico y el Deuteronomio aparte del adulterio. Por ejemplo, no hay límite para la cantidad de esposas y concubinas (se dice que Salomón habría tenido 700 esposas y 300 concubinas, véase 1 Reyes 11:3), y no se discute la virginidad masculina. La ley no dice nada sobre el comportamiento sexual de una pareja establecida.
El celibato. El celibato no se presenta positivamente nunca en la Biblia Hebrea. Durante el periodo de tiempo de desorganización, en Jueces, la hija de Jefté ruega a su padre por dos meses de gracia antes de morir, pues era todavía virgen: “Que se me conceda esta gracia; déjame dos meses para ir a vagar por las montañas y llorar mi virginidad con mis compañeras” (Jueces 11:37). Las hijas de Israel iban cada año a lamentarse por la hija de Jefté debido a que “La joven no había conocido varón” (Jueces 11:39). De manera similar, se dice que el profeta Jeremías permaneció soltero como un ejemplo de la desorganización que caracterizó a Israel en esa época (Jeremías 16:2).
El Cantar de los Cantares. El libro más abiertamente sexual de la Biblia es el Cantar de los Cantares. A lo largo de la historia, ha habido intentos por entender el cantar de los cantares como una alegoría [Alegoría, en retórica es la figura que consiste en hacer patentes en el discurso, por medio de varias metáforas consecutivas, un sentido recto y otro figurado, ambos completos, a fin de dar a entender una cosa expresando otra diferente. DRAE]. En varios libros sobre el tema, el Cantar de los Cantares es descrito como un libro sobre el amor de Dios por Israel, o sobre el amor de Jesús por la iglesia, o incluso sobre batallas históricas. Los estudiosos modernos, en su gran mayoría, han desechado estas interpretaciones y creen que en éstas “el nivel primario del texto, es explícitamente el del amor humano y en ninguna parte menciona a Dios”(5).
El Cantar de los Cantares celebra el amor erótico entre un hombre y una mujer en una relación notablemente recíproca. Marcia Falk, en el Comentario Bíblico Harper, dice que la “la mujer habla tan asertivamente como el hombre, al iniciar la acción por lo menos con la misma frecuencia; los hombres son libres de ser tan amables y suaves, tan vulnerables, incluso tan tímidos como una mujer. Los hombres y las mujeres se elogian de manera similar por su belleza y sensualidad, y a veces se usan frases idénticas para describir a los amantes de ambos géneros”(6).
El Cantar de los Cantares no habla sobre el sexo en el ámbito del matrimonio, ni de la procreación: a la mujer en el Cantar de los Cantares nunca se le “llama una esposa, ni se le pide engendrar niños. De hecho, sobre el tema del matrimonio y la procreación, el Cantar de los Cantares no dice absolutamente nada”(7).
El Cantar de los Cantares es notablemente explícito en sus descripciones eróticas. Consideremos, por ejemplo, estos dos pasajes:
“Mi amado metió su mano por el hueco de la cerradura;
mis entrañas se estremecieron.
Me levanté para abrir a mi amado,
mis manos destilaron mirra,
mirra goteaban mis dedos,
en el pestillo de la cerradura”… (Cantares 5:4-5).
“¡Qué bella eres, qué hermosura,
amor mío, qué delicia!
Tu talle es como palmera,
tus pechos son los racimos;
pienso subir a la palmera,
voy a cosechar sus dátiles;
serán tus pechos racimos de uvas,
tu aliento, aroma de manzanas,
tu paladar, vino generoso”... (Cantares 7:7-9).
Es interesante que, después del Génesis y los Salmos, el Cantar de los Cantares fuera el libro más frecuentemente expurgado del Viejo Testamento, en la Edad Media. Denys Turner, en ‘Eros y alegoría’ (Eros and Allegory) observa esta ironía: “los varones célibes, sacerdotes y monjes, por siglos han descrito, expresado y celebrado su amor por Dios en el lenguaje del sexo”(8).
Algunos teólogos antiguos prevenían contra este texto: Dionisio el Cartujo, por ejemplo, nos advertía de que el Cantar de los Cantares no debería ser leído por nadie menor de 30 años, y que solamente la gente “reformada y purificada del deseo sexual” no resultaría dañada por su lectura. Gil de Roma (Egidio Colonna) dijo,“el texto aquí parece defectuoso”(9).
Los profetas tardíos (post-exílicos) presentan una imagen mucho más amedrentadora del matrimonio y la sexualidad. Las metáforas de Oseas, Jeremías y Ezequiel retratan relaciones ruinosas: “¡Pleitead con vuestra madre, pleitead, porque ella ya no es mi mujer y yo no soy su marido...” (Oseas 2:2, [Biblia de Jerusalén, Oseas 2:4]). “...Por tanto, cerraré con espinos su camino, la cercaré con seto y no hallará sus senderos” (Oseas 2:6). En estos pasajes, se retrata a Israel como a una esposa adúltera y a Dios como al esposo que la ha repudiado [Metáfora: Aplicación de una palabra o de una expresión a un objeto o a un concepto, al cual no denota literalmente, con el fin de sugerir una comparación (con otro objeto o concepto) y facilitar su comprensión; p. ej., el átomo es un sistema solar en miniatura. DRAE].
Incluso en épocas cercanas al exilio, sin embargo, el amor entre hombre y mujer es mantenido aún como ideal. Por ejemplo, en Jeremías, el Señor dice a Israel, “He decidido hacer desaparecer de este lugar, a vuestros propios ojos y en vuestros días, toda voz de gozo y alegría, la voz del novio y la voz de la novia” (Jeremías 16:9). Se usan numerosas analogías relacionadas con el abuso sexual, la violación y el adulterio para indicar la destrucción venidera.
La promesa de Dios a Israel es relatada en forma de relaciones íntimas. Consideremos esta página de Isaías:
”…sino que a ti se te llamará: ‘Mi Complacencia’,
y a tu tierra: ‘Desposada’.
Porque Yahvé se complacerá en ti,
y tu tierra será desposada.
Porque como se casa joven con doncella,
se casará contigo tu edificador,
y con gozo de novio por su novia
se gozará por ti tu Dios” (Isaías 62:4-5).
Este pasaje nos recuerda el pasaje del Deuteronomio citado más arriba; la relación de una pareja recientemente enamorada es celebrada. Los profetas reconocieron que una relación virtuosa entre un hombre y una mujer es tan santa como el amor de Dios por Israel.
EL NUEVO TESTAMENTO
El Nuevo Testamento incluye poca discusión sobre asuntos de sexualidad. Sin embargo, La Primera Epístola de Pablo a la Iglesia de Corinto (también conocida como 1 Corintios) los trata prolijamente. De hecho, contiene muchos de los temas de los programas de educación sexual vigentes actualmente y puede considerarse como una forma de instrucción sexual para el siglo primero.
La Primera a los Corintios trata de alguna manera 17 temas de sexualidad. En su carta, Pablo trata brevemente sobre la anatomía, las familias, la crianza infantil, los valores, la toma de decisiones, la comunicación, la autoestima y la autoconfianza, el comportamiento sexual compartido y el deseo sexual. También proporciona amplia información sobre los cuerpos, el amor, el matrimonio, los roles de género, la sexualidad y la sociedad, la ley y la religión. La Primera a los Corintios reconoce la sacralidad del cuerpo y de las relaciones sexuales, refuerza la noción de que el deseo sexual es parte de la vida, y respeta la importancia del placer mutuo e igualitario, y de la responsabilidad en las relaciones íntimas. También afirma positivamente al matrimonio y ofrece una brillante descripción del amor.
Pablo creyó que el “cuerpo es templo del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19). También reconoció el carácter sagrado de todas las partes del cuerpo: “…Dios puso cada uno de los miembros en el cuerpo según su voluntad. Si todo fuera un solo miembro, ¿Dónde quedaría el cuerpo? Por tanto, muchos son los miembros, más uno el cuerpo” (1 Corintios 12:18-20). Aunque, desdichadamente, marca una diferencia entre las partes más o menos honorables del cuerpo, afirmó que “…para que no hubiera división alguna en el cuerpo, sino que todos los miembros se preocuparan lo mismo los unos de los otros” (1 Corintios 12:25).
Pablo destacó que las relaciones sexuales son sagradas no deben ser asumidas a la ligera. 1 Corintios 6:12-20 no debe leerse como una condenación de todas las relaciones sexuales, como algunos teólogos creen deducir. Más bien afirma que la sexualidad tiene la capacidad de ejercer un gran efecto sobre nuestra vida. Muchos estudiosos han escrito que ‘porneia’ no debería traducirse como ‘fornicación’, sino como inmoralidad sexual, como se entiende en la Torá, o Pentateuco (10). Pablo instaba a los cristianos a evitar el uso de prostitutas(os) –en especial de los rituales– debido a que el acto físico del coito implica la santidad de hacerse “una carne”. En palabras de William Countryman, Pablo “consideraba al deseo sexual como un apetito natural, aunque uno demasiado central para la identidad humana como para tratarlo casualmente” (11).
Pablo reconoció que los adultos experimentan deseo sexual. Él sentía que la gente tenía la capacidad de tomar decisiones sobre sus sentimientos sexuales, que los sentimientos sexuales no eran incontrolables, y que deberían ser reconocidos y llevados a la práctica sólo en la medida en que apoyen los valores propios (1 Corintios 7:36-8).
Pablo no sugirió sólo la abstinencia, ni el celibato para todos. Él creía que abstenerse permanentemente de las relaciones sexuales era un don especial: “Quisiera que todos fueran como yo: mas cada cual tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera; otros de otra” (1 Corintios 7:7). Desde luego, en una admisión sorprendente, declara que su creencia personal en el celibato no proviene de Jesús ni de Dios: “Acerca de la virginidad no tengo precepto del Señor” (1 Corintios 7:25).
Pablo afirma continuamente al matrimonio como el contexto para las relaciones sexuales e insiste en la reciprocidad de los roles. “Que el marido cumpla su deber con la mujer; de igual modo que la mujer con su marido. No dispone la mujer de su cuerpo; sino el marido. Igualmente el marido no dispone de su cuerpo; sino la mujer” (1 Corintios 7:3-4).
Lo que es más, los integrantes de la pareja tienen derecho a esperar relaciones sexuales de manera regular: “No os neguéis el uno al otro sino de mutuo acuerdo, por cierto tiempo…” (1 Corintios 7:5).
Pablo avanzó en su entendimiento de la igualdad entre ambos géneros, pero insistió en la contribución única de ambos. Pese a que hay en su texto algunas líneas claramente patriarcales (Corintios 11:8-10), otros pasajes reconocen la importancia de ambos géneros: “Por lo demás, ni el varón sin la mujer, ni la mujer sin el varón. En el Señor” (1 Corintios 11:11).
La centralidad del mensaje de amor [en su aspecto de ‘caridad’, según la traducción de la Biblia de Jerusalén, 1998] es un componente básico de todo buen programa de educación sexual. Y aquí, Pablo es tan relevante hoy, como lo fue hace dos mil años. El capítulo 13 podría ser un tema central de estudio en los programas educativos sobre la sexualidad.
“La caridad [amor] es paciente, es amable; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe” … “Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta” (1 Corintios 13:4-7).
HACIA UNA NUEVA TEOLOGÍA SEXUAL
Numerosas denominaciones religiosas luchan con cuestiones de sexualidad, y la Biblia es un lugar importante para iniciar estas exploraciones. Jesús y los individuos cristianos que buscan entender la función y el papel que desempeña la sexualidad en sus vidas pueden mirar hacia la escritura en busca de comprensión cercana y entendimiento.
Sin duda, hay una necesidad urgente de una nueva teología sexual que ayude a la gente a reconocer el valor de la sexualidad. El teólogo James Nelson ha afirmado elocuentemente los objetivos de tal teología:
“Será fuerte y positivamente afirmadora de la sexualidad, en el entendimiento de que el placer sexual es un bien moral que se arraiga en el valor sagrado de nuestra sensualidad y poder erótico, y no necesita de justificación alguna a través del potencial reproductivo. Se basará en el respeto por nosotros mismos y por la integridad corporal del otro, y nos ayudará a defendernos contra violaciones sexuales comunes de esa integridad. Celebrará la fidelidad en nuestros compromisos, sin prescripciones legalistas sobre las formas precisas a las que deba atenerse esa fidelidad. Será una ética cuyos principios se apliquen igual y sin dobles estándares a personas de ambos géneros, de todos los colores, edades, condiciones corporales, y orientaciones sexuales”(12).
A esto yo añado, “Amén”. Los sexólogos necesitamos de una nueva mirada hacia la Biblia y su influencia sobre mucha de la gente a la que servimos. Necesitamos entender que la sexualidad es una parte central del ser humano, que los cuerpos son buenos, que el placer es bueno, y que los hombres y mujeres experimentan a un saludable deseo mutuo hacia otras personas.
Tal como es en la actualidad, la sexualidad en los tiempos bíblicos era una fuente de placer e intimidad, así como de miseria y aflicción. Los relatos y pasajes de la Biblia pueden ayudar a la gente a identificar y a vivir de acuerdo a sus propios valores, así como a diferenciar entre las decisiones sexuales que realzan la vida y las que resultan destructivas. Aquellos entre nosotros que somos gente de fe debemos difundir el evangelio, que literalmente significa “la buena nueva”, de que la Biblia afirma una visión saludable y positiva de la sexualidad.
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Nota de la autora: Agradezco a la Yale Divinity School por la oportunidad de participar en su programa de Asociados, así como al cuerpo docente por su ayuda para esta investigación.
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Notas finales
1. S. P. Jeansonne, Women of Genesis (Minneapolis: Fortress Press, 1990).
2. D. R. Mace, The Christian Response to the Sexual Revolution (New York: Abington Press, 1970).
3. Luther's Works, vol. 28 (St. Louis: Concordia Publishing House, 1973), p. 12.
4. L. M. Epstein, Sex Laws and Customs in Judaism (New York: Block Publishing Company, 1948).
5. M. Falk, "Song of Songs," Harpers Bible Commentary (San Francisco: Harper, 1988).
6. Ibid.
7. P. Trible, God and the Rhetoric of Sexuality (London: SCM Press Ltd, 1978).
8. D. Turner, Eros and Allegory (Massachusetts: Cistercian Publications, 1995).
9. Ibid.
10. R. Lawrence, The Poisoning of Eros (New York: Augustine Moore Press, 1989).
11. L. W. Countryman, Dirt, Greed, and Sex (Philadelphia: Fortress Press, 1988).
12. J. B. Nelson, Body Theology (Kentucky: Westminster/John Knox Press, 1992).
miércoles, 8 de septiembre de 2010
La puta de Babilonia
LA PUTA, LA GRAN PUTA, la grandísima puta, la santurrona, la simoníaca, la inquisidora, la torturadora, la falsificadora, la asesina, la fea, la loca, la mala; la del Santo Oficio y el Índice de Libros Prohibidos; la de las Cruzadas y la no...che de San Bartolomé; la que saqueó a Constantinopla y bañó de sangre a Jerusalén; la que exterminó a los albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers; la que arrasó con las culturas indígenas de América; la que quemó a Segarelli en Parma, a Juan Hus en Constanza y a Giordano Bruno en Roma; la detractora de la ciencia, la enemiga de la verdad, la adulteradora de la Historia; la perseguidora de judíos, la encendedora de hogueras, la quemadora de herejes y brujas; la estafadora de viudas, la cazadora de herencias, la vendedora de indulgencias; la que inventó a Cristo loco el rabioso y a Pedro piedra el estulto; la que promete el reino soso de los cielos y amenaza con el fuego eterno del infierno; la que amordaza la palabra y aherroja la libertad del alma; la que reprime a las demás religiones donde manda y exige libertad de culto donde no manda; la que nunca ha querido a los animales ni les ha tenido compasión; la oscurantista, la impostora, la embaucadora, la difamadora, la calumniadora, la reprimida, la represora, la mirona, la fisgona, la contumaz, la relapsa, la corrupta, la hipócrita, la parásita, la zángana; la antisemita, la esclavista, la homofóbica, la misógina; la carnívora, la carnicera, la limosnera, la tartufa, la mentirosa, la insidiosa, la traidora, la despojadora, la ladrona, la manipuladora, la depredadora, la opresora; la pérfida, la falaz, la rapaz, la felona; la aberrante, la inconsecuente, la incoherente, la absurda; la cretina, la estulta, la imbécil, la estúpida; la travestida, la mamarracha, la maricona; la autocrática, la despótica, la tiránica; la católica, la apostólica, la romana; la jesuítica, la dominica, la del Opus Dei; la concubina de Constantino, de Justiniano, de Carlomagno; la solapadora de Mussolini y de Hitler; la ramera de las rameras, la meretriz de las meretrices, la puta de Babilonia, la impune bimilenaria tiene cuentas pendientes conmigo desde mi infancia y aquí se las voy a cobrar.
La puta de Babilonia, como llamaban los albigenses a la Iglesia de Roma según la expresión del Apocalipsis, saca a la luz el voluminoso sumario de los crímenes perpetrados en nombre de Cristo por su Iglesia desde el año 323 en que, apoyada por el emperador Constantino, pasó de víctima a victimaria.
Con el correr de los años esta Iglesia afianza su poder mandando a la hoguera a quienes disentían de sus opiniones o se oponían a su dominio acusándolos de herejía, en tanto el Papa de turno juntaba bajo su triple tiara el poder temporal y espiritual y se declaraba Pontífice Máximo y Vicario de Cristo en la Tierra. Ya en nuestros días Juan Pablo II dedicó sus últimos años de pontificado a pedir perdón por un centenar de esos crímenes.
Con gran rigor histórico y académico, Fernando Vallejo desenmascara una fe dogmática que durante mil setecientos años ha derramado la sangre de los hombres y los animales invocando la entelequia de Dios o la extraña mezcla de mitos del Oriente que llamamos Cristo, cuya existencia real nadie ha podido probar. Una obra que desmitifica y agrieta los pilares de una institución tan arraigada en nuestro mundo actual.
El colombiano Fernando Vallejo ha escrito en La puta de Babilonia, con el rigor y la excelente prosa a que tiene acostumbrados a sus lectores, un valiente alegato que renuncia al eufemismo y desenmascara las prácticas de una institución eclesiástica demasiado apegada a los intereses terrenales y al poder político y económico.
Lo publica Seix Barral y es un ajuste de cuentas con la Iglesia de Roma, la puta de Babilonia del Apocalipsis, a través del sumario de crímenes perpetrados en nombre de la fe y de Cristo desde su acceso a los poderes terrenales con el emperador Constantino. Mil setecientos años de sangre derramada y de carne de hereje quemada en las hogueras del Santo Oficio.
Su tono está claro desde el primer párrafo, que no engaña a nadie acerca de lo que se va a encontrar después:
LA PUTA, LA GRAN PUTA, la grandísima puta, la santurrona, la simoníaca, la inquisidora, la torturadora, la falsificadora, la asesina, la fea, la loca, la mala; la del Santo Oficio y el índice de Libros Prohibidos; la de las Cruzadas y la noche de San Bartolomé; la que saqueó a Constantinopla y bañó de sangre a Jerusalén; la que exterminó a los albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers; la que arrasó con las culturas indígenas de América; la que quemó a Segarelli en Parma, a Juan Hus en Constanza y a Giordano Bruno en Roma; la detractora de la ciencia, la enemiga de la verdad, la adulteradora de la Historia; la perseguidora de judíos, la encendedora de hogueras, la quemadora de herejes y brujas; la estafadora de viudas, la cazadora de herencias, la vendedora de indulgencias; la que inventó a Cristoloco el rabioso y a Pedropiedra el estulto; la que promete el reino soso de los cielos y amenaza con el fuego eterno del infierno; la que amordaza la palabra y aherroja la libertad del alma; la que reprime a las demás religiones donde manda y exige libertad de culto donde no manda; la que nunca ha querido a los animales ni les ha tenido compasión; la oscurantista, la impostora, la embaucadora, la difamadora, la calumniadora, la reprimida, la represora, la mirona, la fisgona, la contumaz, la relapsa, la corrupta, la hipócrita, la parásita, la zángana; la antisemita, la esclavista, la homofóbica, la misógina; la carnívora, la carnicera, la limosnera, la tartufa, la mentirosa, la insidiosa, la traidora, la despojadora, la ladrona, la manipuladora, la depredadora, la opresora; la pérfida, la falaz, la rapaz, la felona; la aberrante, la inconsecuente, la incoherente, la absurda; la cretina, la estulta, la imbécil, la estúpida; la travestida, la mamarracha, la maricona; la autocrática, la despótica, la tiránica; la católica, la apostólica, la romana; la jesuítica, la dominica, la del Opus Dei; la concubina de Constantino, de Justiniano, de Carlomagno; la solapadora de Mussolini y de Hitler; la ramera de las rameras, la meretriz de las meretrices, la puta de Babilonia, la impune bimilenaria tiene cuentas pendientes conmigo desde mi infancia y aquí se las voy a cobrar.
Con prosa torrencial, como se ve, apasionada y sin concesiones a la correccción política ni tendencia a andarse por las ramas, Fernando Vallejo hace en esta obra un exorcismo con sus demonios personales, que resultarán familiares también para muchos de sus lectores.
Más de trescientas páginas de buena prosa continua, sin capítulos y en un monólogo narrativo de inusual fuerza persuasiva y con un enfoque que sitúa este libro en la mejor tradición del ensayo: la que desde Montaigne conecta con el pensamiento ilustrado y las propuestas críticas provocadoras.
Será piedra de escándalo para algunos, pero su rigor intelectual, su pulso narrativo y su fuerza persuasiva harán que la aprecien y la agradezcan muchos lectores.
Y que nadie se confunda: las críticas afectan a Lutero y al protestantismo y a Mahoma, el Corán y el islamismo, porque no hay razón para que estos fanatismos monstruosos (…) perduren un día más. Ha llegado la hora de decirles basta.
La historia de la Iglesia es la historia de la persecución inmisericorde del discrepante, a sangre y fuego, del heterodoxo. Con una sabia y efectiva combinación de fuentes documentales y desahogos personales, de rigor histórico y subjetividad, Fernando Vallejo ha escrito una obra que hace no mucho hubiera acabado en la hoguera, purificada por el fuego, seguramente en compañía de su autor.
Y no por falta de ganas, sino porque ya Ratzinger nada tiene. Ni siquiera dientes. Es un inquisidor desdentado que ya no puede torturar ni quemar por más que le nazca del alma. Mentir sí, y extender la mano y expoliar viudas.
http://es.wikipedia.org/wiki/La_puta_de_Babilonia
http://agreda.blogspot.com/2007/04/la-puta-de-babilonia.html
http://www.taringa.net/posts/ebooks-tutoriales/4096239/La-Puta-de-Babilonia---Fernando-Vallejo.html
La puta de Babilonia, como llamaban los albigenses a la Iglesia de Roma según la expresión del Apocalipsis, saca a la luz el voluminoso sumario de los crímenes perpetrados en nombre de Cristo por su Iglesia desde el año 323 en que, apoyada por el emperador Constantino, pasó de víctima a victimaria.
Con el correr de los años esta Iglesia afianza su poder mandando a la hoguera a quienes disentían de sus opiniones o se oponían a su dominio acusándolos de herejía, en tanto el Papa de turno juntaba bajo su triple tiara el poder temporal y espiritual y se declaraba Pontífice Máximo y Vicario de Cristo en la Tierra. Ya en nuestros días Juan Pablo II dedicó sus últimos años de pontificado a pedir perdón por un centenar de esos crímenes.
Con gran rigor histórico y académico, Fernando Vallejo desenmascara una fe dogmática que durante mil setecientos años ha derramado la sangre de los hombres y los animales invocando la entelequia de Dios o la extraña mezcla de mitos del Oriente que llamamos Cristo, cuya existencia real nadie ha podido probar. Una obra que desmitifica y agrieta los pilares de una institución tan arraigada en nuestro mundo actual.
El colombiano Fernando Vallejo ha escrito en La puta de Babilonia, con el rigor y la excelente prosa a que tiene acostumbrados a sus lectores, un valiente alegato que renuncia al eufemismo y desenmascara las prácticas de una institución eclesiástica demasiado apegada a los intereses terrenales y al poder político y económico.
Lo publica Seix Barral y es un ajuste de cuentas con la Iglesia de Roma, la puta de Babilonia del Apocalipsis, a través del sumario de crímenes perpetrados en nombre de la fe y de Cristo desde su acceso a los poderes terrenales con el emperador Constantino. Mil setecientos años de sangre derramada y de carne de hereje quemada en las hogueras del Santo Oficio.
Su tono está claro desde el primer párrafo, que no engaña a nadie acerca de lo que se va a encontrar después:
LA PUTA, LA GRAN PUTA, la grandísima puta, la santurrona, la simoníaca, la inquisidora, la torturadora, la falsificadora, la asesina, la fea, la loca, la mala; la del Santo Oficio y el índice de Libros Prohibidos; la de las Cruzadas y la noche de San Bartolomé; la que saqueó a Constantinopla y bañó de sangre a Jerusalén; la que exterminó a los albigenses y a los veinte mil habitantes de Beziers; la que arrasó con las culturas indígenas de América; la que quemó a Segarelli en Parma, a Juan Hus en Constanza y a Giordano Bruno en Roma; la detractora de la ciencia, la enemiga de la verdad, la adulteradora de la Historia; la perseguidora de judíos, la encendedora de hogueras, la quemadora de herejes y brujas; la estafadora de viudas, la cazadora de herencias, la vendedora de indulgencias; la que inventó a Cristoloco el rabioso y a Pedropiedra el estulto; la que promete el reino soso de los cielos y amenaza con el fuego eterno del infierno; la que amordaza la palabra y aherroja la libertad del alma; la que reprime a las demás religiones donde manda y exige libertad de culto donde no manda; la que nunca ha querido a los animales ni les ha tenido compasión; la oscurantista, la impostora, la embaucadora, la difamadora, la calumniadora, la reprimida, la represora, la mirona, la fisgona, la contumaz, la relapsa, la corrupta, la hipócrita, la parásita, la zángana; la antisemita, la esclavista, la homofóbica, la misógina; la carnívora, la carnicera, la limosnera, la tartufa, la mentirosa, la insidiosa, la traidora, la despojadora, la ladrona, la manipuladora, la depredadora, la opresora; la pérfida, la falaz, la rapaz, la felona; la aberrante, la inconsecuente, la incoherente, la absurda; la cretina, la estulta, la imbécil, la estúpida; la travestida, la mamarracha, la maricona; la autocrática, la despótica, la tiránica; la católica, la apostólica, la romana; la jesuítica, la dominica, la del Opus Dei; la concubina de Constantino, de Justiniano, de Carlomagno; la solapadora de Mussolini y de Hitler; la ramera de las rameras, la meretriz de las meretrices, la puta de Babilonia, la impune bimilenaria tiene cuentas pendientes conmigo desde mi infancia y aquí se las voy a cobrar.
Con prosa torrencial, como se ve, apasionada y sin concesiones a la correccción política ni tendencia a andarse por las ramas, Fernando Vallejo hace en esta obra un exorcismo con sus demonios personales, que resultarán familiares también para muchos de sus lectores.
Más de trescientas páginas de buena prosa continua, sin capítulos y en un monólogo narrativo de inusual fuerza persuasiva y con un enfoque que sitúa este libro en la mejor tradición del ensayo: la que desde Montaigne conecta con el pensamiento ilustrado y las propuestas críticas provocadoras.
Será piedra de escándalo para algunos, pero su rigor intelectual, su pulso narrativo y su fuerza persuasiva harán que la aprecien y la agradezcan muchos lectores.
Y que nadie se confunda: las críticas afectan a Lutero y al protestantismo y a Mahoma, el Corán y el islamismo, porque no hay razón para que estos fanatismos monstruosos (…) perduren un día más. Ha llegado la hora de decirles basta.
La historia de la Iglesia es la historia de la persecución inmisericorde del discrepante, a sangre y fuego, del heterodoxo. Con una sabia y efectiva combinación de fuentes documentales y desahogos personales, de rigor histórico y subjetividad, Fernando Vallejo ha escrito una obra que hace no mucho hubiera acabado en la hoguera, purificada por el fuego, seguramente en compañía de su autor.
Y no por falta de ganas, sino porque ya Ratzinger nada tiene. Ni siquiera dientes. Es un inquisidor desdentado que ya no puede torturar ni quemar por más que le nazca del alma. Mentir sí, y extender la mano y expoliar viudas.
http://es.wikipedia.org/wiki/La_puta_de_Babilonia
http://agreda.blogspot.com/2007/04/la-puta-de-babilonia.html
http://www.taringa.net/posts/ebooks-tutoriales/4096239/La-Puta-de-Babilonia---Fernando-Vallejo.html
miércoles, 4 de agosto de 2010
La verdadera historia de Lucifer
La simple mención de su nombre parece evocar el olor del azufre. Se le imagina como el ángel más bello de la creación y también como el causante del mayor drama cósmico jamás ocurrido. Cuenta la leyenda que, seducido por su propio orgullo, arrastró a una gran parte de los ángeles que adoraban a Dios, provocando una rebelión cuyas consecuencias. últimas son la existencia del dolor, la maldad y la muerte en el mundo. Lucifer es considerado desde entonces como el ideólogo del mal, el instigador del lado oscuro del hombre, el tentador primero. Pero su historia está llena de contradicciones, y una de ellas es la ausencia de una verdadera historia. Porque, un acontecimiento de tal magnitud, de tamaña trascendencia para el ser humano, no podía pasar desapercibido para los autores de la Biblia. En sus páginas deberíamos encontrar un relato pormenorizado del suceso y de cuáles fueron sus causas.
Pero no es así. De hecho, el nombre de Lucifer ya no aparece en ninguna Biblia moderna, aunque sí estuvo presente en las antiguas. Fue borrado de la historia, pero no de la leyenda. En realidad, todo el mito moderno de Lucifer parte de un equívoco, de un simple error de traducción.
"Lucifer" es una palabra latina que significa "portador de la luz". Fue empleada por San Jerónimo en Ia elaboración de la Vulgata -la versión en latín de la Biblia- para traducir el término hebreo Helel (literalmente «resplandeciente» de un texto de lsaías. Fue una elección meditada, que buscaba conciliar los distintos sentidos que -según algunos- el texto hebreo parecía contener. Y es que, ya en aquella época, algunos "Padres de la Iglesia" habían creído encontrar en aquellas palabras ¡la descripción de la caída de Satanás.
Hasta aquel entonces Lucifer -también conocido como Heósforo- era tan sólo un dios menor de la nitología grecorromana, un hijo de la diosa Aurora que nada tenía que ver con las tradiciones judías o cristianas. Su condición de descendiente de los dioses influyó en la elección que realizó San Jerónimo.
Pero, ¿qué decía en realidad el texto de Isaías? El profeta recogía la siguiente sátira, compuesta por Yahvé evocando la derrota de su enemigo, el rey de Babilonia: «¿Cómo has caído del cielo, astro rutilante, hijo de la aurora, y has sido arrojado a la tierra, tú que vencías a las naciones? Tú dijiste en tu corazón: "El cielo escalaré, por encima de las estrellas de El elevaré mi trono y me sentaré en la montaña del encuentro, en los confines del Safón; escalaré las alturas de las nubes, me igualaré a Elyón (el Altísimo)". Por el contrario, al sol has sido precipitado, al hondón de la fosa» (Is. 14, 12-11).
La Vulgata empleó la palabra Lucifer en la traducción de la primera frase:
«¿Quomodo cecidisti de coelo, Lucifer qui mane oriebaris?...» Las sucesivas versiones a las lenguas vernáculas conservarían sin traducir esa palabra latina: «¿Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la Aurora?...» Desde entonces, Lucifer fue considerado un nombre propio. Había nacido la leyenda del ángel rebelde, el mito grecorromano resurgía, la leyenda .pagana se cristianizaba y el origen del mal en el mundo había sido, por fin, hallado. Se había creado un nuevo nombre y un nuevo personaje.
El mito sobreviviría luego al paso de las edades y muchas leyendas medievales se nutrirían de estas ancestrales raíces, creando relatos de gran belleza y simbolismo, pero Isaías -su autor primigenio- sabía muy poco de mitología clásica. Sus fuentes pertenecían a un ámbito cultural muy diferente y el fondo de sus palabras reflejaba un drama que nada tenía que ver con batallas cósmicas entre ángeles, pero sí de luchas entre dioses. O al menos entre hijos de los dioses...
La Verdadera Historia de Lucifer
Para los que creen en la tangibilidad del mal, este articulo es mas que elocuente:
La Verdadera Historia de Lucifer
Lucifer... La simple mención de su nombre parece evocar el olor del azufre. Se le imagina como el ángel más bello de la creación y también como el causante del mayor drama cósmico jamás ocurrido. Cuenta la leyenda que, seducido por su propio orgullo, arrastró a una gran parte de los ángeles que adoraban a Dios, provocando una rebelión cuyas consecuencias. últimas son la existencia del dolor, la maldad y la muerte en el mundo. Lucifer es considerado desde entonces como el ideólogo del mal, el instigador del lado oscuro del hombre, el tentador primero. Pero su historia está llena de contradicciones, y una de ellas es la ausencia de una verdadera historia.
Porque, un acontecimiento de tal magnitud, de tamaña trascendencia para el ser humano, no podía pasar desapercibido para los autores de la Biblia. En sus páginas deberíamos encontrar un relato pormenorizado del suceso y de cuáles fueron sus causas.
Pero no es así. De hecho, el nombre de Lucifer ya no aparece en ninguna Biblia moderna, aunque sí estuvo presente en las antiguas. Fue borrado de la historia, pero no de la leyenda. En realidad, todo el mito moderno de Lucifer parte de un equívoco, de un simple error de traducción.
"Lucifer" es una palabra latina que significa "portador de la luz". Fue empleada por San Jerónimo en Ia elaboración de la Vulgata —la versión en latín de la Biblia— para traducir el término hebreo Helel (literalmente «resplandeciente») de un texto de lsaías. Fue una elección meditada, que buscaba conciliar los distintos sentidos que —según algunos— el texto hebreo parecía contener. Y es que, ya en aquella época, algunos "Padres de la Iglesia" habían creído encontrar en aquellas palabras ¡la descripción de la caída de Satanás!
Hasta aquel entonces Lucifer —también conocido como Heósforo— era tan sólo un dios menor de la nitología grecorromana, un hijo de la diosa Aurora que nada tenía que ver con las tradiciones judías o cristianas. Su condición de descendiente de los dioses influyó en la elección que realizó San Jerónimo.
Pero, ¿qué decía en realidad el texto de Isaías? El profeta recogía la siguiente sátira, compuesta por Yahvé evocando la derrota de su enemigo, el rey de Babilonia: «¿Cómo has caído del cielo, astro rutilante, hijo de la aurora, y has sido arrojado a la tierra, tú que vencías a las naciones? Tú dijiste en tu corazón: "El cielo escalaré, por encima de las estrellas de El elevaré mi trono y me sentaré en la montaña del encuentro, en los confines del Safón; escalaré las alturas de las nubes, me igualaré a Elyón (el Altísimo)". Por el contrario, al sol has sido precipitado, al hondón de la fosa» (Is. 14, 12-11).
La Vulgata empleó la palabra Lucifer en la traducción de la primera frase:
«¿Quomodo cecidisti de coelo, Lucifer qui mane oriebaris?...» Las sucesivas versiones a las lenguas vernáculas conservarían sin traducir esa palabra latina: «¿Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la Aurora?...» Desde entonces, Lucifer fue considerado un nombre propio. Había nacido la leyenda del ángel rebelde, el mito grecorromano resurgía, la leyenda .pagana se cristianizaba y el origen del mal en el mundo había sido, por fin, hallado. Se había creado un nuevo nombre y un nuevo personaje.
El mito sobreviviría luego al paso de las edades y muchas leyendas medievales se nutrirían de estas ancestrales raíces, creando relatos de gran belleza y simbolismo, pero Isaías -su autor primigenio- sabía muy poco de mitología clásica. Sus fuentes pertenecían a un ámbito cultural muy diferente y el fondo de sus palabras reflejaba un drama que nada tenía que ver con batallas cósmicas entre ángeles, pero sí de luchas entre dioses. O al menos entre hijos de los dioses...
by ciudadanodelmundo
Pero no es así. De hecho, el nombre de Lucifer ya no aparece en ninguna Biblia moderna, aunque sí estuvo presente en las antiguas. Fue borrado de la historia, pero no de la leyenda. En realidad, todo el mito moderno de Lucifer parte de un equívoco, de un simple error de traducción.
"Lucifer" es una palabra latina que significa "portador de la luz". Fue empleada por San Jerónimo en Ia elaboración de la Vulgata -la versión en latín de la Biblia- para traducir el término hebreo Helel (literalmente «resplandeciente» de un texto de lsaías. Fue una elección meditada, que buscaba conciliar los distintos sentidos que -según algunos- el texto hebreo parecía contener. Y es que, ya en aquella época, algunos "Padres de la Iglesia" habían creído encontrar en aquellas palabras ¡la descripción de la caída de Satanás.
Hasta aquel entonces Lucifer -también conocido como Heósforo- era tan sólo un dios menor de la nitología grecorromana, un hijo de la diosa Aurora que nada tenía que ver con las tradiciones judías o cristianas. Su condición de descendiente de los dioses influyó en la elección que realizó San Jerónimo.
Pero, ¿qué decía en realidad el texto de Isaías? El profeta recogía la siguiente sátira, compuesta por Yahvé evocando la derrota de su enemigo, el rey de Babilonia: «¿Cómo has caído del cielo, astro rutilante, hijo de la aurora, y has sido arrojado a la tierra, tú que vencías a las naciones? Tú dijiste en tu corazón: "El cielo escalaré, por encima de las estrellas de El elevaré mi trono y me sentaré en la montaña del encuentro, en los confines del Safón; escalaré las alturas de las nubes, me igualaré a Elyón (el Altísimo)". Por el contrario, al sol has sido precipitado, al hondón de la fosa» (Is. 14, 12-11).
La Vulgata empleó la palabra Lucifer en la traducción de la primera frase:
«¿Quomodo cecidisti de coelo, Lucifer qui mane oriebaris?...» Las sucesivas versiones a las lenguas vernáculas conservarían sin traducir esa palabra latina: «¿Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la Aurora?...» Desde entonces, Lucifer fue considerado un nombre propio. Había nacido la leyenda del ángel rebelde, el mito grecorromano resurgía, la leyenda .pagana se cristianizaba y el origen del mal en el mundo había sido, por fin, hallado. Se había creado un nuevo nombre y un nuevo personaje.
El mito sobreviviría luego al paso de las edades y muchas leyendas medievales se nutrirían de estas ancestrales raíces, creando relatos de gran belleza y simbolismo, pero Isaías -su autor primigenio- sabía muy poco de mitología clásica. Sus fuentes pertenecían a un ámbito cultural muy diferente y el fondo de sus palabras reflejaba un drama que nada tenía que ver con batallas cósmicas entre ángeles, pero sí de luchas entre dioses. O al menos entre hijos de los dioses...
La Verdadera Historia de Lucifer
Para los que creen en la tangibilidad del mal, este articulo es mas que elocuente:
La Verdadera Historia de Lucifer
Lucifer... La simple mención de su nombre parece evocar el olor del azufre. Se le imagina como el ángel más bello de la creación y también como el causante del mayor drama cósmico jamás ocurrido. Cuenta la leyenda que, seducido por su propio orgullo, arrastró a una gran parte de los ángeles que adoraban a Dios, provocando una rebelión cuyas consecuencias. últimas son la existencia del dolor, la maldad y la muerte en el mundo. Lucifer es considerado desde entonces como el ideólogo del mal, el instigador del lado oscuro del hombre, el tentador primero. Pero su historia está llena de contradicciones, y una de ellas es la ausencia de una verdadera historia.
Porque, un acontecimiento de tal magnitud, de tamaña trascendencia para el ser humano, no podía pasar desapercibido para los autores de la Biblia. En sus páginas deberíamos encontrar un relato pormenorizado del suceso y de cuáles fueron sus causas.
Pero no es así. De hecho, el nombre de Lucifer ya no aparece en ninguna Biblia moderna, aunque sí estuvo presente en las antiguas. Fue borrado de la historia, pero no de la leyenda. En realidad, todo el mito moderno de Lucifer parte de un equívoco, de un simple error de traducción.
"Lucifer" es una palabra latina que significa "portador de la luz". Fue empleada por San Jerónimo en Ia elaboración de la Vulgata —la versión en latín de la Biblia— para traducir el término hebreo Helel (literalmente «resplandeciente») de un texto de lsaías. Fue una elección meditada, que buscaba conciliar los distintos sentidos que —según algunos— el texto hebreo parecía contener. Y es que, ya en aquella época, algunos "Padres de la Iglesia" habían creído encontrar en aquellas palabras ¡la descripción de la caída de Satanás!
Hasta aquel entonces Lucifer —también conocido como Heósforo— era tan sólo un dios menor de la nitología grecorromana, un hijo de la diosa Aurora que nada tenía que ver con las tradiciones judías o cristianas. Su condición de descendiente de los dioses influyó en la elección que realizó San Jerónimo.
Pero, ¿qué decía en realidad el texto de Isaías? El profeta recogía la siguiente sátira, compuesta por Yahvé evocando la derrota de su enemigo, el rey de Babilonia: «¿Cómo has caído del cielo, astro rutilante, hijo de la aurora, y has sido arrojado a la tierra, tú que vencías a las naciones? Tú dijiste en tu corazón: "El cielo escalaré, por encima de las estrellas de El elevaré mi trono y me sentaré en la montaña del encuentro, en los confines del Safón; escalaré las alturas de las nubes, me igualaré a Elyón (el Altísimo)". Por el contrario, al sol has sido precipitado, al hondón de la fosa» (Is. 14, 12-11).
La Vulgata empleó la palabra Lucifer en la traducción de la primera frase:
«¿Quomodo cecidisti de coelo, Lucifer qui mane oriebaris?...» Las sucesivas versiones a las lenguas vernáculas conservarían sin traducir esa palabra latina: «¿Cómo caíste del cielo, oh Lucifer, hijo de la Aurora?...» Desde entonces, Lucifer fue considerado un nombre propio. Había nacido la leyenda del ángel rebelde, el mito grecorromano resurgía, la leyenda .pagana se cristianizaba y el origen del mal en el mundo había sido, por fin, hallado. Se había creado un nuevo nombre y un nuevo personaje.
El mito sobreviviría luego al paso de las edades y muchas leyendas medievales se nutrirían de estas ancestrales raíces, creando relatos de gran belleza y simbolismo, pero Isaías -su autor primigenio- sabía muy poco de mitología clásica. Sus fuentes pertenecían a un ámbito cultural muy diferente y el fondo de sus palabras reflejaba un drama que nada tenía que ver con batallas cósmicas entre ángeles, pero sí de luchas entre dioses. O al menos entre hijos de los dioses...
by ciudadanodelmundo
jueves, 15 de julio de 2010
La homosexualidad y la Biblia
Al igual que lo hizo el tema de la esclavitud hace ciento cincuenta años, la cuestión de la homosexualidad amenaza con fracturar a todas las denominaciones. Naturalmente, nos volvemos a la Biblia en busca de una guía, y nos hallamos hundidos en las arenas movedizas de la interpretación. ¿Puede la Biblia decirnos algo en nuestra confusión sobre esta materia?
Algunos pasajes que han sido sugeridos como pertinentes al tema de la homosexualidad, en realidad, son irrelevantes. Uno es el intento de violación de los hombres de Sodoma (Génesis 19:1-29) (*), ya que ese era un caso de varones ostensiblemente heterosexuales en un intento de humillar a los extranjeros, tratándolos “como mujeres”, despojándolos de su masculinidad. (Éste es, también, el caso en la narración similar de Jueces 19-21). Su brutal conducta no tiene nada que ver con el problema de si es legítimo o no, un genuino amor expresado entre adultos del mismo sexo, que consienten tal relación. De modo análogo, el texto de Deuteronomio 23:17-18 debe sacarse de la lista, ya que muy probablemente se refiere a prostitución de heterosexuales involucrados en ritos cananeos de fertilidad, que se habían infiltrado en el culto judío; la versión Reina Valera (1960), inexactamente, lo califica de “sodomita”.
Varios otros textos son ambiguos. No es claro si 1ª Corintios 6:9 y 1ª Timoteo 1:10 se refieren a los miembros “pasivos” y “activos” de las relaciones homosexuales, o a los varones prostituidos homosexuales y heterosexuales. En resumen, no es claro si el tema es la homosexualidad en sí, o la promiscuidad y “comercio sexual”.
Condenaciones inequívocas
Eliminados estos tres textos, nos quedan tres referencias, todas las cuales, inequívocamente, condenan la conducta homosexual. El libro de Levítico 18:22 declara el principio: (Tú, varón, “no te acostarás con un varón como si fuera una mujer: es una abominación”. El segundo texto (Levítico 20:13) añade el castigo: “Si un hombre se acuesta con otro hombre como si fuera una mujer, los dos cometen una cosa abominable; por eso serán castigados con la muerte y su sangre caerá sobre ellos"”
Un acto tal se consideraba como una “abominación” por varias razones. La comprensión pre-científica hebrea era que el semen masculino contenía la totalidad de la vida naciente. Sin el conocimiento de los óvulos y de la ovulación, se suponía que la mujer suministraba solamente el lugar de incubación. De ahí que derramar semen por cualquier propósito no-procreativo -en coitus interruptus (Génesis 38:1-11) en actos homosexuales masculinos, o de masturbación masculina- se consideraba equivalente al aborto o al asesinato. Consecuentemente, los actos homosexuales femeninos no se consideraban tan seriamente y no se los menciona en absoluto en todo el Antiguo Testamento (pero véase Romanos 1:26). Se puede apreciar en qué medida valoraría la procreación una tribu que luchaba por poblar un país, cuyos habitantes los sobrepasaban numéricamente; pero tales valores se vuelven cuestionables en un mundo que afronta una superpoblación que escapa a todo control.
Además, cuando un hombre actuaba sexualmente como si hubiera sido una mujer, la dignidad masculina estaba comprometida. Era una degradación, no solamente con respecto de sí mismo, sino con relación a todos los demás varones. El sistema patriarcal de la cultura hebrea se revela en la misma formulación del mandato, ya que no se formuló una censura similar para prohibir actos homosexuales entre mujeres. Y la aversión sentida hacia la homosexualidad no era porque se la juzgara precisamente antinatural, sino también porque se la consideraba anti-judía, representando una invasión más, todavía, de la civilización pagana en la vida judía. Un efecto de eso es la muy universal aversión que los heterosexuales tienden a sentir por actos y orientaciones extraños a ellos (ser zurdo ha provocado algo de la misma respuesta en muchas culturas).
Sin embargo, cualquiera sea la razón de ser de su formulación, los textos no dejan lugar a que se los manipule. Se ejecutará a aquellas personas que cometan actos homosexuales. Éste es el claro mandato de la Escritura. El significado no da lugar a equívocos: cualquiera, sea varón o mujer, que desee basar sus creencias sobre el testimonio del Antiguo Testamento, debe ser completamente coherente y pedir la pena de muerte para todo aquel que ejerza actos homosexuales. (Eso puede parecer extremo, pero, en realidad, hay algunos cristianos, hoy en día, propugnando precisamente esto). Aunque no sea posible que un tribunal ejecute nuevamente a los homosexuales, un sorprendente número de gays son asesinados por heterosexuales cada año, en este país.
Los textos del Antiguo Testamento tienen que sopesarse con los del Nuevo. En consecuencia, la inequívoca condena de la conducta homosexual en Romanos 1:26-27, debe ser el centro de toda discusión.
Por esta razón, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. Sus mujeres cambiaron las relaciones sexuales naturales por otras contrarias a la naturaleza y, del mismo modo, también los hombres, dejando las relaciones sexuales naturales con la mujer, ardieron en deseos los unos por los otros. Los hombres cometieron actos vergonzosos con hombres y recibieron, en sus propias personas, el castigo merecido por su extravío.
Sin duda, Pablo era ajeno a la distinción entre orientación sexual, a través de la cual evidentemente se tiene muy poca elección, y conducta sexual, a través de la cual sí se la tiene. Parece dar por sentado que aquellos a quienes condena, son heterosexuales y están actuando contrariamente a la naturaleza, “dejando”, “abandonando” o “cambiando” su orientación sexual verdadera por aquella que se fija en los primeros años de vida, o tal vez hasta genéticamente, en algunos casos. Para tales personas, tener relaciones heterosexuales sería actuar en forma contraria a la naturaleza, “dejando”, “abandonando” o “cambiando” su orientación sexual natural.
De igual modo, las relaciones que Pablo describe están cargadas de lujuria; no son relaciones de genuino amor entre personas del mismo sexo. No son relaciones entre adultos del mismo sexo, que las consienten y que recíprocamente se comprometen, con fidelidad y con tanta integridad como cualquier pareja heterosexual. Por otra parte, algunas personas suponen que las enfermedades venéreas y el SIDA, son castigos de Dios por la conducta homosexual; sabemos que es un riesgo involucrado en la promiscuidad de toda índole, homosexual y heterosexual. En realidad, la gran mayoría de las personas con SIDA alrededor del mundo, son heterosexuales. Difícilmente podemos poner al SIDA bajo el rótulo de “castigo divino”, ya que las lesbianas no-promiscuas casi no corren ningún riesgo.
Y Pablo cree que la homosexualidad es contraria a la naturaleza; sin embargo, hemos aprendido que se manifiesta en una extensa variedad de especies, especialmente (pero no en forma exclusiva) bajo la presión de la sobrepoblación. Entonces, esto parecería ser un mecanismo completamente natural para preservar las especies. Por supuesto, no podemos decidir la conducta ética humana exclusivamente sobre la base de la conducta animal o de las ciencias humanas, pero aquí Pablo está argumentando desde la naturaleza, como él mismo lo dice, y el nuevo conocimiento de lo que es “natural” es, por consiguiente, pertinente al caso.
Costumbres sexuales hebreas
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Sin embargo, con toda claridad, la Biblia adopta una opinión negativa sobre la actividad homosexual en aquellas pocas instancias en que se la menciona. Pero esta conclusión no resuelve el problema de cómo debemos interpretar la Escritura hoy. Puesto que hay otras actitudes, prácticas y restricciones sexuales que son normativas en la Escritura, pero a las cuales ya no las aceptamos como normativas.
1. La ley del Antiguo Testamento prohibe estrictamente las relaciones sexuales durante los siete días del período menstrual (Levítico 18:19; 15:19-24); y cualquiera que la violase debía ser “extirpado· o “cortado de su pueblo” (kareth, Levítico 18:29 un término que se refiere a ejecución ya sea apedreando, quemando, estrangulando, azotando o por expulsión; Levítico 15:24, omite este castigo). Hoy en día, muchas personas, de vez en cuando, tienen relaciones sexuales durante la menstruación y no piensan nada sobre ello. ¿Debieran “ser excluidos”? La Biblia dice que sí.
2. El castigo a causa del adulterio era la muerte, apedreando tanto al hombre como a la mujer (Deuteronomio 22:22), pero aquí el adulterio se determina por el estado marital de la mujer. En el Antiguo Testamento, un hombre casado que tiene relaciones sexuales con una mujer soltera, no es adúltero -un caso claro de una doble regla-. Un hombre podía no cometer adulterio contra su propia mujer; solamente podía cometer adulterio contra otro hombre, por el uso sexual de la mujer del otro. Y una joven esposa que se comprobaba que no era virgen debe ser apedreada hasta la muerte (Deuteronomio 22:13-21), pero nunca se menciona, siquiera, la virginidad del varón en el casamiento. Es una de las curiosidades del debate actual sobre sexualidad, que el adulterio, el cual crea muchos más estragos sociales, se considera menos “pecaminoso” que la actividad homosexual. Tal vez sea así porque hay muchos más adúlteros en nuestras iglesias. Todavía, ninguno -por lo que yo sé- pide para ellos que sean apedreados, a pesar del claro mandato de la Escritura. Y ordenamos a adúlteros
3. La desnudez, característica del paraíso, se consideraba en el judaísmo como reprobable (2º Samuel 6:20; 10:4; Isaías 20:2-4; 47:3). Cuando uno de los hijos de Noé miró a su padre desnudo, fue maldecido (Génesis 9:20-27). En gran parte, este tabú de la desnudez posiblemente hasta inhíba la intimidad sexual de marido y mujer (esto todavía es cierto en una sorprendente cantidad de personas criadas en la tradición judeo-cristiana). Podemos no estar preparados para las playas nudistas, pero ¿estamos preparados para considerar como un pecado maldito la desnudez en el vestuario o en el viejo remanso adonde nadábamos de niños, o en la privacidad del propio hogar? La Biblia lo hace.
4. La poligamia y el concubinato eran comúnmente practicados en el Antiguo Testamento. Ninguno de ambos se condena en el Nuevo Testamento (con las cuestionables excepciones de 1ª Timoteo 3:2; 12 y Tito 1:6). La enseñanza de Jesús sobre la unión marital en Marcos 10:6-8, no es una excepción, ya que cita Génesis 2:24 como su autoridad, y este texto nunca fue entendido en Israel como excluyendo la poligamia. Un hombre podía llegar a ser “una carne” con más de una mujer, a través del acto de relaciones sexuales. De fuentes judías, sabemos que la poligamia continuaba practicándose dentro del judaísmo, durante los siglos siguientes al período neotestamentario. Entonces, si la Biblia permite la poligamia y el concubinato, ¿por qué no hemos de hacerlo nosotros?
5. Una forma de la poligamia era el casamiento por levirato. En Israel, cuando un hombre casado moría sin haber tenido hijos, su viuda debía tener relaciones sexuales sucesivamente con cada uno de los hermanos de su marido, hasta que le diera un heredero varón. Jesús menciona esta práctica, sin emitir ningún juicio crítico (Marcos 12:18-27) No estoy enterado de que haya algún cristiano que todavía obedezca este ambiguo mandato de la Escritura. ¿Por qué se hace caso omiso de esta ley y, en cambio, se mantiene la que está contra la homosexualidad?
6. En ninguna parte el Antiguo Testamento prohibe explícitamente las relaciones sexuales entre adultos heterosexuales solteros que consienten tal relación, siempre y cuando el valor económico de la mujer (dote) no se comprometiera, es decir, siempre y cuando ella no sea virgen. Hay poemas en el Cantar de los Cantares que ensalzan una aventura amorosa entre dos personas solteras, aunque los comentaristas, frecuentemente, urdieron disimular el hecho con tediosos niveles de interpretación alegórica. En diversas partes del mundo cristiano, han predominado distintas actitudes sobre las relaciones sexuales pre-matrimoniales. En algunas comunidades cristianas, era requisito para el casamiento la prueba de la fertilidad (esto es el embarazo). Éste era especialmente el caso en las áreas rurales, donde la incapacidad de dar a luz hijos que serían los trabajadores del campo, podría significar penurias económicas. Hoy, muchos adultos solteros, las viudas y los divorciados están volviendo a prácticas “bíblicas”, mientras que otros creen que la relación sexual pertenece únicamente al casamiento. Ambas perspectivas son bíblicas. ¿Cuál es la correcta?
7. Virtualmente, le faltan a la Biblia términos que designen los órganos sexuales, y se contenta con eufemismos tales como “pie” o “muslo” para los genitales, y el uso de otros para describir el coito, como “conocerse”. Hoy, la mayoría de nosotros considera “puritano” dicho vocabulario y opuesto a una correcta referencia a la bondad de la creación. En resumen, no seguimos los usos bíblicos.
8. El semen y el flujo menstrual hacían impuro a todo aquel que lo tocara (Levítico 15: 16-20). Las relaciones sexuales hacían impuro hasta la puesta del sol; la menstruación hacía impura a la mujer por siete días. Hoy, la mayoría de las personas considera al semen y al flujo menstrual como completamente naturales y sólo algunas veces como “molesto”, pero no impuro.
9. En el Antiguo Testamento, las reglas sociales con respecto del adulterio, incesto, violación y prostitución están, en gran parte, determinadas en consideración a los derechos de propiedad de los varones sobre las mujeres. La prostitución se consideraba completamente natural y necesaria como salvaguarda de la virginidad de la soltera y los derechos de propiedad de los maridos (Génesis 38: 12-19, Josué 2: 1-7). No se culpaba de pecado a un hombre por visitar a una prostituta, a pesar de que ella misma era considerada como pecadora. Pablo recurre al razonamiento cuando ataca a la prostitución (1ª Corintios 6:12-20); no puede englobarla en la categoría de adulterio (vers. 9). Hoy nos estamos desplazando, con una gran turbulencia social y a un alto -pero inevitable- costo, hacia un conjunto de arreglos sociales más equitativos, no-patriarcales, en los cuales las mujeres ya no son consideradas como la esclava del hombre. También estamos tratando de ir más allá del doble criterio. Amor, fidelidad y respeto mutuo reemplazan a los derechos de propiedad. Hemos hecho, hasta ahora, muy pocos progresos para cambiar el doble criterio con respecto de la prostitución. Al dejar atrás las relaciones de género patriarcal, ¿qué vamos a hacer con el sistema patriarcal de la Biblia?
10. Se presumía que los judíos practicaban la endogamia -es decir, el casamiento dentro de las doce
tribus de Israel. Hasta hace poco, una regla similar predominó en Sudamérica, en leyes contra las
uniones interraciales (mestizaje). Durante la vida de muchos de nosotros, hemos sido testigos de la
lucha pacífica para invalidar leyes estatales contra los matrimonios entre miembros de razas distintas
y el cambio gradual en las actitudes hacia las relaciones interraciales. Las costumbres sexuales
pueden transformarse muy radicalmente aun durante el propio ciclo de vida.
11. La ley de Moisés permitía el divorcio (Deuteronomio 24: 1-4); Jesús lo prohibe categóricamente (Marcos 10: 1-12; Mateo 19:9 atenúa su severidad). Sin embargo, muchos cristianos, en clara violación de un mandato de Jesús, se han divorciado. ¿Por qué, entonces, algunos de estas muchas personas se consideran aptos para el bautismo, la membresia de la iglesia, la comunión y la ordenación, pero no los homosexuales? ¿Qué hace que los unos tengan un pecado en tanto mayor, especialmente al considerar el hecho de que Jesús nunca haya mencionado siquiera la homosexualidad, pero que, explícitamente, condenara el divorcio? Con todo, ordenamos a divorciados. ¿Por qué no a los homosexuales?
12. El Antiguo Testamento considera anormal el celibato, y 1ª Timoteo 4: 1-3, denomina de herejía al celibato obligatorio. No obstante, la Iglesia Católico Romana lo ha hecho obligatorio para los sacerdotes y las monjas. Algunos moralistas cristianos exigen el celibato a los homosexuales, ya tengan vocación para él o no. Un argumento es que, desde que Dios hizo al hombre y a la mujer el uno para el otro a fin de ser fructíferos y multiplicarse, los homosexuales rechazaron el propósito de Dios en la creación. Por lo tanto, aquellos que afirmen esto, deben explicar por qué el apóstol Pablo nunca se casó - o, en cuanto a eso, por qué Jesús, que encarnó a Dios en su propia persona, era soltero. Por cierto, el matrimonio heterosexual es normal; de otro modo, la raza se extinguiría. Pero no es normativo. Por otra parte, las parejas sin hijos, las personas solteras y los sacerdotes y monjas estarían infringiendo el propósito de Dios en su creación, -¡como lo habrían hecho Jesús y Pablo!-. En una época de superpoblación, ¡tal vez una orientación gay suene especialmente ecológica!
13. En muchas otras maneras, hemos desarrollado distintas normas de aquellas explícitamente establecidas por la Biblia: “Si unos hombres se pelean, y la mujer de uno de ellos, para librar a su marido de los golpes del otro, extiende la mano y lo toma por las partes genitales, deberás cortarla la mano, sin tenerle compasión” (Deuteronomio 25: 11 y sigs.). Por el contrario, nosotros podríamos, muy bien, aplaudirla.
14. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo, consideran como normal la esclavitud y no la condenan en ningún lugar. Parte de esa herencia era el uso de esclavas, concubinas y cautivas como juguetes sexuales o máquinas reproductoras de sus propietarios, a lo que autorizan Levítico 19: 20 y sigs., 2º Samuel 5:13 y Números 31:18 - y como muchos propietarios de esclavos norteamericanos lo hicieron hace unos 130 años atrás, citando estos y numerosos otros pasajes de las Escrituras como su justificación.
El problema de la autoridad.
Estos casos son pertinentes con respecto de nuestra actitud hacia la autoridad de las Escrituras. Con toda claridad, consideramos que ciertas cosas del Antiguo Testamento ya no son valederas. Otras cosas, aún las consideramos como valederas, incluyendo la legislación en el Antiguo Testamento que no se menciona en absoluto en el Nuevo. ¿Cuál es nuestro principio de selección aquí?
Por ejemplo, los lectores modernos están de acuerdo con la Biblia al rechazar:
el incesto
la violación
el adulterio
las relaciones sexuales con animales
Pero disentimos con la Biblia en muchas otras prácticas sexuales. La Biblia condena las siguientes conductas, que nosotros, por lo general, permitimos:
las relaciones sexuales durante la menstruación
el celibato
la endogamia
dar nombre a los órganos sexuales
la desnudez (bajo ciertas circunstancias)
la masturbación (exceptuado el Catolicismo)
el control de la natalidad (exceptuado el Catolicismo)
Y la Biblia considera el semen y el flujo menstrual como impuros, lo que nosotros no.
Asimismo, la Biblia permite conductas que hoy condenamos:
la prostitución
la poligamia
el casamiento por levirato
el sexo con esclavos
el concubinato
el trato de la mujer como propiedad
el casamiento prematuro (para la niña de 11 a 13 años)
Y, mientras que el Antiguo Testamento aceptó el divorcio, Jesús lo prohibió.
¿Por qué, entonces, apelamos a someter a prueba los textos de las Escrituras solamente en el caso de la homosexualidad, cuando nos sentimos perfectamente libres para discrepar con las Escrituras en la mayoría de otros temas sexuales?
Obviamente, muchas de nuestras preferencias en estos asuntos son arbitrarias. La poligamia mormona estaba prohibida en este país, a pesar de la protección constitucional a la libertad de cultos, porque violaba los sentimientos de la cultura cristiana dominante. Sin embargo, no existe una prohibición bíblica explícita contra la poligamia.
El problema de la autoridad no se mitiga con la doctrina de que los requisitos cúlticos del Antiguo Testamento fueron abrogados por el Nuevo, y que solamente los mandatos morales del Antiguo Testamento permanecen vigentes. Pues la mayoría de estas prácticas caen entre los mandatos morales. Si insistimos en ubicarnos bajo la antigua ley, entonces, tal como Pablo nos lo recuerda, “estamos obligados a observar íntegramente la Ley” (Gálatas 5:3). Pero, si Cristo es “el término de la Ley” (Romanos 10:4), si hemos sido eximidos de la Ley para servir, no bajo el viejo código escrito, sino en el nuevo código de vida del Espíritu (Romanos 7:6), entonces, todas estas prácticas sexuales quedan bajo la autoridad del Espíritu. Por lo tanto, no podemos tomar, ni siquiera lo que Pablo dice, como una nueva ley. Los mismos fundamentalistas se reservan el derecho de elegir y tomar qué leyes mantendrán, a pesar de que rara vez reconozcan hacer justamente eso.
Juzguen por ustedes mismos
Me parece que el quid de la cuestión es, simplemente, que la Biblia no tiene ética sexual. No hay ética sexual bíblica. En cambio, presenta un surtido de costumbres sexuales, algunas de las cuales cambiaron a través del milenio de historia bíblica. Las costumbres son prácticas irreflexivas aceptadas por una comunidad dada. Muchas de las prácticas que la Biblia prohíbe, nosotros las permitimos, y a la inversa, muchas de las prácticas que la Biblia permite, nosotros las prohibimos. La Biblia conoce solamente una ética del amor, la cual constantemente se aplica sobre cualquier costumbre social que domine en cualquier país, o cultura, o período dados.
La mera noción de “ética sexual” refleja el materialismo y el resquebrajamiento de la vida moderna, en la cual de manera creciente definimos nuestra identidad sexual. La sexualidad no puede separarse del resto de la vida. Ningún acto sexual es ético en sí y por sí mismo, sin referencia al resto de la vida de una persona, a sus pautas culturales, a las circunstancias especiales afrontadas y a la voluntad de Dios. Lo que tenemos son, simplemente, costumbres sexuales, las cuales cambian, algunas veces con sorprendente velocidad, creando dilemas que nos dejan perplejos. Tan solo en el curso de nuestras vidas, hemos sido testigos del cambio de preservar la propia virginidad hasta el matrimonio, a parejas que conviven por varios años antes de casarse. La respuesta de muchos cristianos es meramente añorar la hipocresía de una época pasada.
Más bien, nuestra tarea moral es aplicar la ética del amor de Jesús a todas las costumbres sexuales que estén generalizadas en una cultura dada. Podríamos dirigirnos a jóvenes adolescentes no con leyes y mandatos cuya violación es un pecado, sino mejor con las tristes experiencias de tantos de nuestros propios hijos, que encuentran agobiantes las relaciones sexuales demasiado tempranamente iniciadas, y que reaccionan con un celibato voluntario y aun con la negativa a un noviazgo. Podemos dar razones sólidas y órdenes incumplibles. Podemos desafiar tanto a los gays como a los heterosexuales a cuestionar sus conductas, a la luz del amor y de los requisitos de fidelidad, honestidad, responsabilidad y genuina preocupación por los mejores intereses del otros y de la sociedad como un todo. La moralidad cristiana, después de todo, no es un cinturón de castidad para reprimir instintos, sino un modo de expresar la integridad de nuestra relación con Dios. Es un intento de descubrir una forma de vida que sea consistente con la imagen de quien Dios nos creó para que fuéramos. Para aquellos de orientación homosexual, ser instrumentos morales que rechacen las costumbres sexuales que violen su propia integridad y la de otros, y tratar de descubrir qué significaría vivir según la ética del amor de Jesús.
Morton Kelsey va tan lejos como para sostener que la orientación homosexual no tiene nada que ver, como tal, con la moralidad, de igual manera que el ser zurdo. Es, simplemente, el modo como se configura la sexualidad de algunas personas. La moralidad entra en el punto de cómo se ejecuta esa predisposición. Si la viéramos como un don de Dios para aquellos para quienes es normal, podríamos llegar más allá de la acritud y brutalidad que tan frecuentemente ha caracterizado la conducta poco cristiana de los cristianos, hacia los gays.
Por aproximación desde el punto de vista del amor más bien que por el de la ley, la cuestión se transforma inmediatamente. Ahora, la pregunta no es “¿Qué está permitido?”, sino más bien “¿Qué significa amar a mi prójimo homosexual?”. Abordando el tema desde el punto de vista de la fe, antes que de las obras, la pregunta deja de ser “¿Qué constituye una violación de la ley divina en el reino sexual?” y, en su lugar, se torna en “¿Qué constituye integridad ante el Dios revelado en el amante cósmico, Jesucristo?”. Aproximados desde el punto de vista del Espíritu antes que el de la letra, la pregunta deja de ser “¿Qué mandan las Escrituras?” y se torna en “¿Cuál es la palabra que el Espíritu habla ahora a las iglesias, a la luz de las Escrituras, la tradición, la teología, la psicología, la genética, la antropología y la biología?”
En una declaración poco recordada de Jesús, dijo: “¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?” (Lucas 12:57). Tan soberana libertad sobrecoge de terror los corazones de muchos cristianos; ellos hubieran preferido estar bajo la ley y que se les dijera aquello que está bien. Con todo, Pablo mismo se hace eco del modo de pensar de Jesús, inmediatamente anterior a una de sus posibles referencias a la homosexualidad: “¿Ignoran que vamos a juzgar a los mismos ángeles? Con mayor razón entonces, los asuntos de esta vida” (1ª Corintios 6:3). La última cosa que Pablo hubiera querido es que las personas respondieran a este consejo ético como una nueva ley grabada en tablas de piedra. Él está tratando de “juzgar por sí mismo lo que está bien”. Si ahora tenemos nuevas evidencias en relación al fenómeno de la homosexualidad, ¿no estamos obligados a volver a evaluar todo el problema a la luz de todos los datos asequibles, y decidir, ante Dios, por nosotros mismos? ¿No es esta la libertad fundamental de obediencia en la cual el evangelio nos pone?
Por supuesto, se puede objetar que este análisis nos ha atraído tan encima de los textos, que se nos ha perdido la visión general de la Biblia. Con toda claridad, la Biblia considera la conducta homosexual como un pecado, y si lo declara así una o mil veces, esto está fuera de propósito. Al igual que algunos de nosotros que crecimos “sabiendo” que los actos homosexuales eran el pecado inconfesable, aunque nadie siquiera hablara sobre él, así toda la Biblia “sabe” que está mal.
Admito sin reservas todo eso. La cuestión es precisamente si el juicio bíblico es correcto. La Biblia aprobó la esclavitud como buena y, en ningún lugar, la atacó como injusta. ¿Estamos dispuestos a argüir que la esclavitud está bíblicamente justificada hoy? Hace ciento cincuenta años, cuando la discusión sobre la esclavitud era feroz, la Biblia parecía estar claramente del lado de los propietarios de esclavos. Los abolicionistas eran fuertemente presionados para que justificasen su oposición a la esclavitud sobre bases bíblicas. Y, todavía hoy, si debieran preguntar a los cristianos del sur de los Estados Unidos si la Biblia aprueba la esclavitud, virtualmente cada uno estaría de acuerdo en que no. ¿Cómo explicamos tan monumental viraje?
Lo que sucedió es que las iglesias fueron finalmente llevadas a penetrar más allá del carácter legal de la Escritura, a un contenido más profundo, expresado por Israel a partir de la experiencia del Éxodo y los profetas, y llevada a sublime encarnación en la identificación de Jesús con prostitutas, recaudadores de impuestos, los enfermos y tullidos y los marginados y pobres. Es que Dios está al lado de los que no tienen poder. Dios libera a los oprimidos. Dios sufre con los que sufren y gime por la reconciliación de todos las cosas. A la luz de esa suprema misericordia, cualquiera sea nuestra posición sobre los gays, el imperativo del evangelio a amar, cuidar e identificarse con sus sufrimientos es inequívocamente claro.
Del mismo modo, las mujeres nos están insistiendo en que admitamos el sexismo y el sistema patriarcal que permean la Escritura y que ha alejado a tantas mujeres de la iglesia. Sin embargo, la salida no es negar el sexismo en la Escritura, sino desarrollar una teoría interpretativa que juzgue aun a la Escritura misma, a la luz de la revelación de Jesús. Lo que Jesús nos da, es una crítica a la dominación en todas sus formas, una crítica que puede volverse sobre la misma Biblia. Por lo tanto, la Biblia contiene los principios de su propia corrección. Somos liberados de la bibliolatría, la adoración por la Biblia. Ella está restituida a su justo lugar como testimonio de la Palabra de Dios. Y esa palabra es una Persona, no un libro.
Con el tamiz interpretativo suministrado por una crítica de dominación, podemos separar el sexismo, el sistema patriarcal, la violencia y la homofobia, que constituyen una buena parte de la Biblia, liberándola así para que nos revele por nuevos caminos la orden de Dios para forzar la liberación de la dominación, en nuestro tiempo.
Un pedido de tolerancia
Lo que más me apena en todo este áspero debate en las iglesias, es qué poco cristiano ha sido las más de las veces. Es característico de nuestro tiempo que los problemas más difíciles de valorar y que han generado el mayor grado de animosidad, son temas sobre los cuales la Biblia puede interpretarse como sosteniendo ambos lados. Me refiero al aborto y a la homosexualidad.
Necesitamos retroceder unos pocos pasos y ser honestos con nosotros mismos. Estoy profundamente convencido de la exactitud de lo que he estado compartiendo con ustedes. Pero debo reconocer que no es un caso cerrado. Pueden encontrar debilidad en él, tal como yo puedo encontrarla en el de otros. La verdad es que no nos es dada una guía inequívoca en una u otra área: aborto u homosexualidad. Mejor que acogotándonos unos y otros, debiéramos admitir humildemente nuestras limitaciones. ¿Cómo sé
que estoy interpretando correctamente la palabra de Dios para nosotros hoy? ¿Cómo lo saben ustedes? ¿No sería más sabio que los cristianos bajáramos los decibeles un 95% y serenamente presentáramos nuestros casos, sabiendo completamente bien que podríamos estar equivocados?
Sé de una pareja, ambos bien conocidos autores cristianos, por propio derecho, que han hablado -ambos- sobre la cuestión de la homosexualidad. Ella sostiene a los gays apasionadamente; él se opone a su conducta con tenacidad. Hasta donde puedo decirlo, esta pareja todavía disfruta de su mutua compañía, come a una misma mesa y -por cuanto sé- duermen en la misma cama.
Nosotros, en la iglesia, debemos alcanzar nuestras prioridades en orden. No hemos alcanzado un consenso sobre quién tiene razón en el problema de la homosexualidad. Pero lo que es claro, expresamente claro, es que se nos ordena amarnos mutuamente. Amar no precisamente a nuestras hermanas y hermanos gay, que frecuentemente están sentados a nuestro lado en la iglesia, no reconocidos, sino a todos los involucrados en este debate. No tenemos que desgarrar en jirones a todas las denominaciones, a fin de ventilar nuestras diferencias en este punto. Si aquella pareja que mencioné puede continuar abrazándose a través de esta separación, seguramente todos nosotros podemos hacer otro tanto.
(*) Cuando no se indica otra fuente, la traducción de los textos bíblicos ha sido tomada de “El Pueblo de Dios - La Biblia” (1980)
Walter Wink es Profesor de Interpretación Bíblica en el Auburn Theological Seminary en la Ciudad de Nueva York. Con anterioridad fue pastor de parroquia en la Iglesia Metodista, estudió y enseñó en el Union Theological Seminary en Nueva York y es autor de diversas obras, entre ellas: “Homosexuality and Christian Faith. Questions of Conscience for the Churches” (Homosexualidad y Fe Cristiana. Temas de Conciencia para las Iglesias) Fortress Press.Minneapolis. 1999
Algunos pasajes que han sido sugeridos como pertinentes al tema de la homosexualidad, en realidad, son irrelevantes. Uno es el intento de violación de los hombres de Sodoma (Génesis 19:1-29) (*), ya que ese era un caso de varones ostensiblemente heterosexuales en un intento de humillar a los extranjeros, tratándolos “como mujeres”, despojándolos de su masculinidad. (Éste es, también, el caso en la narración similar de Jueces 19-21). Su brutal conducta no tiene nada que ver con el problema de si es legítimo o no, un genuino amor expresado entre adultos del mismo sexo, que consienten tal relación. De modo análogo, el texto de Deuteronomio 23:17-18 debe sacarse de la lista, ya que muy probablemente se refiere a prostitución de heterosexuales involucrados en ritos cananeos de fertilidad, que se habían infiltrado en el culto judío; la versión Reina Valera (1960), inexactamente, lo califica de “sodomita”.
Varios otros textos son ambiguos. No es claro si 1ª Corintios 6:9 y 1ª Timoteo 1:10 se refieren a los miembros “pasivos” y “activos” de las relaciones homosexuales, o a los varones prostituidos homosexuales y heterosexuales. En resumen, no es claro si el tema es la homosexualidad en sí, o la promiscuidad y “comercio sexual”.
Condenaciones inequívocas
Eliminados estos tres textos, nos quedan tres referencias, todas las cuales, inequívocamente, condenan la conducta homosexual. El libro de Levítico 18:22 declara el principio: (Tú, varón, “no te acostarás con un varón como si fuera una mujer: es una abominación”. El segundo texto (Levítico 20:13) añade el castigo: “Si un hombre se acuesta con otro hombre como si fuera una mujer, los dos cometen una cosa abominable; por eso serán castigados con la muerte y su sangre caerá sobre ellos"”
Un acto tal se consideraba como una “abominación” por varias razones. La comprensión pre-científica hebrea era que el semen masculino contenía la totalidad de la vida naciente. Sin el conocimiento de los óvulos y de la ovulación, se suponía que la mujer suministraba solamente el lugar de incubación. De ahí que derramar semen por cualquier propósito no-procreativo -en coitus interruptus (Génesis 38:1-11) en actos homosexuales masculinos, o de masturbación masculina- se consideraba equivalente al aborto o al asesinato. Consecuentemente, los actos homosexuales femeninos no se consideraban tan seriamente y no se los menciona en absoluto en todo el Antiguo Testamento (pero véase Romanos 1:26). Se puede apreciar en qué medida valoraría la procreación una tribu que luchaba por poblar un país, cuyos habitantes los sobrepasaban numéricamente; pero tales valores se vuelven cuestionables en un mundo que afronta una superpoblación que escapa a todo control.
Además, cuando un hombre actuaba sexualmente como si hubiera sido una mujer, la dignidad masculina estaba comprometida. Era una degradación, no solamente con respecto de sí mismo, sino con relación a todos los demás varones. El sistema patriarcal de la cultura hebrea se revela en la misma formulación del mandato, ya que no se formuló una censura similar para prohibir actos homosexuales entre mujeres. Y la aversión sentida hacia la homosexualidad no era porque se la juzgara precisamente antinatural, sino también porque se la consideraba anti-judía, representando una invasión más, todavía, de la civilización pagana en la vida judía. Un efecto de eso es la muy universal aversión que los heterosexuales tienden a sentir por actos y orientaciones extraños a ellos (ser zurdo ha provocado algo de la misma respuesta en muchas culturas).
Sin embargo, cualquiera sea la razón de ser de su formulación, los textos no dejan lugar a que se los manipule. Se ejecutará a aquellas personas que cometan actos homosexuales. Éste es el claro mandato de la Escritura. El significado no da lugar a equívocos: cualquiera, sea varón o mujer, que desee basar sus creencias sobre el testimonio del Antiguo Testamento, debe ser completamente coherente y pedir la pena de muerte para todo aquel que ejerza actos homosexuales. (Eso puede parecer extremo, pero, en realidad, hay algunos cristianos, hoy en día, propugnando precisamente esto). Aunque no sea posible que un tribunal ejecute nuevamente a los homosexuales, un sorprendente número de gays son asesinados por heterosexuales cada año, en este país.
Los textos del Antiguo Testamento tienen que sopesarse con los del Nuevo. En consecuencia, la inequívoca condena de la conducta homosexual en Romanos 1:26-27, debe ser el centro de toda discusión.
Por esta razón, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. Sus mujeres cambiaron las relaciones sexuales naturales por otras contrarias a la naturaleza y, del mismo modo, también los hombres, dejando las relaciones sexuales naturales con la mujer, ardieron en deseos los unos por los otros. Los hombres cometieron actos vergonzosos con hombres y recibieron, en sus propias personas, el castigo merecido por su extravío.
Sin duda, Pablo era ajeno a la distinción entre orientación sexual, a través de la cual evidentemente se tiene muy poca elección, y conducta sexual, a través de la cual sí se la tiene. Parece dar por sentado que aquellos a quienes condena, son heterosexuales y están actuando contrariamente a la naturaleza, “dejando”, “abandonando” o “cambiando” su orientación sexual verdadera por aquella que se fija en los primeros años de vida, o tal vez hasta genéticamente, en algunos casos. Para tales personas, tener relaciones heterosexuales sería actuar en forma contraria a la naturaleza, “dejando”, “abandonando” o “cambiando” su orientación sexual natural.
De igual modo, las relaciones que Pablo describe están cargadas de lujuria; no son relaciones de genuino amor entre personas del mismo sexo. No son relaciones entre adultos del mismo sexo, que las consienten y que recíprocamente se comprometen, con fidelidad y con tanta integridad como cualquier pareja heterosexual. Por otra parte, algunas personas suponen que las enfermedades venéreas y el SIDA, son castigos de Dios por la conducta homosexual; sabemos que es un riesgo involucrado en la promiscuidad de toda índole, homosexual y heterosexual. En realidad, la gran mayoría de las personas con SIDA alrededor del mundo, son heterosexuales. Difícilmente podemos poner al SIDA bajo el rótulo de “castigo divino”, ya que las lesbianas no-promiscuas casi no corren ningún riesgo.
Y Pablo cree que la homosexualidad es contraria a la naturaleza; sin embargo, hemos aprendido que se manifiesta en una extensa variedad de especies, especialmente (pero no en forma exclusiva) bajo la presión de la sobrepoblación. Entonces, esto parecería ser un mecanismo completamente natural para preservar las especies. Por supuesto, no podemos decidir la conducta ética humana exclusivamente sobre la base de la conducta animal o de las ciencias humanas, pero aquí Pablo está argumentando desde la naturaleza, como él mismo lo dice, y el nuevo conocimiento de lo que es “natural” es, por consiguiente, pertinente al caso.
Costumbres sexuales hebreas
.
Sin embargo, con toda claridad, la Biblia adopta una opinión negativa sobre la actividad homosexual en aquellas pocas instancias en que se la menciona. Pero esta conclusión no resuelve el problema de cómo debemos interpretar la Escritura hoy. Puesto que hay otras actitudes, prácticas y restricciones sexuales que son normativas en la Escritura, pero a las cuales ya no las aceptamos como normativas.
1. La ley del Antiguo Testamento prohibe estrictamente las relaciones sexuales durante los siete días del período menstrual (Levítico 18:19; 15:19-24); y cualquiera que la violase debía ser “extirpado· o “cortado de su pueblo” (kareth, Levítico 18:29 un término que se refiere a ejecución ya sea apedreando, quemando, estrangulando, azotando o por expulsión; Levítico 15:24, omite este castigo). Hoy en día, muchas personas, de vez en cuando, tienen relaciones sexuales durante la menstruación y no piensan nada sobre ello. ¿Debieran “ser excluidos”? La Biblia dice que sí.
2. El castigo a causa del adulterio era la muerte, apedreando tanto al hombre como a la mujer (Deuteronomio 22:22), pero aquí el adulterio se determina por el estado marital de la mujer. En el Antiguo Testamento, un hombre casado que tiene relaciones sexuales con una mujer soltera, no es adúltero -un caso claro de una doble regla-. Un hombre podía no cometer adulterio contra su propia mujer; solamente podía cometer adulterio contra otro hombre, por el uso sexual de la mujer del otro. Y una joven esposa que se comprobaba que no era virgen debe ser apedreada hasta la muerte (Deuteronomio 22:13-21), pero nunca se menciona, siquiera, la virginidad del varón en el casamiento. Es una de las curiosidades del debate actual sobre sexualidad, que el adulterio, el cual crea muchos más estragos sociales, se considera menos “pecaminoso” que la actividad homosexual. Tal vez sea así porque hay muchos más adúlteros en nuestras iglesias. Todavía, ninguno -por lo que yo sé- pide para ellos que sean apedreados, a pesar del claro mandato de la Escritura. Y ordenamos a adúlteros
3. La desnudez, característica del paraíso, se consideraba en el judaísmo como reprobable (2º Samuel 6:20; 10:4; Isaías 20:2-4; 47:3). Cuando uno de los hijos de Noé miró a su padre desnudo, fue maldecido (Génesis 9:20-27). En gran parte, este tabú de la desnudez posiblemente hasta inhíba la intimidad sexual de marido y mujer (esto todavía es cierto en una sorprendente cantidad de personas criadas en la tradición judeo-cristiana). Podemos no estar preparados para las playas nudistas, pero ¿estamos preparados para considerar como un pecado maldito la desnudez en el vestuario o en el viejo remanso adonde nadábamos de niños, o en la privacidad del propio hogar? La Biblia lo hace.
4. La poligamia y el concubinato eran comúnmente practicados en el Antiguo Testamento. Ninguno de ambos se condena en el Nuevo Testamento (con las cuestionables excepciones de 1ª Timoteo 3:2; 12 y Tito 1:6). La enseñanza de Jesús sobre la unión marital en Marcos 10:6-8, no es una excepción, ya que cita Génesis 2:24 como su autoridad, y este texto nunca fue entendido en Israel como excluyendo la poligamia. Un hombre podía llegar a ser “una carne” con más de una mujer, a través del acto de relaciones sexuales. De fuentes judías, sabemos que la poligamia continuaba practicándose dentro del judaísmo, durante los siglos siguientes al período neotestamentario. Entonces, si la Biblia permite la poligamia y el concubinato, ¿por qué no hemos de hacerlo nosotros?
5. Una forma de la poligamia era el casamiento por levirato. En Israel, cuando un hombre casado moría sin haber tenido hijos, su viuda debía tener relaciones sexuales sucesivamente con cada uno de los hermanos de su marido, hasta que le diera un heredero varón. Jesús menciona esta práctica, sin emitir ningún juicio crítico (Marcos 12:18-27) No estoy enterado de que haya algún cristiano que todavía obedezca este ambiguo mandato de la Escritura. ¿Por qué se hace caso omiso de esta ley y, en cambio, se mantiene la que está contra la homosexualidad?
6. En ninguna parte el Antiguo Testamento prohibe explícitamente las relaciones sexuales entre adultos heterosexuales solteros que consienten tal relación, siempre y cuando el valor económico de la mujer (dote) no se comprometiera, es decir, siempre y cuando ella no sea virgen. Hay poemas en el Cantar de los Cantares que ensalzan una aventura amorosa entre dos personas solteras, aunque los comentaristas, frecuentemente, urdieron disimular el hecho con tediosos niveles de interpretación alegórica. En diversas partes del mundo cristiano, han predominado distintas actitudes sobre las relaciones sexuales pre-matrimoniales. En algunas comunidades cristianas, era requisito para el casamiento la prueba de la fertilidad (esto es el embarazo). Éste era especialmente el caso en las áreas rurales, donde la incapacidad de dar a luz hijos que serían los trabajadores del campo, podría significar penurias económicas. Hoy, muchos adultos solteros, las viudas y los divorciados están volviendo a prácticas “bíblicas”, mientras que otros creen que la relación sexual pertenece únicamente al casamiento. Ambas perspectivas son bíblicas. ¿Cuál es la correcta?
7. Virtualmente, le faltan a la Biblia términos que designen los órganos sexuales, y se contenta con eufemismos tales como “pie” o “muslo” para los genitales, y el uso de otros para describir el coito, como “conocerse”. Hoy, la mayoría de nosotros considera “puritano” dicho vocabulario y opuesto a una correcta referencia a la bondad de la creación. En resumen, no seguimos los usos bíblicos.
8. El semen y el flujo menstrual hacían impuro a todo aquel que lo tocara (Levítico 15: 16-20). Las relaciones sexuales hacían impuro hasta la puesta del sol; la menstruación hacía impura a la mujer por siete días. Hoy, la mayoría de las personas considera al semen y al flujo menstrual como completamente naturales y sólo algunas veces como “molesto”, pero no impuro.
9. En el Antiguo Testamento, las reglas sociales con respecto del adulterio, incesto, violación y prostitución están, en gran parte, determinadas en consideración a los derechos de propiedad de los varones sobre las mujeres. La prostitución se consideraba completamente natural y necesaria como salvaguarda de la virginidad de la soltera y los derechos de propiedad de los maridos (Génesis 38: 12-19, Josué 2: 1-7). No se culpaba de pecado a un hombre por visitar a una prostituta, a pesar de que ella misma era considerada como pecadora. Pablo recurre al razonamiento cuando ataca a la prostitución (1ª Corintios 6:12-20); no puede englobarla en la categoría de adulterio (vers. 9). Hoy nos estamos desplazando, con una gran turbulencia social y a un alto -pero inevitable- costo, hacia un conjunto de arreglos sociales más equitativos, no-patriarcales, en los cuales las mujeres ya no son consideradas como la esclava del hombre. También estamos tratando de ir más allá del doble criterio. Amor, fidelidad y respeto mutuo reemplazan a los derechos de propiedad. Hemos hecho, hasta ahora, muy pocos progresos para cambiar el doble criterio con respecto de la prostitución. Al dejar atrás las relaciones de género patriarcal, ¿qué vamos a hacer con el sistema patriarcal de la Biblia?
10. Se presumía que los judíos practicaban la endogamia -es decir, el casamiento dentro de las doce
tribus de Israel. Hasta hace poco, una regla similar predominó en Sudamérica, en leyes contra las
uniones interraciales (mestizaje). Durante la vida de muchos de nosotros, hemos sido testigos de la
lucha pacífica para invalidar leyes estatales contra los matrimonios entre miembros de razas distintas
y el cambio gradual en las actitudes hacia las relaciones interraciales. Las costumbres sexuales
pueden transformarse muy radicalmente aun durante el propio ciclo de vida.
11. La ley de Moisés permitía el divorcio (Deuteronomio 24: 1-4); Jesús lo prohibe categóricamente (Marcos 10: 1-12; Mateo 19:9 atenúa su severidad). Sin embargo, muchos cristianos, en clara violación de un mandato de Jesús, se han divorciado. ¿Por qué, entonces, algunos de estas muchas personas se consideran aptos para el bautismo, la membresia de la iglesia, la comunión y la ordenación, pero no los homosexuales? ¿Qué hace que los unos tengan un pecado en tanto mayor, especialmente al considerar el hecho de que Jesús nunca haya mencionado siquiera la homosexualidad, pero que, explícitamente, condenara el divorcio? Con todo, ordenamos a divorciados. ¿Por qué no a los homosexuales?
12. El Antiguo Testamento considera anormal el celibato, y 1ª Timoteo 4: 1-3, denomina de herejía al celibato obligatorio. No obstante, la Iglesia Católico Romana lo ha hecho obligatorio para los sacerdotes y las monjas. Algunos moralistas cristianos exigen el celibato a los homosexuales, ya tengan vocación para él o no. Un argumento es que, desde que Dios hizo al hombre y a la mujer el uno para el otro a fin de ser fructíferos y multiplicarse, los homosexuales rechazaron el propósito de Dios en la creación. Por lo tanto, aquellos que afirmen esto, deben explicar por qué el apóstol Pablo nunca se casó - o, en cuanto a eso, por qué Jesús, que encarnó a Dios en su propia persona, era soltero. Por cierto, el matrimonio heterosexual es normal; de otro modo, la raza se extinguiría. Pero no es normativo. Por otra parte, las parejas sin hijos, las personas solteras y los sacerdotes y monjas estarían infringiendo el propósito de Dios en su creación, -¡como lo habrían hecho Jesús y Pablo!-. En una época de superpoblación, ¡tal vez una orientación gay suene especialmente ecológica!
13. En muchas otras maneras, hemos desarrollado distintas normas de aquellas explícitamente establecidas por la Biblia: “Si unos hombres se pelean, y la mujer de uno de ellos, para librar a su marido de los golpes del otro, extiende la mano y lo toma por las partes genitales, deberás cortarla la mano, sin tenerle compasión” (Deuteronomio 25: 11 y sigs.). Por el contrario, nosotros podríamos, muy bien, aplaudirla.
14. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo, consideran como normal la esclavitud y no la condenan en ningún lugar. Parte de esa herencia era el uso de esclavas, concubinas y cautivas como juguetes sexuales o máquinas reproductoras de sus propietarios, a lo que autorizan Levítico 19: 20 y sigs., 2º Samuel 5:13 y Números 31:18 - y como muchos propietarios de esclavos norteamericanos lo hicieron hace unos 130 años atrás, citando estos y numerosos otros pasajes de las Escrituras como su justificación.
El problema de la autoridad.
Estos casos son pertinentes con respecto de nuestra actitud hacia la autoridad de las Escrituras. Con toda claridad, consideramos que ciertas cosas del Antiguo Testamento ya no son valederas. Otras cosas, aún las consideramos como valederas, incluyendo la legislación en el Antiguo Testamento que no se menciona en absoluto en el Nuevo. ¿Cuál es nuestro principio de selección aquí?
Por ejemplo, los lectores modernos están de acuerdo con la Biblia al rechazar:
el incesto
la violación
el adulterio
las relaciones sexuales con animales
Pero disentimos con la Biblia en muchas otras prácticas sexuales. La Biblia condena las siguientes conductas, que nosotros, por lo general, permitimos:
las relaciones sexuales durante la menstruación
el celibato
la endogamia
dar nombre a los órganos sexuales
la desnudez (bajo ciertas circunstancias)
la masturbación (exceptuado el Catolicismo)
el control de la natalidad (exceptuado el Catolicismo)
Y la Biblia considera el semen y el flujo menstrual como impuros, lo que nosotros no.
Asimismo, la Biblia permite conductas que hoy condenamos:
la prostitución
la poligamia
el casamiento por levirato
el sexo con esclavos
el concubinato
el trato de la mujer como propiedad
el casamiento prematuro (para la niña de 11 a 13 años)
Y, mientras que el Antiguo Testamento aceptó el divorcio, Jesús lo prohibió.
¿Por qué, entonces, apelamos a someter a prueba los textos de las Escrituras solamente en el caso de la homosexualidad, cuando nos sentimos perfectamente libres para discrepar con las Escrituras en la mayoría de otros temas sexuales?
Obviamente, muchas de nuestras preferencias en estos asuntos son arbitrarias. La poligamia mormona estaba prohibida en este país, a pesar de la protección constitucional a la libertad de cultos, porque violaba los sentimientos de la cultura cristiana dominante. Sin embargo, no existe una prohibición bíblica explícita contra la poligamia.
El problema de la autoridad no se mitiga con la doctrina de que los requisitos cúlticos del Antiguo Testamento fueron abrogados por el Nuevo, y que solamente los mandatos morales del Antiguo Testamento permanecen vigentes. Pues la mayoría de estas prácticas caen entre los mandatos morales. Si insistimos en ubicarnos bajo la antigua ley, entonces, tal como Pablo nos lo recuerda, “estamos obligados a observar íntegramente la Ley” (Gálatas 5:3). Pero, si Cristo es “el término de la Ley” (Romanos 10:4), si hemos sido eximidos de la Ley para servir, no bajo el viejo código escrito, sino en el nuevo código de vida del Espíritu (Romanos 7:6), entonces, todas estas prácticas sexuales quedan bajo la autoridad del Espíritu. Por lo tanto, no podemos tomar, ni siquiera lo que Pablo dice, como una nueva ley. Los mismos fundamentalistas se reservan el derecho de elegir y tomar qué leyes mantendrán, a pesar de que rara vez reconozcan hacer justamente eso.
Juzguen por ustedes mismos
Me parece que el quid de la cuestión es, simplemente, que la Biblia no tiene ética sexual. No hay ética sexual bíblica. En cambio, presenta un surtido de costumbres sexuales, algunas de las cuales cambiaron a través del milenio de historia bíblica. Las costumbres son prácticas irreflexivas aceptadas por una comunidad dada. Muchas de las prácticas que la Biblia prohíbe, nosotros las permitimos, y a la inversa, muchas de las prácticas que la Biblia permite, nosotros las prohibimos. La Biblia conoce solamente una ética del amor, la cual constantemente se aplica sobre cualquier costumbre social que domine en cualquier país, o cultura, o período dados.
La mera noción de “ética sexual” refleja el materialismo y el resquebrajamiento de la vida moderna, en la cual de manera creciente definimos nuestra identidad sexual. La sexualidad no puede separarse del resto de la vida. Ningún acto sexual es ético en sí y por sí mismo, sin referencia al resto de la vida de una persona, a sus pautas culturales, a las circunstancias especiales afrontadas y a la voluntad de Dios. Lo que tenemos son, simplemente, costumbres sexuales, las cuales cambian, algunas veces con sorprendente velocidad, creando dilemas que nos dejan perplejos. Tan solo en el curso de nuestras vidas, hemos sido testigos del cambio de preservar la propia virginidad hasta el matrimonio, a parejas que conviven por varios años antes de casarse. La respuesta de muchos cristianos es meramente añorar la hipocresía de una época pasada.
Más bien, nuestra tarea moral es aplicar la ética del amor de Jesús a todas las costumbres sexuales que estén generalizadas en una cultura dada. Podríamos dirigirnos a jóvenes adolescentes no con leyes y mandatos cuya violación es un pecado, sino mejor con las tristes experiencias de tantos de nuestros propios hijos, que encuentran agobiantes las relaciones sexuales demasiado tempranamente iniciadas, y que reaccionan con un celibato voluntario y aun con la negativa a un noviazgo. Podemos dar razones sólidas y órdenes incumplibles. Podemos desafiar tanto a los gays como a los heterosexuales a cuestionar sus conductas, a la luz del amor y de los requisitos de fidelidad, honestidad, responsabilidad y genuina preocupación por los mejores intereses del otros y de la sociedad como un todo. La moralidad cristiana, después de todo, no es un cinturón de castidad para reprimir instintos, sino un modo de expresar la integridad de nuestra relación con Dios. Es un intento de descubrir una forma de vida que sea consistente con la imagen de quien Dios nos creó para que fuéramos. Para aquellos de orientación homosexual, ser instrumentos morales que rechacen las costumbres sexuales que violen su propia integridad y la de otros, y tratar de descubrir qué significaría vivir según la ética del amor de Jesús.
Morton Kelsey va tan lejos como para sostener que la orientación homosexual no tiene nada que ver, como tal, con la moralidad, de igual manera que el ser zurdo. Es, simplemente, el modo como se configura la sexualidad de algunas personas. La moralidad entra en el punto de cómo se ejecuta esa predisposición. Si la viéramos como un don de Dios para aquellos para quienes es normal, podríamos llegar más allá de la acritud y brutalidad que tan frecuentemente ha caracterizado la conducta poco cristiana de los cristianos, hacia los gays.
Por aproximación desde el punto de vista del amor más bien que por el de la ley, la cuestión se transforma inmediatamente. Ahora, la pregunta no es “¿Qué está permitido?”, sino más bien “¿Qué significa amar a mi prójimo homosexual?”. Abordando el tema desde el punto de vista de la fe, antes que de las obras, la pregunta deja de ser “¿Qué constituye una violación de la ley divina en el reino sexual?” y, en su lugar, se torna en “¿Qué constituye integridad ante el Dios revelado en el amante cósmico, Jesucristo?”. Aproximados desde el punto de vista del Espíritu antes que el de la letra, la pregunta deja de ser “¿Qué mandan las Escrituras?” y se torna en “¿Cuál es la palabra que el Espíritu habla ahora a las iglesias, a la luz de las Escrituras, la tradición, la teología, la psicología, la genética, la antropología y la biología?”
En una declaración poco recordada de Jesús, dijo: “¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?” (Lucas 12:57). Tan soberana libertad sobrecoge de terror los corazones de muchos cristianos; ellos hubieran preferido estar bajo la ley y que se les dijera aquello que está bien. Con todo, Pablo mismo se hace eco del modo de pensar de Jesús, inmediatamente anterior a una de sus posibles referencias a la homosexualidad: “¿Ignoran que vamos a juzgar a los mismos ángeles? Con mayor razón entonces, los asuntos de esta vida” (1ª Corintios 6:3). La última cosa que Pablo hubiera querido es que las personas respondieran a este consejo ético como una nueva ley grabada en tablas de piedra. Él está tratando de “juzgar por sí mismo lo que está bien”. Si ahora tenemos nuevas evidencias en relación al fenómeno de la homosexualidad, ¿no estamos obligados a volver a evaluar todo el problema a la luz de todos los datos asequibles, y decidir, ante Dios, por nosotros mismos? ¿No es esta la libertad fundamental de obediencia en la cual el evangelio nos pone?
Por supuesto, se puede objetar que este análisis nos ha atraído tan encima de los textos, que se nos ha perdido la visión general de la Biblia. Con toda claridad, la Biblia considera la conducta homosexual como un pecado, y si lo declara así una o mil veces, esto está fuera de propósito. Al igual que algunos de nosotros que crecimos “sabiendo” que los actos homosexuales eran el pecado inconfesable, aunque nadie siquiera hablara sobre él, así toda la Biblia “sabe” que está mal.
Admito sin reservas todo eso. La cuestión es precisamente si el juicio bíblico es correcto. La Biblia aprobó la esclavitud como buena y, en ningún lugar, la atacó como injusta. ¿Estamos dispuestos a argüir que la esclavitud está bíblicamente justificada hoy? Hace ciento cincuenta años, cuando la discusión sobre la esclavitud era feroz, la Biblia parecía estar claramente del lado de los propietarios de esclavos. Los abolicionistas eran fuertemente presionados para que justificasen su oposición a la esclavitud sobre bases bíblicas. Y, todavía hoy, si debieran preguntar a los cristianos del sur de los Estados Unidos si la Biblia aprueba la esclavitud, virtualmente cada uno estaría de acuerdo en que no. ¿Cómo explicamos tan monumental viraje?
Lo que sucedió es que las iglesias fueron finalmente llevadas a penetrar más allá del carácter legal de la Escritura, a un contenido más profundo, expresado por Israel a partir de la experiencia del Éxodo y los profetas, y llevada a sublime encarnación en la identificación de Jesús con prostitutas, recaudadores de impuestos, los enfermos y tullidos y los marginados y pobres. Es que Dios está al lado de los que no tienen poder. Dios libera a los oprimidos. Dios sufre con los que sufren y gime por la reconciliación de todos las cosas. A la luz de esa suprema misericordia, cualquiera sea nuestra posición sobre los gays, el imperativo del evangelio a amar, cuidar e identificarse con sus sufrimientos es inequívocamente claro.
Del mismo modo, las mujeres nos están insistiendo en que admitamos el sexismo y el sistema patriarcal que permean la Escritura y que ha alejado a tantas mujeres de la iglesia. Sin embargo, la salida no es negar el sexismo en la Escritura, sino desarrollar una teoría interpretativa que juzgue aun a la Escritura misma, a la luz de la revelación de Jesús. Lo que Jesús nos da, es una crítica a la dominación en todas sus formas, una crítica que puede volverse sobre la misma Biblia. Por lo tanto, la Biblia contiene los principios de su propia corrección. Somos liberados de la bibliolatría, la adoración por la Biblia. Ella está restituida a su justo lugar como testimonio de la Palabra de Dios. Y esa palabra es una Persona, no un libro.
Con el tamiz interpretativo suministrado por una crítica de dominación, podemos separar el sexismo, el sistema patriarcal, la violencia y la homofobia, que constituyen una buena parte de la Biblia, liberándola así para que nos revele por nuevos caminos la orden de Dios para forzar la liberación de la dominación, en nuestro tiempo.
Un pedido de tolerancia
Lo que más me apena en todo este áspero debate en las iglesias, es qué poco cristiano ha sido las más de las veces. Es característico de nuestro tiempo que los problemas más difíciles de valorar y que han generado el mayor grado de animosidad, son temas sobre los cuales la Biblia puede interpretarse como sosteniendo ambos lados. Me refiero al aborto y a la homosexualidad.
Necesitamos retroceder unos pocos pasos y ser honestos con nosotros mismos. Estoy profundamente convencido de la exactitud de lo que he estado compartiendo con ustedes. Pero debo reconocer que no es un caso cerrado. Pueden encontrar debilidad en él, tal como yo puedo encontrarla en el de otros. La verdad es que no nos es dada una guía inequívoca en una u otra área: aborto u homosexualidad. Mejor que acogotándonos unos y otros, debiéramos admitir humildemente nuestras limitaciones. ¿Cómo sé
que estoy interpretando correctamente la palabra de Dios para nosotros hoy? ¿Cómo lo saben ustedes? ¿No sería más sabio que los cristianos bajáramos los decibeles un 95% y serenamente presentáramos nuestros casos, sabiendo completamente bien que podríamos estar equivocados?
Sé de una pareja, ambos bien conocidos autores cristianos, por propio derecho, que han hablado -ambos- sobre la cuestión de la homosexualidad. Ella sostiene a los gays apasionadamente; él se opone a su conducta con tenacidad. Hasta donde puedo decirlo, esta pareja todavía disfruta de su mutua compañía, come a una misma mesa y -por cuanto sé- duermen en la misma cama.
Nosotros, en la iglesia, debemos alcanzar nuestras prioridades en orden. No hemos alcanzado un consenso sobre quién tiene razón en el problema de la homosexualidad. Pero lo que es claro, expresamente claro, es que se nos ordena amarnos mutuamente. Amar no precisamente a nuestras hermanas y hermanos gay, que frecuentemente están sentados a nuestro lado en la iglesia, no reconocidos, sino a todos los involucrados en este debate. No tenemos que desgarrar en jirones a todas las denominaciones, a fin de ventilar nuestras diferencias en este punto. Si aquella pareja que mencioné puede continuar abrazándose a través de esta separación, seguramente todos nosotros podemos hacer otro tanto.
(*) Cuando no se indica otra fuente, la traducción de los textos bíblicos ha sido tomada de “El Pueblo de Dios - La Biblia” (1980)
Walter Wink es Profesor de Interpretación Bíblica en el Auburn Theological Seminary en la Ciudad de Nueva York. Con anterioridad fue pastor de parroquia en la Iglesia Metodista, estudió y enseñó en el Union Theological Seminary en Nueva York y es autor de diversas obras, entre ellas: “Homosexuality and Christian Faith. Questions of Conscience for the Churches” (Homosexualidad y Fe Cristiana. Temas de Conciencia para las Iglesias) Fortress Press.Minneapolis. 1999
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